Capítulo 21: La Casa del Terror

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Narrado por Bryan

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Narrado por Bryan

Rápidamente volvimos a nuestros lugares y fingimos el estar atados aún. Christopher reía desquiciadamente mientras nos observaba de uno en uno.

Volvió a avanzar hacia la cocina y en seguida me levanté para liberar a Caroline. Se escuchaba como silbaba desde donde se encontraba, la piel se me erizaba al pensar que estaba ideando el cómo matarnos.

Finalmente, pasé a desatar la soga de Danny y los cuatro volvimos a nuestras posiciones para que no sospechara.

Volvió a asomarse y esta vez llevaba consigo otra silla con algo que me dejo boquiabierto.

Era el cuerpo de Tania.

Emanaba un olor repugnante. No sé cómo es que Christopher se había atrevido a guardarlo. Poco a poco fue arrastrando el de Max y el de Barrie.

—Me hubiera gustado que también estuviera aquí el cuerpo de Delilah. Lástima que se lo llevaron —dice con una sonrisa perturbadora.

—¡Eres un enfermo! —grita Caroline.

—Y ahora debo completar mi colección, incluso tomé fotos para colocarlas en mi habitación ahora que regrese a la universidad. ¿Se imaginan? Es jodidamente excitante el hacer todo esto, pensé que la culpa me ganaría y no fue así.

>> Cuando maté a Tania sentí una enorme satisfacción que se quedó impregnada en mí hasta que seguí con los demás. Pero he de admitir que mi mayor obra fue la muerte de Delilah. Hubieran visto su rostro, su cara inocente viéndome a los ojos e implorando por su vida.

>> La mejor parte fue cuando corté su cuello y sus muñecas. Y cuando la colgué, jamás olvidaré sus rostros. Y Violet, tu grito fue el toque mágico a la situación.

—¡Basta enfermo! —Violet grita furiosa.

Un gran escalofrío recorrió mi cuerpo, era realmente una sensación de terror estar frente a todos los cuerpos. Christopher sacó de atrás de su pantalón el arma con la que nos apuntó al llegar a la casa. Poco a poco fue acercándose a nosotros y los nervios aparecieron.

—Hablemos bien Christopher —dije con la intención de calmar la situación.

—¿Hablar de qué Bryan? ¿No te quedó claro que debo acabar con esto?

—Sí, pero no hay que tener que llegar a eso.
¿Qué tal si solo te vas y nosotros no decimos ni una palabra?

—Que fácil lo haces sonar, pero lamento decirte que no.

—Que fácil lo haces sonar, pero lamento decirte que no

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