Nothing in my way ll

Capítulo 45: No te alejes de mi.

Contarle toda la verdad a Pablo había sido una de las cosas más difíciles que tuve que hacer en mi vida. Él no me creía, no daba crédito a lo que yo le había dicho.
Pero luego lo comprendió. Me dijo que necesitaba estar solo, y se marchó del departamento. Me quedé angustiada, ya que todo se estaba… cayendo.

Decírselo a Miranda tampoco fue fácil, pero creo que ella estaba más preparada para algo así. Siempre me había dicho que le parecía raro que mis padres no me ayudaran a recuperar la memoria. Y ahora todos lo sabían, ya mi vida estaba cambiando.

Lo que también estaba cambiado era Joel. Después de aquella noche en la que contesté su celular no había dejado de estar… algo distante. Principalmente cuando estábamos en la calle. Traté de sacarle la verdad, pero me era imposible. Él era demasiado persuasivo.
Lo miré. Manejaba serio y con la mirada fija en el camino.

—Joel—lo llamé.

—¿Si? —inquirió sin siquiera mirarme.

—¿Ya no me amas? —le pregunté.

Al instante su rostro giró hacia mí. Frunció el ceño y volvió la vista al frente.

—¿Por qué iba a dejar de amarte? —me respondió con otra pregunta.

—No lo sé… tal vez los años de dolor por mi culpa te han llenado de una rara especie de desprecio hacia mí.

—¿Estás loca, TN________?

—No, no estoy loca —dije algo ofendida —Solo estoy confundida. Estás tan distante. Y yo no quiero que seas así. Yo quiero que me beses en público, que quieras agarrarme la mano, que me abraces… ¡Esas cosas quiero!

—Yo también quiero hacerlas…

—¿Y por qué no las haces? —inquirí ofendida.

—Porque no puedo.

—Y yo necesito una maldita respuesta a eso.

No dijo nada y el auto se detuvo. Miré por la ventana y divisé que ya estábamos en el aeropuerto. Sin decir nada me bajé. No quería seguir… ‘peleando’ por algo que no sé.
Escuché que él también se bajaba.

—TN________ —me llamó. No le respondí y seguí caminando —TN________…

Dejé de caminar, pero no me di la vuelta. Me quedé quieta con los brazos cruzados sobre mi estómago. Sentí que una de sus manos me tomaba del brazo y me giró hacia él.

—Más te vale que tengas la respuesta que quiero, Pimentel.

Sonrió. Mi corazón latió rapidísimo.

—¿Sabías que Chris ya tiene mi apellido, cierto? —dijo.

Lo miré bien… Otra vez cambiándome el tema. Me solté de su agarre y volví a caminar.

—Eres… un imbécil, Joel —le aseguré.

Escuché sus quejas y sus pasos detrás de mí. Ingresamos al aeropuerto. Estaba infestado de gente. Otra vez su mano me tomó del brazo.

—Te voy a pedir que por favor no te alejes de mí —me dijo al oído.

Pude sentir el ¿miedo? en su voz. Lo miré a los ojos y lo vi. Si, era miedo.
Solo asentí y seguimos caminando lo más cerca posible. La voz en un parlante nos avisó que el vuelo desde Luisiana acababa de arribar. Lo miré entusiasmada… Mi suegro ya estaba aquí.
Nos dirigimos hacia la sala de espera. Y yo estaba realmente ansiosa por volver a ver a ese hombre.
Joel ya le había contado toda la verdad. Y Nicolás Pimentel le había dicho que se tomaba el primer vuelvo para venir hacia Nueva York.