JUDAH
Resuenan gritos por parte de los niños al otro lado de la línea, los dos suplicando que por favor no les deje solos, las risas de Vanessa inundando el lugar. Grito desesperado cuando escucho las súplicas de mi pequeña leona, pidiendo entre sollozos que no los queme.
—¡Alguien haga algo, ahora! —exijo, mirando a los hombres de policía —. ¡Los está quemando vivos!
—Solo calma —pide uno de ellos, guardando sus cosas en ambos bolsillos. Me acerco para tomarle del cuello de la camisa cuando siento unos brazos rodearme, alejándome de él —. Iremos por ellos, ahora.
Derek no me da ni tiempo para pensar cuando me toma de la camiseta, arrastrándome hacia la salida. Me obliga a subirme al asiento de copiloto de su auto a regañadientes, diciéndome entre gritos que vamos a seguir a la patrulla, aquello calmándome, aunque sea un poco.
Mi corazón no deja de amenazar con querer salirse de mi pecho en cualquier segundo, mi mente no dejando de jugar en mi contra, haciéndome pensar en todas las cosas que pueden suceder en solo segundos. Puedo escuchar sus gritos, suplicándole a aquella mujer que los dejase ir, ella no teniendo ningún tipo de piedad.
Maldigo varias veces cuando me percato de que estamos a las afueras de la ciudad, en un edificio completamente inhabitable. Hay personas alrededor de él, ninguna siendo lo suficientemente valiente como para entrar a salvar a los niños que se encuentran adentro, gritando por ayuda.
Los autos de policías rodean el lugar, no dejando entrada a ninguna persona, colocando una cinta de advertencia. Sin pensarlo, ambos corremos hacia ellos, Derek inmediatamente tratando de romper la barrera de personas para entrar hacia el edificio.
—¡No pueden pasar! —nos grita un oficial, mirándonos —. Los bomberos ya están en camino.
—¡Es mi hijo quien se encuentra ahí metido! —exclama Derek —. ¡Muévase o no respondo!
El oficial no tiene ni la más mínima intención de dejarnos el pase, mi mirada no pudiendo apartarse del edificio ardiendo en llamas, varias explosiones rompiendo cristales a cada segundo. Gruño de desesperación, no sabiendo qué hacer o cómo entrar para ayudar a mi pequeña.
Intercambio una rápida mirada con mi mejor amigo, quien entiende mi idea cuando tomo al oficial de la camisa, él rápidamente colándose entre los demás policías, entrando sin dudar en el edificio en llamas. Empujo al oficial corriendo detrás de él a pesar de los gritos de los demás, diciéndonos que regresemos.
Entrar a la primera planta es comenzar a toser, el humo entrando por mis fosas nasales, raspándome la garganta. Cubro mi boca y mis ojos se devuelven dos líneas gracias a la dificultad que produce el vaho para observar a mi alrededor. Encuentro a Derek en la misma posición, señalando hacia arriba.
Es entonces en donde me percato del por qué sus ojos brillan con miedo: hay puro silencio. Aquello sin contar los objetos que se caen por todos lados, el fuego carcomiéndolos. Los gritos de ayuda han dejado de sonar.
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Estando a tu lado ©
RomanceTrilogía Prohibido #2 Promesas son promesas, juramentos los cuales a pesar de no ser escritos en un solido papel, quedan en la mente de las personas como pequeñas espinas las cuales anhelan quedarse en lo muy dentro de ti, convirtiéndose en lo mejor...