Capítulo Seis: Contigo

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KHALESSI

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KHALESSI

No puedo evitar que mis ojos se llenen de lágrimas de emoción cuando veo el reencuentro emotivo del padre de mi bebé con mi hermano y mi mejor amiga, los tres no dejando de temblar mientras se abrazan por toda una eternidad, y hasta ello no parece ser suficiente. Puedo jurar que nunca he visto a mi hermano sonreír de aquella manera desde que él se fue de nuestras vidas después de mucho tiempo. Y ahora que ha regresado, ninguno va a dejarle ir.

Sonrío sintiendo un gran alivio cuando aprecio a todos festejar por el regreso milagroso del padre de mi pequeña mariposa. Todos tratando de decirle lo mucho que lo han extrañado y de que podrán recuperar todo el tiempo perdido y ayudarle a alcanzar las memorias en las que estuvo ausente.

Cuando mi pequeña mariposa hace acto de presencia en el salón, ladeo la cabeza con una gran sonrisa, esa la cual ella está ofreciéndoles a todos en la habitación. Río por lo bajo al admirar su rubio cabello resplandecer con cada movimiento al girar su cabeza. Es como si un rayo de sol estuviese siendo reflejado en ella con cada paso que da. Esa es la misma manera en la que la he mirado desde que llegó a mi mundo para volverlo un lugar lleno de felicidad.

Mi campo de visión cambia cuando aprecio que su rostro gira hacia la dirección en la que se encuentra el desconocido para ella. Sus ojos azules encuentran los de él, las comisuras de sus labios subiendo en una gran sonrisa. Mi pequeña mariposa imita su acto sin poder evitarlo, y es como si ambos estuviesen solos en la habitación. Mi corazón se oprime, disparando miles de emociones alrededor de la habitación, cuando ella sonríe de vuelta. Si pudieses fotografiar este momento, estaría puesto en mi sala como una de las mejores fotografías que poseo.

—Mi caracola, ¿quieres una galleta? —Aprecio como la sonrisa de Judah decae al ver a Matthew acercársele, despertando sus celos.

Sus manos se vuelven dos finos puños a sus costados cuando mi pequeña mariposa rodea a Matthew con sus brazos antes de recibir el dulce. Está más que claro que no quiere que la toque o que esté cerca de ella, y no soy la única que lo nota, ya que de la boca de Natalie se escapa un pequeño y buen disimulado mohín.

Parpadea varias veces cuando la otra pequeña se aparece en su campo visual. Ladeo la cabeza al ver su largo y rizado cabello castaño caer por sus hombros tocando el delicado vestido azul marino que lleva puesto. Le ofrece una gran y amplia sonrisa ya que lo conoce de pies a cabeza. Su padre nunca le ocultó la verdad sobre quién es el padre de mi pequeña, y le agradezco que nunca haya cometido el error de comentárselo por equivocación.

Recuerdo la primera vez que la conocí cuando apenas era una bebé recién nacida. Todo el aire saliendo de mis pulmones al apreciar lo parecida que es a su madre, solo que sus ojos al mirarme reflejan la mirada de su progenitor, aquella la cual te hipnotiza y te enamora. Es una gran mezcla de genes.

—Kaia, ven a saludar a tu tío —le dice mi amigo, a lo que la pequeña de ojos miel va corriendo hacia ellos —. Judah, ella es mi pequeña latina.

Estando a tu lado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora