Capítulo: 13

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En el nivel octavo estaba el lugar que buscaban los Gran: el restaurante. Sin embargo en la última cubierta de doce, había un riquísimo y extenso buffet. Usando el atrio, los tres subieron hasta allá. Un impresionante recorrido que invitaba a quedarse más días. Todo era cuestión de que un lindo elemento dijera "sí".

– Es tentador – respondió ella quien daría la razón a su negativa: – pero recuerda que debo regresar al consultorio –, y en cuanto terminaran de desayunar descenderían del barco para pasear pocas horas en Honolulu. Y es que la reciente alarma de ataque, los haría retomar su viaje de regreso a casa, no sin antes gozarse en familia y finalmente en su primer desayuno juntos.

En ese, luego de surtirse de todo un poco, Terruce y Jett serían visitados. Se trataba de otro padre e hijo, los responsables de la herida del de Candice, la cual los invitaría a su mesa consiguientemente de extendidas nuevas disculpas y de que ellos llamaran al segundo padre. Un guapísimo hombre que mantendría conversación con Gran quien sería objeto de burlas por parte de ella al decirle discretamente por lo bajo:

– Y luego dices que no.

Pero como en un ayer él continuaría la broma al responder:

– Hay que echar mano de todo.

Y lo que fuera discreto entre los dos, se descubrió al soltar ella fuertemente la carcajada. Risotada que merecía disculpas al desconocer los otros qué pasaba.

– Nada – dijo Terruce

– O si lo hay, es cosa de dos. Eso nos pasa muy frecuente a mi esposo y a mí.

– Sí, claro – contestó Candice tosiendo y carraspeando para cesar así su histeria, que sería llanamente aniquilada al oír:

– Él también es adoptado.

– ¡¿Tú lo eres?! – cuestionó sorprendido el que era señalado.

– Bueno –, Jett miró a sus progenitores; y éstos en nada se molestaron en caso de que quisiera continuar platicando con su nuevo amigo llamado Hall: un muchachito de color y almendrados ojos que miraban curioso a su interlocutor el cual aclaraba: – no. Lo fui. Pero ellos son mis verdaderos padres.

– ¿Sabes, Jett? Yo deseo que un día pase lo mismo conmigo; y no es porque no ame a Tim y Howard –, sus adoptivos padres presentes, – sino que...

– Es válido que queramos saber nuestros orígenes

– Pero las leyes sólo me lo permitirán hasta que sea mayor de edad y se los solicite personalmente.

– Y cuando lo sepas, ¿qué harás? sobretodo... si las comodidades no son las mismas.

– No lo sé. Es algo que sí me da un poco de miedo.

– Entonces deberías desechar la idea; y mayormente si tus padres no te maltratan.

– ¿Los tuyos.... es decir... los otros lo hacían?

– Sí; y no sabes cuánto los odio.

– ¿También a...? – los que se miraban y escuchaban como el resto:

– No. Sus motivos han tenido y hoy... henos aquí ¡como la familia que somos!

– Me parece muy bien, y sinceramente te deseo que así sigan.

– Lo mismo tú, Hall – quien chocó su puño con el de Jett, y continuaron sus alimentos no pudiendo así con el reto propuesto.

= . =

Para reposar lo ingerido y disfrutar los últimos minutos de viaje en altamar, las dos familias se dispusieron a caminar por la misma cubierta. No obstante, a cierto punto una de ellas se despidió. La que se quedaba, lo haría en el solar; y es que el menor de los Gran, seguidamente de no ver más a Hall, se había quedado sumamente callado. Candice profundamente pensativa y Terruce... no sabía a cuál de los dos ir para apoyar, además no porque fuera hombre, sufría menos, ¿o sí? Él trataba de nivelar la situación y los tres estaban en medio, así que lo único que se le ocurría en ese momento era proponer:

You lying bastard!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora