Capítulo: 3

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La invitación de ir al hospital en un solo auto, Candice no aceptó. Ni mucho menos al estarse burlando de ella al insinuársele que no volverían a violarla si eso temía.

– ¡Idiota! – ella lo nombró; y él no dudó en carcajearse, pero eso sí, asegurándose que la mujer ingresara a su vehículo para hacerlo Terruce segundos después y guiarla hasta el nosocomio.

Allá, Jett Finley había ingresado debido a una serie de golpes que le dieran. ¿Cómo? Por idear una broma y así el provocar una pelea nada menos que con el interno de más altura, más grosura y más edad y que a un baño, solitario se dirigiera.

Habiéndolo seguido sigilosamente, Jett detrás de una puerta aguardó, haciendo antes y en un cubo de madera: agua enjabonada que tiraría al suelo una vez que aquel gorila saliera del cuartito privado. Lo que causara, –por pisarse una resbalosa barra–, una brutal y aparatosa caída; y la paliza jamás recibida no sólo por el agredido sino por la manada que lideraba al ser el jefe de la correccional.

Tres costillas astilladas. El tabique de la nariz desviado. Un dedo fracturado y demás cortadas en un guapito rostro: era el total diagnóstico. Ése que un médico reportaba a los padres del interno. ¿Cuáles? Ivonne y Philip Finley por supuesto. A ellos los tenían apuntados por ser, una vez más, los legalmente registrados.

Los biológicos apenas arribaban. Pero antes de ingresar a la institución de salud, una humanidad, –digamos que la misma y anterior amistad de Terruce–, se plantó frente a la pareja para decirles:

– Sus "papás" ya están adentro.

– ¿Cómo está? – el verdadero quiso saber.

– Le dieron duro y tupido al chaval pero se salvará. Lo que no estoy seguro si de la correccional, lugar en el que ahora corre más peligro.

– ¿Por qué? – Candice, trémulamente interesada, cuestionó.

– Se metió con el cabecilla. Le apodan "El Zumo". Ya ustedes se imaginarán por qué. Además, su "padre" se nota muy molesto y...

– Me gustaría conocerlos – dijo un serio Terruce abriéndose camino frente a su amigo quien le aconsejaría:

– ¿Por qué no lo haces hasta que los llames a Corte? Vi su agresión en cuanto lo vio y puede ayudarte a recuperarlo.

= . =

Un divertido y muy emocionante juego de pelota, en un infantil campo deportivo, varios padres presenciaban. El equipo de béisbol escolar estaba formado por chiquillos de cinco a diez años de edad. Entre ellos: Manny, el hijo sanguíneo de los Finley. El adoptado estaba lesionado; y el padre adoptivo, costándole mucho trabajo dejar al menor, tuvo que hacerlo para correr a encontrarse con su esposa y juntos dirigirse adonde los requerían.

Cerca de dos años no habían sabido de Jett; y ahora que lo hacían, se espetaba furiosamente:

– ¡Maldita sea la hora que lo adoptamos!

– ¡Philip, no digas eso! – suplicó Ivonne quien estaba a punto del llanto. Sin embargo, el encargado federal decía:

– Sí, amigo. No lo diga porque puede arrepentirse

– ¡JÁ-JÁ! – pronunciaron silábica y burlonamente. En cambio con rencor afirmaban: – ¡Pues sépalo que ya lo estoy! ¡Malaya el momento que dije sí a la locura de ésta! – se miró despectivamente a la madre la cual se veía más mortificada; misma persona que corriera en cuanto una camilla apareció por el corredor llevando al herido que se quejaba. Por ende y cuando pasaron cerca se oía:

You lying bastard!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora