Capítulo Uno: Dejarlo ir

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KHALESSI

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KHALESSI

Solo tengo una milésima de segundo para hacer contacto visual con él antes de que el vehículo rojo lo aleje a varios kilómetros de mí. Mis ojos se abren de par en par no siendo capaz de reaccionar por segundos, un pitido sonando por mis tímpanos. El grito de mi mejor amiga es lo que me regresa los pies a la tierra.

No, no, no...

—¡Judah! —grito desgarradoramente, levantándome del suelo y corriendo lo más rápido posible hacia donde se encuentra. Tengo solo segundos para apreciar como el auto se aleja a lo lejos, dejándolo a su suerte —. ¡Oh por Dios! —exclamo al verlo.

Su rostro se encuentra completamente ensangrentado. Sus brazos tienen hilos rojos cayendo por ellos y sus prendas se encuentran bañadas en sangre. Con manos temblorosas coloco su cabeza en mi regazo, tratando de hacer que abra los ojos. Por más de que le grito que reaccione, no lo hace. La ansiedad comienza a llenar mi pecho y me entra un ataque de pánico como nunca antes.

—¡Llama a una ambulancia! —le grito a mi hermano, quien se encuentra al teléfono con el número de emergencias. Regreso mi mirada al cuerpo inmóvil de Judah y coloco mis dedos en su cuello para asegurarme de que tiene pulso. Suspiro entre sollozos al ver que aún sigue vivo —. Amor, quédate conmigo. No te vayas.

—¡Judah! ¡Judah, joder, reacciona! —Mi hermano se tira a mi lado y le da una tremenda bofetada, demostrándome su desesperación —. No otra vez por favor —solloza.

La imagen de mi hermano en aquel cuarto de hospital cuando la morena se encontraba muriendo en sus brazos llega a mi mente, y mi ataque de pánico comienza a crecer en cantidad. Claudia trata de ponernos bajo calma, pero también se encuentra temblando, su cordura perdiendo de un hilo.

Cuando la ambulancia llega con la policía, tenemos a una multitud de personas a nuestro alrededor tratando de ayudar. Mis prendas se encuentran manchadas de sangre al igual que las de ellos, pero ninguno dice nada al respecto. La policía trata de preguntarme lo sucedido, pero Claudia me hace subir en la ambulancia con el padre de mi bebé, diciéndome de que ella y Derek se quedarán a contestar todas las preguntas necesarias.

Me encuentro hecha un manojo de nervios mientras veo a los paramédicos hacer su trabajo sin temblar, tratando de como sea mantenerlo con vida. Mis oídos se desconectan cuando escucho un pitido por parte de la máquina, y aprecio como se gritan entre sí que necesitan usar una descarga eléctrica. Siento mi pulso ceder, pero mi cuerpo vuelve a tierra cuando suspiran, diciéndome que todo se encuentra bien.

Al llegar al hospital, me impiden la entrada detrás de la puerta de cuidados intensivos, así que no me queda de otra que sentarme en una de las bancas después de forcejear un rato con la enfermera que trata de tranquilizarme. Mis manos no dejan de temblar mientras que me centro en un punto fijo en la pared.

Abro los ojos al darme cuenta de que necesito avisarles a sus padres de lo sucedido, al igual que a los míos. Mi bebé ahora se encuentra con Natalie, así que no quiero preocuparla por miedo a que le ocurra algo a su embarazo. Muerdo mi labio inferior cuando me Pax me contesta la llamada.

Estando a tu lado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora