Capítulo 23.

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Talía sale de la casa, manteniendo la puerta de la salida abierta, dándome a entender que quiere que salga con ella. Cojo mi ropa, algo arrugada de pasar la noche en el suelo, vistiéndome lo más rápido posible y salgo de la casa, no sin antes dar una última mirada a un Derek dormido plácidamente sobre un reguero de toallas.

Al salir me encuentro con Talía, dándome la espalda, con la mirada fija en algún punto del bosque.

-Tienes que irte. Hoy.- Dice tajante, sin mirarme.

-¿Qué?- pregunto desolado sin querer procesar lo que dice.- No... pero... ¿Es por lo de Derek? No puedes...

-No es por Derek.- Se gira, mirándome sinceramente.- He hablado con Deaton, al parecer para que puedas volver a tu tiempo son necesarias unas condiciones astrales, condiciones que se han cumplido esta noche, y no volverán a pasar hasta dentro de 3900 días, algo más de diez años y medio; y a juzgar por tu diferencia de edad esa fecha corresponde al día en que tu viniste. Tienes que irte antes de que termine el amanecer, y eso ocurrirá en menos de dos horas.

-No... pero... no puedo irme. Hoy no.- Niego con la cabeza comenzando a temblar por el shock, mientras noto como mis ojos comienza a aguarse.

-Stiles, no puedes esperar diez años. Es un riesgo que ninguno de los dos nos podemos permitir correr.- Insiste en tono serio, intentando hacerme entrar en razón.

-Pero...- Miro hacia la casa, viendo a Derek a través del ventanal, y siento como mi pecho se comprime.- Al menos déjame despedirme.

-Está bien, tienes diez minutos.

Vuelvo a entrar a la casa, y me acerco a Derek, arrodillándome junto a él, dispuesto a despertarlo, pero me arrepiento segundos antes, viéndome incapaz de hacerlo, no puedo despedirme de él cara a cara, no podría decirle que me voy mirándole a los ojos. Me levanto y con las rodillas temblorosas me dirijo hacia unas de las estanterías, cogiendo un trozo de papel y, cual cobarde, escribo una nota de despedida, dejándola cerca suyo, para que la vea cuando despierte. Me acerco a su rostro, posando mis labios sobre los suyos, solamente es un simple roce, pero lo suficiente para que mi corazón se salte un latido al saber que este va a ser el último beso.

Salgo de la casa con el corazón en un puño, cerrando la puerta tras mi paso. Camino lentamente hacia donde me espera Talia, y asiento con la cabeza para responder a su silenciosa pregunta que me formula con la mirada para saber si ya nos podemos ir. Caminamos hacia el interior del bosque, llegando a su coche aparcado a unos metros, nos adentramos en él iniciando el camino hacia la veterinaria en un silencio tenso, llegando cuando apenas queda una hora para que termine el amanecer.

-Pensaba que ya no llegaríais.- Dice Deaton de forma impaciente al vernos entrar por la puerta.

-La lluvia hizo que fuera difícil rastrearlo.-Aclara Talía en tono defensivo.

-Siéntate.- Me ordena Deaton señalando la camilla y sale de la sala dejándonos solos.

-¿Cómo se supone que voy a hacerlo? Sabes que no estoy preparado.-Hablo por primera vez.

-Si lo estás, lo harás bien.- dice en tono reconfortante, pero puedo notar cierta duda.

Deaton vuelve a entrar con un pequeño tarro de cristal que contiene un líquido azul que ya conozco.

-De un trago.- dice entregándome el tarro.

Me lo llevo a la boca, volviendo a saborear esa amargura que me revuelve las tripas. Me lo trago y siento como me raja la garganta lo que me hace toser fuertemente. La habitación comienza a darme vueltas, comenzando a marearme, haciendo que caiga a peso plomo sobre la camilla. Mi pulso se acelera, me empieza a faltar el aire y solo soy capaz de cerrar los ojos para que el mareo disminuya; pero no lo hace sino que va a peor, haciendo que el liquido que he ingerido recorra el camino inverso, volviendo a mi boca teniendo que girarme rápidamente para vomitar sobre el suelo de la veterinaria.

Deaton se acerca preocupado, observándome con los ojos muy abiertos en silencio. Busco a Talia sin encontrarla, pero en su lugar se encuentra un Derek de 26 años mirándome con el ceño fruncido frente a mi.

-Derek, ve a avisar al resto de la manada de que ha despertado.- Ordena Deaton, sin apartar la vista de mi.- ¿Cómo estás?- Pregunta una vez que Derek sale de la habitación.

-Mareado. Y algo confuso.

-Nos tenias preocupados, has tardado más de lo que pensábamos en despertar. Ha pasado una hora.- Dice alumbrándome con una linterna  a los ojos comprobando mis reflejos.

-Para mí han sido cuatro meses, así que no te quejes.- Exclamo algo exasperado retirándome la linterna de la cara.

La puerta se abre, dejando entrar a toda la manada que se acercan a mi, lo cual me reconforta y me agobia a partes iguales, aunque puedo ver como Derek se mantiene alejado apoyado en la pared y evitándome la mirada.

-Oye, me encantaría quedarme aquí en mitad siendo abrazado por todos, pero nos queda poco tiempo y tenemos que conseguir mercurio.- Se retiran un poco y vuelvo a poder respirar con normalidad.

-Por el mercurio no hay problema.- Dice Deaton acercándose a mi y sacándome el collar con la chapa.

-¿Qué haces?- le pregunto extrañado.

-Esto se lo di a tu madre hace diez años para que te lo pusiera. Esta compuesto de una extraña aleación de mercurio y protegido por varios druidas. De hecho es lo que te ha mantenido con vida todo este tiempo.- dice señalando la chapa del extremo.- Lo tendremos que fundir.

-¿Vais a hacer una bala?- pregunta Scott.

-No, con una bala solo tendríamos un intento, le daremos forma puntiaguda para hacer una especie de puñal; Stiles tendrá que luchar cuerpo a cuerpo, pero...

-No.- Habla Derek por primera vez desde que he vuelto, en tono tajante, cortando a Deaton.

-Ya hemos hablado de esto Derek.- Le responde Deaton.

-No, tu hablaste sin escuchar mi opinión. Es una locura.

-Puedo hacerlo.- reclamo sintiéndome algo ofendido.

-No, no puedes. Eres un humano con un punzón metálico contra un Nogitsune milenario. Acabarás muerto y nosotros también.- Me mira, por primera vez, y puedo ver la preocupación en sus ojos.

-Agradezco tu confianza.- Digo con ironía.- Pero para tu desgracia soy el único aquí que ha sido entrenado para esto.

-No que va. Hace unos años Peter y yo encontramos las garras de Talia, y desde entonces estoy entrenando para esto. Estoy más preparado que tu.

-Ah si? Pues si mal no recuerdo la primera vez que luchamos juntos te gané, a pesar de ser un simple humano.- Digo en tono agrio recordándole el primer día que estuve en la mansión Hale; aunque me arrepiento de haberlo hecho al segundo de ver como me mira.

-Está bien, haz lo que quieras. Pero yo no me voy a quedar aquí viendo como te matan.- Murmura con cierto tono de rencor, saliendo de la veterinaria dando un portazo.

Qué Es Lo Peor Que Podría Pasar? (STEREK).  (#FAwards2k17)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora