Capitulo 15.Afortunada

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Esta señora le hace tanto al cuento...

Termino convenciéndome para que fuera a su casa, hoy a las ocho de la noche. Que según ahí me lo iba a explicar con más tranquilidad, que se me hace que quiere otra cosa.

 Le dije que si con tal de que se fuera.

Salí de bañarme y Julián aun seguía callado, traumado y de todo. A veces pienso que Julián es la mujer en esta relación y yo el hombre. En serio, él es más sentimental y llora por todo.

Me volteó a ver con tanto sentimiento que me hizo suspirar.

—Oh, Julián Blancas, tienes unos ojos grises muy expresivos. Me dan pena las chicas que se enamoraran de ti.

—A mi también—replicó él, cortante.

Le acaricié la mejilla, se torno roja al instante. Pero lo que me llamaba más la atención era que tiene su cabello muy largo.

—¿Me cortas el cabello?

A veces pienso que todo el mundo puede leer mi mente lo cual me harta porque no puedo pensar a gusto.

—¿Por qué tendría que hacerlo?

—Me gusta como lo haces.

En solo una ocasión le corte el cabello a Julián y fue cuando le empezó a crecer después de su accidente. No se lo deje tan bien pero me gusto como se le veía.

—No te levantes, que voy por las tijeras.

Y mientras iba por las tijeras pensaba en cómo voy a ir a la casa de Julie si ni siquiera me dio la dirección.

Julián seguía sentado en el suelo. Me arrodillé detrás de él, y 

aunque el pelo le llagaba por abajo de los hombros, no 

quería que se lo cortara mucho. 

—Cuidado con esas tijeras —me advirtió nervioso—. No me cortes demasiado, tan solo un centímetro—bromeó sonriendo, y luego se echó a  reír.

Daba vueltas en torno a él, recortándole con cuidado el pelo y cada vez que lo hacia él me veía nervioso. Tenía que ir constantemente hacia delante y hacia atrás, para ver que tal estaba quedando.

Le levantaba el pelo con el peine, como había visto hacer a los profesionales y luego se lo iba tijereteando por debajo del peine.

Y cuando terminé le cepillé el cabello, le quité unos cuantos mechones cortados de los hombros, y me hice hacia atrás para ver si había quedado bien. 

—¡Vaya! —dije, triunfante—. ¡No sólo estás guapo, sino también pareces demasiado masculino! Aunque, naturalmente, masculino lo eres y es una pena que no te dieras cuenta de ello. 

Le paso el espejo. 

Julián se puso a mirarse en el espejo, sin cansarse de ello.

Lentamente, su rostro se fue 

iluminando con una sonrisa de oreja a oreja.

—¡Dios mío! ¡As hecho un gran trabajo! Gracias, mi querida Alex. No tenía idea de que se te de tan bien los cortes. 

—Es que tengo muchas habilidades que ni siquiera sospechas. 

Supongo que dijo eso porque... ¡Se ve igualito! Neta, ni un centímetro le corte. Con razón se ve tan feliz.

—Estoy empezando a sospecharlo.

Él seguía con el espejo en la mano, pero acabó dejándolo a un lado, con indiferencia, y, cuando menos lo esperaba, saltó sobre mí. Forcejeó conmigo, tirándome al suelo.

El miedo a perderteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora