22-Orgasmo

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Nos besamos desenfrenadamente, nuestros bocas no se separan ni para respirar. 

Me muevo en su regazo, pero la moto no es lo suficientemente grande para aguantar y cae al piso tirándonos con ella.

-Auch- decimos los dos en sintonía cayendo contra el piso. Ya estando en el suelo, los dos nos echamos a reír.

-La moto está celosa- digo en una carcajada.

-¿Estas bien?- pregunta él sentándose.

-Si, eso creo- digo tocándome el codo que lo tenía algo raspado.

-No, le preguntaba a la moto- dice y le doy un puñetazo en el hombro. 

Él se incorpora y me ayuda a pararme.

-Oye, estas sangrando- dice al ver una linea de sangre correr por mi brazo.

-Uy, no- digo lloriqueando. 

Él agarra mi brazo y con la petaca tira algo de alcohol en la herida.

-Mierda, arde, arde- digo saltando y cerrando los ojos de dolor.

-Tranquila, estarás bien- dice y luego se saca la camiseta.

-¿Que haces?- le pregunto confundida. 

Él envuelve la camiseta alrededor de mi brazo y le hace un nudo. Al ver su torso desnudo agradezco habernos caído y que mi piel sea tan sensible. Sin darme cuenta mis ojos quedan perdidos en su torso, cuando levanto la vista veo que el me esta mirando fijamente.

-Am...gracias- le sonrío. El me la devuelve.

-¿Quieres ir a casa?- me pregunta y dudo en decirle que no, el brazo me estaba ardiendo y me duele un poco cuando lo muevo, pero no me escapé para estar solo media hora afuera, quiero que esta noche valga la pena.

-La noche recién comienza- le digo y agarro una petaca llenándome la boca de alcohol, el ardor de mi brazo hace sentir menos el ardor de mi garganta. El sonríe y se lleva su petaca a la boca. Verlo sin camisa me hace querer montarme arriba de el, pero debo controlarme y no parecer una arrebatada.

Pasamos un rato hablando, riendo y tomando alcohol. Se que el alcohol está haciendo su efecto cuando quedamos en silencio unos segundos y rompo el silencio diciendo que soy virgen, así, de la nada.

-¿Qué?- me responde el riendo y frunciendo el ceño. 

Un poco después me doy cuenta de la estupidez que acabo de soltar. No quiero embriagarme, me hace decir y hacer cosas estúpidas que están totalmente fuera de mi control. Quizá cuando tomo puedo hacer lo que siempre pensé o quize, es como si dejara de ser el camuflaje de siempre y sea simplemente yo, sin problemas, sin sentimientos, todo se olvida.

-Nada- digo mirando a otro lado y tomando otro sorbo de la petaca.

El se pone frente a mí y me mira algo sorprendido con una media sonrisa.

-¿Nunca te han tocado?- pregunta admirado. 

-Define tocar- digo encogiéndome de hombros inocente. 

-¿Segura?- sonríe con malicia.

-Si- digo con inocencia. 

Él baja su mirada a mis pechos y luego más abajo. Pasa su mano por debajo de mi blusa y la posa en mi estomago, creí que iba a tocarme los pechos, pero su mano da un giro y sus dedos quedan apuntando a mi pelvis. Mi estomago comienza a ensancharse y hundirse, la respiración se me acelera. Vuelve a mis ojos y me pide permiso con la mirada, yo solo lo miro sin decir nada. No hace falta decir lo mucho que quiero que su mano me toque, en cualquier lado es suficiente, cada lugar de mi piel responde a su tacto en un segundo; pero sentir su mano ahí, sería algo... diferente.

El primer y ultimo amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora