Capitulo 14.El fantasma en la oscuridad

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No me encontraba muy bien, la verdad es que llevo varios días, puede que algunas semanas. Ayer que llegue empapada gracias a la lluvia, Julián me estuvo cuestionando hasta que me harte y le dije que intente de bailar, y como falle llore. Obvio no le dije lo de mi mamá y que estuve como una hora llorando junto a Tony.

Los rayos del día entran por las finas cortinas y Julián aun sigue dormido acurrucado junto a mí. Contemplaba su cara, sus ojos, su boca y me di cuenta de cuanto lo quiero. Entonces algo lo tuvo que arruinar .No sé cómo, pero tome su mano y vi un número escrito en ella con el nombre de "Kent" junto a un corazón.

Sentí un zumbido en mis oídos y como la sangre se me calentaba del enojo.

—¡Vete al infierno, Julián! —Le aviento la mano con la que me estaba abrazando y él se despierta asustado.

—¿Qué, qué paso Alex?

—¿De quién es ese maldito número? —Le pregunto histérica desde el otro lado del cuarto.

—¿Cuál? ,¿qué? ,¿de qué hablas? —Todavía medio dormido empezó a buscar el famoso número.

En eso su móvil empezó sonar, Julián me dirigió una mirada dura y tapó el móvil intentando así que no se escuchara, ¿que no soy su novia? ¿Quién es esa vieja que le está llamando?
Me quede quieta al pensarlo.

—Eres un idiota— le dije con desprecio. 

Como no dejaba de sonar su móvil contesto.

—Sí… sí, hoy… —Y sonrió. 

Indignada y con un cabreo enorme, comencé a buscar mi ropa con brusquedad. Casi temblaba del enfado y la rabia que tenia.

Tengo unas ganas terribles de llenarle la cara de golpes.

Mi cabeza daba mil y un vueltas mientras seguía recogiendo mi ropa y me vestía lo más deprisa que podía. No sé ni por qué ayer en la noche deje que Julián pasara la noche conmigo.

Tengo ganas de romperme a llorar. 
O comerme un helado enorme de galleta oreo. 

Julián colgó el móvil y me dijo:

—¿Dónde vas? 

— Me largo.

Apenas podía respirar con normalidad de la rabia que sentía.

—¡Alex! — Gritó Julián mientras se paraba de la cama e intentaba sujetarme la mano— .Alex, Alex cariño, mírame, ¡eh! 

Intente zafarme de él, pero no podía.

—¡Alex, ya cálmate! 

Me tomo con más fuerza del brazo.

—¡Que te jodan, Julián! — me solté y salí corriendo del cuarto.

Él corrió hacia mí, pensé rápido y tome las llaves del carro de su papá poniéndolas en los planos de su universidad, amenazándole con rayarlos si intentaba acercarse.

—¡Ni te acerques! —Grito—. ¿¡Qué carajo te pasa?! ¿Estás loca o qué? 

Tuve que pararme a recuperar el aliento mientras le miraba frente a mí, a unos cuantos metros de distancia. Mi mano temblaba y no lo pasaba por alto, pero le fulmine con la mirada.

—Alex, joder no hagas tonterías y dame las putas llaves. 

Me eche a reír, se le veía completamente nervioso. Acerque más las llaves a sus planos.

—¡Joder! Alex…— dijo intentando ser dócil—.No le hagas nada a los planos… por favor. 

—¿De quién es ese número?

El miedo a perderteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora