Capítulo 12: Primas.

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Entré al lugar y me detuve al verlos allí… ambos estaban riendo a carcajadas, haciendo que la gente se girara a verlos. El señor Pimentel restregó sus ojos y luego despeinó, divertido, el cabello de Chris.
Una leve sonrisa curvó mis labios y mis ojos se nublaron por las repentinas lágrimas. ¿Cuántas veces me imaginé a mi hijo con su padre? Aquel maldito infeliz que nos abandonó. Gracias a dios no recuerdo nada de su mugrosa existencia. Gracias a dios no está en mi memoria.

Me acerqué a la mesa y ambos se giraron a verme. Aun reían por lo bajo. El señor Pimentel se puso de pie y volvió a restregar uno de sus ojos.

—Lo siento —se disculpó —Estábamos riéndonos de un chiste… nada muy importante.

—No tiene por qué disculparse, señor Pimentel—le aseguré y tomé asiento —Me parece perfecto que la gente tenga sentido del humor.

—Usted parece carecerlo bastante —dijo. Lo miré mal. Chris rió por lo bajo.

—A decir verdad, mi mamá es muy graciosa cuando está en confianza.

—Eso tendría que verlo… —murmuró el castaño mayor.

—Bueno, ¿Qué vamos a desayunar? —pregunté y tomé el menú que allí estaba.

—Yo primero tengo que ir al baño, mami —dijo mi hijo poniéndose de pie.

Me sentí repentinamente nerviosa al saber que me quedaría sola con aquel hombre.

—El baño está por allá, Campeón —le señaló él.

Chris asintió y salió corriendo de la mesa. Tragué saliva y mantuve mi vista clavada en la cosa que tenía en mis manos. El silencio se estaba volviendo insoportable… pero no me animaba a levantar la vista para enfrentarlo. Era plenamente consciente de que él me miraba fijo. Cada parte de mí podía sentirlo.

—Demonios —lo escuché musitar. Me forcé a mirarlo. Su cara era una completa mueca de dolor, de angustia.

—¿Qué sucede? —quise saber.

—No puedo evitar pensar que usted es ella —dijo sin dejar de mirarme.

—¿TN_________? —pregunté. Asintió levemente —Pero ya sabe que no soy ella, ¿cierto?

—Desgraciadamente, si —contestó.

Ese ‘desgraciadamente’ llenó mi cuerpo de una sensación tonta de culpa… Yo no era quien él quería que fuera.

—¿Quién es ella? —dije. Sacudí levemente la cabeza —Quiero decir… Para usted, ¿Quién es ella?

—TN________ fue, es y será el amor de mi vida.

Sentí un molesto nudo cruzar mi garganta. Mantuve mi mirada fija en la suya, mientras las extrañas emociones inundaban mi cuerpo.

—¿Y yo me parezco a ella?

Me maldije internamente ante aquella estúpida pregunta. Está claro que si lo soy… Sus lágrimas, la forma en la que me miró ayer. Son muestras suficientes de que mi imagen le hizo mucho daño.

—Usted es escalofriantemente igual a ella —aseguró —Pero no es una casualidad.

—¿No lo es? —dije sorprendida.

Negó con la cabeza y apoyó sus manos sobre la mesa. Las miré.
Manos fuertes, grandes… manos de hombre. Llenas de vida, de caricias para dar. Llenas de misterios, tal vez. Volví mi vista a la suya.

—TN_________ y usted son familia.

—¿Familia? —inquirí sorprendida. Jamás en mi vida había escuchado a mis padres hablar de una tal TN_________.

Nothing in my way llDonde viven las historias. Descúbrelo ahora