Capitulo 24.Mi historia a terminado

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Son las cuatro de la mañana y aun no puedo dormir. Julián no para de dar vueltas en la cama, de roncar y abrazarme como si fuera una almohada en huesos, poniendo su pierna y brazo al rededor de mi torso.

Los últimos meses de mi embarazo fueron los más difíciles, ya no podía ni siquiera levantarme de la cama sin antes no haberme cansado, lo peor es que tenía que levantarme continuamente al baño por la presión que ejercía el pequeño Lucas sobre mí. Ya quería salir.

Lucas con apenas seis meses de edad,  pareció saber desde el primer momento que yo era su madre, conoce mi tacto, mi voz, incluso mis pasos. También siente un gran amor hacia su padre, que todas las noches llega del trabajo directamente hacia su cuarto a jugar con él, levantándole sus bracitos y dándole besos en su pancita. Lucas es la viva imagen de su padre, es como si lo hubiesen clonado y reducido, con esos risos castaños, su piel broceada y suave, y esos ojos grises oscuros, muy oscuros. Raramente tienen el mismo genio.

Julián le monto un cuarto a Lucas a lado del de nosotros con innumerables muñecos de felpa. Le pinto las paredes de un color azul claro y en el techo un blanco. Los marcos de la ventana están pintados de café, al igual que la puerta; tiene dos armarios pequeños, ambos son de madera, una mesa pequeña y bajita con cubos y juegos didácticos, su cuna es igual pequeña y sencilla color hueso, con unos búhos incrustados en el techo y letras en su pecho que giran cada vez que queremos tranquilizar a Lucas.

Abrí de nuevo los ojos, despacio. La luz era tenue y tarde unos segundos en ver con nitidez la habitación, envuelta en mí cansancio escuchaba como Lucas lloraba. Es hermoso tener un hijo, en serio, pero no duermo ni descanso y eso que Julián me ayuda cada vez que puede.

Le di un codazo a Julián y este se despertó asustado, froto las manos en su cara, cansado se levanto y fue a calmar a Lucas. Lo siento, le toca esta noche a él.

Al día siguiente hacemos la rutina de siempre: Julián se mete a bañar con Lucas y yo lo espero con una toalla en mano para secarlo y cambiarlo. Luego sirvo los desayunos. Preparo la pañalera de Lucas y estamos listos.

Julián me paso a dejar a la academia y después se va a su trabajo, pero antes de que se fuera le hice prometer que viniera a mi presentación de esta noche, ya que va a ser muy importante para mí.

Con casi tres maletas y mi hijo en  mano me cuesta trabajo subir los escalones. A la hora de que entro al todas las que estaban ensayando van a apañarse a mi pobre hijo y me lo quitan de los brazos para llenarlo de besos, esto siempre me ayuda porque me da tiempo para cambiarme. Luego salgo a hacer mis ejercicios mientras Lucas me mira con gran asombro, después llora y tengo que interrumpir mis ensayos para ir a verlo, pero por una obra divina aparece Curie y se lo lleva a presumir a su nieto con sus treinta cinco amigas, igual de viejas y ricas.

Y cuando llego este punto me doy cuenta de dos cosas, la primera es que ser mamá es el trabajo más difícil de mundo al mismo tiempo que es el trabajo que toda mujer desearía tener. Mil respetos para todas las mamás que ejercen su trabajo tal y como es, porque yo con apenas seis meses ya no aguanto, eso sí, mi hijo es mi vida.

Y de la segunda cosa de la que me acabo de dar cuenta es que a mis veintitrés años de edad, mi carrera como bailarina ha terminado, tengo un hijo y ahora mi mundo gira sobre él y Julián, no tengo tiempo para darme el lujo de ensayar todos los días, como lo exige Curie, de todos modos aunque quisiera volver a bailar ya no puedo, mi pie se muestra cada vez más exigente y me cuesta trabajo hacer los pasos que antes me salían a la perfección, ese pie que Alexis me destrozo ahora no me deja bailar como quiero.

