24- Lo que la lluvia trajo

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-Buen comienzo de semana- me mira con una cálida sonrisa.

Espero que lo sea, aunque está lloviendo a cantaros y se anuncia una fuerte tormenta en las próximas horas. Aún así, estoy en el auto de papá que está estacionado en la acera del instituto, esperando a que se haga la hora para entrar. Odio tener que venir a la escuela en días de lluvia, pero al parecer es parte de mi castigo. Solo llevo 4 días de castigo y todavía me faltan 10 más, no creo poder aguantarlo. Pero al parecer a papá se le ha pasado un poco el enojo, no me ha hablado en los últimos días y hoy me deseó un buen comienzo de semana con una sonrisa, puede ser un rastro de que el castigo se reducirá a solo una semana.

-Igualmente- le sonrío. 

Pongo la mano en la palanca de la puerta, pero me doy cuenta de que tengo que ser valiente y luchar para disuadir el enojo de papá y mi castigo.

-No seguirás enojado conmigo por dos semanas ¿o si?- le pregunto con mi cara de victima que siempre ayuda. 

-No estoy enojado- responde.

-¿Y por qué sigo castigada entonces?

-¿Quieres que te lo recuerde?

-Pues no, pero me gustaría que me des una razón coherente del porqué.

-Ya te las di, tu solo tienes que aguantar las consecuencias de tus hechos.

-¿Una consecuencia era que no me hablarías más?

-Ahora te estoy hablando.

-Agj- pongo los ojos en blanco- me hablas como si fuera tu empleada, no tu hija, estoy harta de aguantar tus malas caras y que me ignores todo el día, si mamá estaría aquí no estarías haciendo esto.

-¡Ya baja del auto!- se exaspera.

Me doy cuenta que no tuve que haberla nombrado. Cuando no yo tratando de arreglar las cosas y como resultado solo empeorándolas. 
Me quedo callada con arrepentimiento y bajo del auto. Enseguida que cierro la puerta él arranca y se va. Me pongo la capucha de la campera y corro dentro del instituto. Todavía faltan unos minutos para que llegue la hora de entrar y solo hay unas pocas personas también esperando, pero con el día que hace, no creo que lleguen muchas más. Reviso mi celular y vuelvo a mirar los mensajes de Clay que me mando ayer.

Oye, perdona, me mal entendiste, no quise decir eso, sabes bien que tu eres mucho más que eso.

Podemos vernos y hablar mañana?

O prefieres seguir con tu orgullo?

No es orgullo, es respeto por mi misma, porque yo si siento algo por el y el se ríe de eso diciendo que no somos nada, después de decirme y haberme hecho sentir tantas cosas excepcionales. No lo entiendo, un día me quiere y al otro no le intereso en lo absoluto. ¿Porque todos los hombres que me rodean son tan ininteligibles?

No quiero contestarle, quiero que aprenda que no me tendrá como una muñeca haciéndole caso cada vez que me agarra o me tira. También en el fondo de mi mente se que si no le contesto seguirá insistiendo y se aparecerá para que hablemos cara a cara, y eso me causa mucha más adrenalina.

A 5 minutos de que se haga la hora de entrar, decido ir al baño.
Estoy llegando cuando escucho murmullos en el baño de chicas.

-Pero tienes que hacerlo, esto es por mi y por ti, por hacer justicia de ese maldito que nos ha cagado la vida- escucho decir a una chica, que su tono de voz se me hace muy familiar.

El primer y ultimo amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora