Fragmentos: La dama de la camelia negra.

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Entre el ayuno y la nada
mezclo un sedoso nenúfar
donde empaño mi mente:
estático rumor del mundo,
insípido vaho en que aromo
el decir sediento de quien platica en silencio
su flotante brevedad; cálida lucidez,
agitar la mirada entre tenues contemplaciones
desde la ventana a mi sien.

¿Seré quien hunde su metálico paladar?
Y espera claridad en el hambre
durante un tintineo insaciable
sobre los labios de porcelana;
rígido mantra de las hierbas.

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