Capitulo 19

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Sin emoción en el rostro Tom observó cómo el tren dejaba la estación para llevar a los demás estudiantes de vuelta con las familias que los esperaban.

Por primera vez desde que había ingresado a Hogwarts no tenía que volver al orfanato muggle. Si no hubiera sido un Slytherin, en esos momentos su rostro mostraría una brillante y gran sonrisa. Tomó su baúl, dejó la estación y lentamente se dirigió a Hogsmeade.

Mientras caminaba sus pensamientos le llevaron a Evan. Desde que el joven lo había acogido su vida había cambiado. Ahora ya no tenía que estar rodeado de muggles, sólo tenía que toparse con los nacidos muggle que asistían al colegio.

Hizo una mueca al pensar en los muggles. Después de que Evan terminara en San Mungo, Tom había comenzado a mirar más de cerca la relación entre muggles y magos. Hasta ahora no encontraba nada positivo.

Por culpa de los muggles debían vivir escondidos. Les iría mucho mejor si no fuera por los muggles; todo sería mucho mejor si ellos no existieran. Eran un peligro para su especie; y más de uno había intentado lastimarlo a él o a Evan.

Durante el medio año que había transcurrido desde su regreso a Hogwarts después de que Evan había sido atacado, lentamente había cambiado sus objetivos. Había sucedido tan despacio que nadie se había dado cuenta de lo que estaba haciendo. Después de todo se sabía que él hacía las cosas sólo para su beneficio.

Su expresión cambió apenas entró a Hogsmeade. No podía permitir que nadie supiera lo que estaba pensando, especialmente Evan.

Aunque el otro mago era mayor que él, era inocente, puro. No había sido corrompido por la vida. Evan necesitaba ser protegido y era el deber de Tom hacerlo. Sólo se confiaba a sí mismo esa tarea. Nadie era lo suficientemente bueno para encargarse del bienestar de Evan.

-Buenos días, Tom. ¿Ya terminaron las clases?

Tom asintió.

-Sí, madame. Me dirijo a casa.

-Oh, ¿Evan no fue a buscarte?

La dueña de Las Tres Escobas estaba parada en la puerta de la pequeña tienda de libros que él y Evan a menudo visitaban.

-No, en su última carta me dijo que tenía que ir a buscar el resultado de sus EXTASIS al Ministerio hoy.

La mujer asintió con una cálida sonrisa que puso cauteloso a Tom. Evan no se percataba, pero Tom sabía muy bien qué tipo de influencia tenía en las demás personas, magos y brujas por igual.

Tom era un Slytherin, y era un hecho bien conocido que los Slytherin no compartían.

-Tiene que venir uno de estos días. No he visto para nada al señor James durante estos meses. Si no fuera porque lo conozco diría que nos está evitando. No es común conocer a alguien tan trabajador cuando recién ha terminado sus estudios.

-Recordaré saludarlo de su parte. Ahora debo irme o Evan se preocupará.

Tom continuó su camino a la casa que estaba a la salida de Hogsmeade.

La conversación con esa mujer le provocó fruncir el ceño. Aunque Evan trataba de esconderlo de él, Tom sabía que el joven tenía el desagradable hábito de olvidar cuidar de sí mismo. Era casi como si pensara que su vida valía menos que la de los demás.

Para Tom esa era sólo otra razón por la que debía preocuparse por Evan. Era obvio que el joven no era capaz de cuidar de sí mismo.

Cuando llegó a la casa fue recibido sólo por el fantasma. Al parecer Evan había salido temprano en la mañana y todavía no regresaba. Tom sabía que no podía hacer nada hasta que el otro volviera. Pero eso no ayudaba con la necesidad que sentía de viajar vía flú hacía Londres para encontrarlo antes de que su tutor se metiera en problemas.

El comienzo del comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora