A quien concierna

22

Hace tiempo no sentía las ganas y la necesidad de besarte como las que siento ahora. Las manos me tiemblan, el corazón me rompe el pecho, mis dientes juegan con mi labio al compás de mis botas de cuero dando pequeños choques contra el piso.

Cualquiera de lejos podría deducir que estoy ansioso o nervioso incluso, alguien que me conociera mejor ya me habría dado un cigarrillo -y vaya que lo necesitaba- pero no serviría de nada, estoy ansioso sí, pero no por no tener fuego para encender el último cigarro que tengo en los bolsillos. Estoy ansioso porque no sé qué estoy a punto de hacer, la razón me dicta algo y el corazón grita otra cosa y cuando eso me pasa termino haciendo cosas de las que nos arrepentimos; mi orgullo y yo.

Mi dedo índice comienza y va a la par con mi pie, dando pequeños golpes sobre mi rodilla haciendo mi respiración más pesada con cada segundo que pasa. En mi mente solo hay algo: tú, y todo lo que eso conlleva, ¿dónde y cómo estarás? ¿Me echarás de menos, aún seguiré siendo tu inspiración? ¿Te habrás sentido de la misma manera en la que yo me siento ahora? Tengo ganas de buscarte, tomarte entre mis brazos y no dejarte ir -otra vez- pero hay algo que me mantiene atado: mi orgullo y las dudas que me carcomen.

Una de las razones por las que extraño tu boca era porque me dejabas perderme en ella el tiempo que quisiera y no sentía pasarlo, horas y minutos se convertían en polvo al besarte, con un simple roce lograbas aclarar mi mente. Lograbas que me recordara y que me perdiera a mí mismo a la vez.