Capítulo 17

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Despedidas. Una despedida es una sonrisa, un abrazo, un estrechón de manos, un beso.

Las despedidas son duras, te lo digo por si aún no lo sabes. Es aquel sabor amargo que llega cuando sabes que te estás terminando el café y lo endulzas previamente con una bolsita de azúcar para suavizarlo, son como los créditos de una película cuando se termina, nadie los lee pero sabes que están, o como esa alarma que nunca escuchas porque sabes que en treinta y cinco segundos dejará de molestar.

"Hasta mañana" es lo que uno suele decir cuando llega el momento de separarse, continúas tu camino ahora solo, y a veces te das la vuelta para comprobar que en efecto, él también está avanzando al igual que tú.

Resulta que por crueldades del destino, por culpar a alguien; no vuelves a verlo. Jamás.

Al darte cuenta de esto te sientes incrédulo, cómo no vas a verlo si ayer dabas por supuesto que te estará esperando mañana, con la misma calidez de siempre; con más ansias que nunca.

Se ha ido, te lo han quitado; asúmelo. Somos estúpidos si pensamos que la vida va a portarse gentilmente con cada uno de nosotros. No amigo. La vida es recíproca con nosotros sí, pero igual que te da algo te lo quita. ¿Por qué no? ¿Vas a ser lo suficientemente osado o estúpido para recriminarla? Espero que no, lo único que puedes hacer ante una pérdida es sentarte, observar, mirarlo todo desde un punto de vista jamás inspeccionado.

No abandones tu capacidad de sentir, por el amor de Dios siente, no pares de hacerlo. Enfurécete, llora, insulta, deja la luz y adéntrate en su opuesto. No seas ingenuo, si tienes que saltar un abismo; hazlo. Necesito que explotes y arrases con todo. Destrúyelo todo y hazte con la última bocanada del mundo.

El mundo te ha quitado a alguien. El mundo es egoísta y la vida efímera. Y no has sabido valorarlo, no has podido sincronizarla como si de un programador se tratara y has dado por supuesto que te quedaba más tiempo de inocencia, de monotonía.

Permíteme decirte que eres gilipollas. Vas a ser un estúpido ignorante si te piensas que te quedan más días, de que aún no es el final. Querido gilipollas, el fin solo es el principio de nuestra inexistencia. Va a llegar un día en el que por fin llegues a la magnífica conclusión de que tu vida no se mide en una buena nota, un cuerpo de ensueño, un casoplón o el trabajo duro que le dedicas para lograr tus metas. Tus metas son meros proyectos de vida con cierto sentido sí. Pero eso no es vida. Lo vas a lamentar. Vas a lamentar lo mucho que trabajaste y lo poco que disfrutaste de tu madre, de tu padre de tu amigo encerrado en tu memoria porque qué remedio. Echarás de menos sus voces, porque el paso del tiempo lo ha ido desgastando hasta convertirlo en un eco, que retumba en las paredes de tu mente impotentes. No volverás a sentarte en aquel bordillo por las noches, estarás rompiéndote el lomo trabajando para tu jefe, pero estarás feliz porque te pagará bien. Olvídate de su olor, de su risa, de sus ojos cubiertos de sueños, de vida. Olvídate de como lloraba, por qué lo hacía. Olvídate de sus manías ridículas y de la facilidad con la que desvestía tus miedos y los convertía en caricaturas. Porque los dos lo erais. Exageraciones trazadas de ilusiones y proyectos juntos,un archivo sin completar, un dibujo si acabar que en sí resulta divertido y extravagante.

Vive los días como si estuvieran contados, da igual si eres joven o no, un día de estos lo será y no estarás preparado.

A mi amigo se lo llevaron joven ¿Por qué? Aún no lo sé.

Supongo que a los Dioses los quieren jóvenes en el Olimpo.

Lo que jamás llegue a decirte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora