Lo que jamás llegue a decirte.

Capítulo 10

Antes de casarse soñaba con ser bailarina, amar a alguien algún día y escribir poesía.

Antes de casarse la gustaba leer, correr hasta más no poder y fumar sin que nadie la pudiera ver.

Antes de casarse cantaba en la ducha, andaba por la casa en pantuflas y la luna envidiaba a oscuras.

Antes de casarse siempre sonreía, a mamá siempre acudía cuando no tenía un buen día.

Antes de casarse esperaba un cometa ver, un deseo hacer y a Peter Pan al fin conocer.

Antes de casarse todas envidiaban su hermosura , su atrayente desenvoltura así como su intocable comisura.

Antes de casarse pintarse los labios de rojo se atrevía, bastaba con un vestido largo para sentirse atractiva.

Antes de casarse dormía fácilmente, excepto cuando venía el ratón Pérez, a quien esperaba inocentemente.

Ahora que está casada no se siente amada, jamás se sintió tan cansada, en la cocina está encerrada.

Ahora que está casada su cama por las noches está vacía, cada vez se siente más cohibida, se ha olvidado cómo se escribía poesía.

Ahora que está casada ya no fuma a escondidas, se limita a barrer los cigarrillos por el suelo esparcidos, fumados por su marido.

Ahora que está casada aborrece la luna la da pavor estar a oscuras, él ya no la hace el amor, la ha sustituido por una botella de licor.

Ahora que está casada evita salir de casa, el teléfono ya no suena, tampoco puede contestar las llamadas.

Ahora que está casada ya no se fija en cometas, intenta contar los minutos que la quedan antes de que él entre por la puerta.

Ahora que está casada ha intentado saltar por la ventana, está segura que en "El país de Nunca Jamás" estaría resguardada.

Ahora que está casada ya no usa pintalabios, se ha hecho amiga del corrector, tiene que tapar los moratones de su agresor.

El ratón Pérez ya no existe, así como el amor que sentiste, el que tanto te jura cuando te desviste.

Por supuesto que no es machismo, tan solo es exceso de feminismo.