A quien concierna

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Mis manos no han tocado a nadie más y mis labios no han besado a desconocidos desde la última noche que te vi -si es que te lo cuestionas como yo lo hago, porque la pregunta de si habrás encontrado a tu otra mitad me tortura cada noche-. Mis ojos no han apartado la vista de la fotografía que siempre guardo en mi bolsillo junto con un último cigarrillo y el corazón me continúa latiendo con la misma intensidad cuando te recuerdo. En las noches vacías y silenciosas, cuando me siento más solo que de costumbre aún puedo sentir tu espíritu corriendo por la habitación, sonriendo, siendo jóvenes de nuevo. Tu nombre aún se desliza por mis labios inconsciente; embriagado de tu espíritu agridulce te llamo cada noche pidiendo que vuelvas y calmes esta sed y apagues este sentimiento de echarte de menos. Aún sigo esclavo de tus ojos y tu poca sutileza. Llévame de nuevo a la noche en la que nos conocimos y hazme vivir todo otra vez.