Capítulo 22: El Club de los Ocho

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Narrado por Danny

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Narrado por Danny.

—Danny...

—Mamá quiero estar solo, por favor.

No quitaba de mi mente el ver a Bryan muerto.

La casa estaba rodeada de los pocos vecinos que se encontraban. La policía tardó veinte minutos en llegar, ya era demasiado tarde.

Nos sacaron a los tres de la escena dejando los cuerpos. Me atendieron inmediatamente para curar la herida de mi hombro.

Caroline estaba junto a Violet abrazándola y diciéndole que todo estaría bien. Ella no paraba de llorar, seguía en trance por haber disparado.

El Club de los Ocho había desaparecido.


Mamá volvió a hablarme y esta vez tuve que levantarme.

Era ya tarde.

Era el sepelio de los cinco, no podía faltar.

Me miré en el espejo, el traje negro que había usado en la fiesta de navidad donde nos habíamos divertido ahora era el traje con el que los despediría.

Bajé las escaleras y ahí estaba Violet junto a Caroline. Los tres nos dimos un abrazo diciéndonos que debíamos vivir por todos. Tal y como lo dijo Bryan.

Al llegar al cementerio fue raro verlo lleno de gente. Cinco lugares disponibles para cada uno de ellos, cinco espacios que nunca llenarían ahora en nuestras vidas.

Buenos tardes a todos. Mi nombre es Danny Baggot y como ustedes saben soy uno de los ocho.

Realmente no tengo palabras que decir, pero me pidieron que las dijera para despedirnos de nuestros amigos.

No quiero decir cosas tristes, porque pienso yo que es mejor recordar los buenos momentos que vivimos con cada uno de ellos.

El Club de los Ocho, así nos llaman, el grupo que jamás se separa. La mesa en la cafetería que está exclusivamente para nosotros. Las cuatro chicas que todos los viernes iban de compras, los cuatro chicos que jugaban en el parque.

Los ocho niños que se escapaban de pequeños al bosque a jugar que eran exploradores. Los ocho jóvenes que se reunían en el centro de Stewartville en la noche para contar historias de terror. Los ocho estudiantes que siempre destacaban, bueno Barrie no tanto pero era inteligente a su manera.

Esta semana no perdimos a unas simples personas, perdimos a amigos, familiares, personas que tenían un increíble futuro por delante. Personas que sin pensarlo iban a ser conocidas el resto de nuestras vidas.

Sí, es triste el pensar que ya no los veremos en los pasillos de la escuela, en nuestros hogares, en las calles de toda Stewartville. Es triste pensar que ya no verán a los ocho mismos chicos reunidos cada día...

Al decir esas últimas palabras fue inevitable que las lágrimas cayeran. Me retiré pidiendo disculpas y me alejé del lugar. Caroline y Violet también se fueron conmigo.

Estuvimos a una distancia considerable viendo como todos se despedían y lanzaban flores a cada uno de los ataúdes. Poco a poco la gente comenzó a retirarse y fue ese el momento en el que nos acercamos a despedirnos.

—Entonces es el final...

—No digas eso Violet, hay que cumplir lo que nos propusimos ese día de navidad. Todos quedamos en algo y no podemos dejarlo de hacer —responde Caroline abrazándola.

—El Club de los Ocho —digo rompiendo su abrazo.

—¿Qué tiene Danny?

—Es curioso cómo nos nombraron.

—¿Recuerdan aquella vez del picnic donde Barrie se cayó del columpio que improvisó con cuerdas? —pregunta Violet.

—Jamás olvidaré eso. Fue demasiado gracioso y qué tonto era Barrie. Sin ofender amigo, sabes que te quiero —dice Caroline viendo hacia su lugar.

Los tres reímos al recordar varios momentos que habíamos vivido juntos. Momentos llenos de felicidad en donde solo nos interesaba compartir nuestro tiempo y ser felices.

Colocamos cada uno una rosa roja en cada uno de los lugares de ellos. La última que coloqué fue en la de Bryan y me despedí dándole las gracias.

Llegué a casa y un oficial se encontraba afuera. Mi mamá salió en cuanto me vio y dijo que no tenía nada que testificar, que me dejaran en paz.

Al entrar mi padre me abrazó y comencé a llorar nuevamente. Me había aguantado las ganas en cuanto aventamos las rosas, no quería que los tres comenzáramos un mar de lágrimas.

Después de haber estado con mis padres subí a mi habitación. Busqué ropa cómoda para quitarme el traje y al usarla me recosté en la cama.

Miraba el techo, las estrellas comenzaban a brillar al tornarse más oscura mi habitación.

Ahora solo quedaba seguir adelante.


Desperté tratando de recordar el momento en el que me había quedado dormido. Revisé mi celular y tenía un mensaje de Violet diciendo que me veía con Caroline en el parque.

En seguida me levanté para ducharme y salir hacia el lugar.

Bajé y me despedí de mis padres diciéndoles que saldría un momento. Tomé la bicicleta y salí disparado al parque.

Al llegar ya estaba Caroline junto a Violet colocando un mantel en el suelo. Una canasta se encontraba a un lado.

—¿Un picnic? ¿En serio?

—Hay que hacerlo por todos Danny.

—Me parece perfecto —respondí sonriéndoles.

Comenzamos a sacar la comida de la canasta. Una vez que acomodamos todo Caroline de su mochila sacó una bebida y tres copas. Empecé a reír porque a pesar de todo lo que habíamos pasado estábamos a punto de tener un día de campo. Los tres soltamos una fuerte carcajada y al final nos quedamos viendo.

—Gracias por todo chicos. Sé que nunca se los he dicho, pero son lo más importante que tengo en la vida —dice Caroline con sus ojos llorosos—, y sé que debí haber dicho esto cuando estábamos los ocho.

—Lo importante es que estamos aquí, no completos pero estamos. Quedamos en una cosa, ¿cierto?

—Vivir y disfrutar cada momento —responde Violet.

Sonreímos los tres y volteamos al árbol en donde aún seguía la soga del columpio improvisado. Reímos nuevamente al recordar esa caída épica.

Finalmente tomamos nuestra copa y la levantamos mirando hacia el cielo.

—Por ustedes chicos —dice Violet sonriendo.

—Por el Club de los Ocho.

Fin primer libro

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La Fecha Marcada (Libro I) |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora