El hecho de haber nacido el mismo día los tenía marcados de por vida, pero ¿qué pasaría si ese día diecisiete años después terminara siendo el último?
La vida de ocho jóvenes se ve en peligro por un acontecimiento que los ha seguido hasta la fecha...
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Narrado por Danny.
Una vez que llegamos a la fiesta tuve que tocar el timbre —de mi propia casa—, alguien abrió la puerta y entramos. El ambiente ya había comenzado al ritmo de la canción Rich Girl de Gwen Stefani, parejas de un lado a otro disfrazadas con ciertos atuendos peculiares. No quería pensarlo, pero era la típica fiesta de Halloween cliché que había cada año, solo que en esta pareciera que competían para ver quién era más atrevido con su disfraz.
—¡Pero miren quien llegó! —grita Natalie al verme—. No recuerdo que nos hayamos puesto de acuerdo Danny, eh.
—Es una coincidencia nada más.
—Diviértanse chicos, es la fiesta esperada del año.
Toma un vaso rojo yéndose hacia la cocina. Violet comienza a reírse y no puedo evitar soltar una leve carcajada. La verdad es que Natalie tenía la reputación de que en todas las fiestas a las que iba —incluso en las que organizaba— terminaba en un estado de ebriedad en el que solo había un final esperado: el baño.
Seguimos avanzando entre la multitud que se encontraba en casa, miraba que no estuvieran haciendo cosas indebidas como el tomar los refractarios de mi madre porque seguro nos mataría si sucediera un accidente con ellos. Delilah me señaló hacia las escaleras en donde una pareja comenzaba a subir hacia las habitaciones, les grité que se detuvieran y que bajaran a la fiesta que estaba EXCLUSIVAMENTE en la sala. La caminata siguió hasta que llegamos a la parte trasera en donde se encontraban los otros cuatro. Barrie traía puesta una máscara de caballo y Max iba vestido de lo que parecía ser un gigolo.
El ritmo de la canción continuaba y todos bailaban con sus vasos rojos en mano. De izquierda a derecha, derecha a izquierda. La fiesta estaba a todo lo que daba.
—¡Natalie! —le grito al ver que está consumiendo hierba. Camino hacia ella y entonces se echa a correr hacia adentro. Alguien logra tomarme del brazo y al girar veo un rostro conocido.
—¿No piensas saludarme Dan? —me dice mientras siento electricidad correr dentro de todo mi cuerpo—. ¡Vamos! Di algo, por favor.
—Ryan... —me quedo paralizado, no esperaba que esto sucediera. Las miradas de todos caen hacia mí.
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