Capítulo 4.

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Narra Nicholas.

Al irse, me quede un tiempo sentado en el pasto, mirando a quien sabe donde. La confecion de Hope me dejó pensando todo el tiempo que estuve ahí, y luego de irme, también. A Hope la habían... Ahg, violado, y yo como imbecil, no la espere, fui y sin saber si ella quería, Dios, me siento un imbécil.

Preferí irme a dormir, y dejar de pensar, ya que últimamente lo único que hago es arruinarlo todo.

×××

Domingo a la mañana, hoy si que sería día de dormir y leer mi libro favorito. Aunque raramente me molesta que haya tanto silencio en mi casa. Acostumbrado a estar todos los días con sonido, volver a ver que estoy sólo me deprime.

Me levante y fui en busca de una lata de cerveza, la cual me tranquilizaria, y organizaria mis pensamientos, así tal vez podría leer tranquilamente.

Narra Hope.

Estuve todo el domingo acostada en mi cama, imaginandome como hubiese sido si mi vida hubiese sido distinta. Si, pensamiento perfecto para un domingo depresivo

Intente también llamar a Dany, y preguntarle si le gustaría venir a mi casa.

Luego de no encontrar respuesta de parte de mi mejor amiga, llame a Josh, mi mejor amigo, el cual conozco desde mis 5 años, y que no veo nunca, ya que es 2 años mayor que yo. El si me respondió, y dijo que estaba en camino.

Josh - 15:40 pm. - Dom.

- Nena, prepárate, tu Príncipe azul esta en la puerta - Dice mi mejor amigo, obviamente refiriéndose a el, en broma.

- ¡¿Qué?! ¿¡Phil Collins esta en mi puerta?! - Dije con tono falso de emocion. Aunque amaba al Cantante de Genesis.

- Callate y sal - Contestó con un bufido.

Luego de eso, cortó la llamada y salí a recibir a mi mejor amigo.

A pesar de que los domingos en esta ciudad no eran muy divertidas, hicimos que nuestra tarde, lo sea. Fuimos a andar en bicicleta por todo el pueblo en donde vivía, tomamos un helado, y jugamos a la pelota como en los viejos tiempos.

×××

Llegue a mi casa luego de las 7 de la tarde, ya que tendría que terminar mis deberes para el día siguiente y luego irme a acostar. Aunque en mi casa, como siempre, había un silencio enorme, dándome a entender que nadie estaba allí. Mis hermanas como abitualmente hacían los domingos a esta hora, estarían en la casa de Lili, la vecina, y mis padres, por supuesto estarían metidos en su oficina hasta altas horas de la noche.

Subí a mi cuarto, puse música en un volumen medio, saque mis cuadernos, y me dispuse a hacer mis tareas. Raramente hoy, había dejado toda la tarde mi teléfono celular apagado. No quería recibir llamadas de nadie. Y por alguna razón, mucho menos de Nicholas.

Que suerte coincidir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora