El hecho de haber nacido el mismo día los tenía marcados de por vida, pero ¿qué pasaría si ese día diecisiete años después terminara siendo el último?
La vida de ocho jóvenes se ve en peligro por un acontecimiento que los ha seguido hasta la fecha...
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Narrado por Natalie
—¿Ya está todo?
—Sí Nat, deberías de relajarte —me dice Oliver, mi rey del baile de graduación.
—¡Perfecto!
Era la última fiesta de Halloween que daría antes de partir a la universidad, debía ser más que perfecta y sería algo que siempre recordarían.
Había estado esperando durante años el día de la graduación, el día en que me coronaría reina de generación, el día en que diría adiós a este suburbio que odiaba por los malos ratos que me había hecho vivir, el día en que simple y sencillamente sería libre de rehacer mi vida en otro lado junto a otras personas.
Y ahora solo era cuestión de horas para irme de aquí.
Mi legado de abeja reina había pasado a manos de Tiffany, la nueva líder de porristas, mi subordinada favorita de estos tres años en la preparatoria. La había educado para que todos la idolatraran, que se diera a respetar y para que dejara huella por generaciones. Uno de mis proyectos favoritos.
Observaba a todos decorar la casa, dejándola impecable y que realmente estuviera acorde a la temática de Halloween. Bebidas comenzaban a traer todos, frituras vaciaban en tazones. Vasos rojos se apilaban en la cocina a lado del refrigerador, cervezas eran ingresadas al congelador.
—¿De qué te vas a disfrazar Nat? —me pregunta una chica que jamás había visto.
—Es obvio que hoy seré una porrista, es la última vez que portaré el uniforme.
La chica me sonríe, se retira hacia la sala con adornos en la mano. No me había portado groseramente, simplemente le respondí. Doy media vuelta y subo a la habitación que se me había asignado para empezar a transformarme en una sexy porrista.
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Narrado por Delilah.
—Es hora de ir por nuestros disfraces.
Salgo de casa en compañía de Violet para ir por Tania y así dirigirnos al centro comercial en busca de los disfraces. La hora se acercaba más, a pesar de que ya sabíamos lo que compraríamos tardaríamos horas en vernos perfectas.