Así que en un rato, después de hacer mi presentación, renunciare con Curie y ella no se opondrá, puesto que ya no le sirvo de nada, ahora tiene una nueva bailarina estrella, mucho más joven y encantadora.

Admito que me duele hacer esto, pero tengo que...

                       ***

Nerviosa y con los pelos de punta salí al escenario. Me metí en mi papel de Aurora y nadie me saco de ahí durante toda la obra, más que cuando me gire para mandarle un beso a Julián que me observaba con un ramo de rosas en su mano desde el palco del teatro.

Disfrute mi última presentación como nunca, los aplausos al terminar, retumbaron en todo el teatro, las fotografías no cesaban de disparar y mi sonrisa no se borraba.

Cuando se cerró el telón fui corriendo hacia Julián, me abalance a él y lo bese como nunca.

—¡Te amo, eres el amor de mi vida, siempre lo serás y te prometo que este amor nunca se va a desvanecer! ¡Te amo! ¡Te amo! ¡Te amo!

La gente nos miraba y los fotógrafos (valga la redundancia) empezaron a fotografiar aun mas. Sé que Curie se enojara por esto y en los periódicos voy a salir como una traidora, pero no me importo, bese a Julián y sentí ese beso mientras él me cargaba y sonreía con felicidad.

Julián no comprendió mi actitud tan romántica lo que hizo que frunciera el ceño. Me sonrió.

—Bailaste sensacional mi querida ballerina. Cada vez estoy más enamorado de ti.

Lo abrace tan fuerte que casi se le salía el aire y luego me vi  hace siete años cuando lo conocí, cuando por primera vez lo bese y sentí amar verdaderamente a alguien. 

—Gracias a ti perdí el miedo a enamorarme y gracias a Lucas desapareció mi miedo a perder un ser querido. Ya no tengo miedo a perderlo, porque está en mis brazos, nació sano y salvo. 

Hasta voy a pedir las fotos que en este momento nos están tomando. Sentía que seguía en mi papel de Aurora y que mi príncipe vino a mi rescate, el príncipe que me quito ese miedo a enamorarme y demostrarme que la palabra amor existe.

Quien iba pensar que por un malentendido encontraría al amor de mi vida.

Sonriente me abrazo dándome vueltas que me terminaron dejando mareada. Y en ese momento supe que mi vida iba estar llena de felicidad junto a mis dos grandes amores, o bueno, hasta ahora.

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Hola, mis  querid@s lectores.

Supongo que ya habrán notado que soy muy torpe cuando se trata de cosas... Digamos, "fuera de las historias", y me cuesta un poco expresarme, soy, tal vez, demasiado tímida respecto a expresarme tan abiertamente.

Verán, normalmente, no suelo escribir nada al final de un capitulo, no me gusta.

—¿Entones por qué te decidiste a escribir algo, Lisset?

—Porque, querida voz imaginaria, esta historia esta llegado a su fin y queria darles las gracias a mis fieles lectores.

En serio muchisisimas gracias, me cuesta trabajo identificar algunas porque son timida para comentar y no las culpo, aun así las logro identificar  y también les quiero dar las gracias.  Sé que no soy una escritora profesional, puede que ni siquiera sea buena, pero sé que hay gente que lee mis historias, y sé que, hay gente a quien realmente le gustan. 

Me gusta que me llenéis de gloria, aunque después me bajéis de los laureles con otro comentario. Porque sin ustedes no soy nada, chic@s. Nada.  Cada vez que leo un nuevo comentario o mensaje se me siguen escapando sonrisas, incluso risas.

Así que, chicos, si de verdad les gusta mi historia, hacedmelo saber. Soy una persona e, igual que a todo el mundo, me gusta que me digan que estoy haciendo un buen trabajo o mal trabajo.

¡GRACIAS!

El miedo a perderteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora