01

378 30 12
                                    

Hubo una época en la que mis emociones prácticamente se apagaron, no sentía dolor, ira, pero tampoco sentía amor o felicidad, nada me emocionaba, nada me entristecía, no sabía si estaba vivo o si había dejado de respirar; me encontraba viviendo un episodio de mi vida en donde era el personaje secundario, era como estar actuando de forma automática.

El estar así llegó a un punto en el que creí había perdido la cabeza, yo solo quería sentir algo, lo que sea, fue entonces cuando le conocí. Las emociones me sobrepasaron y no sabía si esto era peor, me abarrotaron y removieron como el viento recio a las olas inestables, me dejaron indefenso, desnudo, expuesto ante alguien que no tenía piedad y fue allí donde experimenté por primera vez lo que era realmente el dolor.

Al final descubrí que no era tanto el hecho de que me gustara en sí el dolor que estar a su lado me producía, no, definitivamente no era masoquista, no me gustaba el sentimiento de desesperación y angustia que produce y trae consigo el dolor pero al menos me hacía sentir vivo, me recordaba que vivía y que sí, aún respiraba, porque sentir dolor era mejor que no sentir nada en absoluto.

A quien conciernaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora