A corta edad, Candice fue presentada con la señora depresión. Tratamientos para hacerla bajar de peso iban y venían y ella en todos fracasaba. Menos en el amor un día lo dijo y altamente. Él, habiéndole importado nada su aspecto, se interesó. Salieron juntos. Se hicieron novios y luego padres. Su hijo de catorce años yacía enfrente de ella y la veía comer, pero también llorar en cada pedazo que se llevara a la boca. De la del jovenzuelo salía:
– Lo quieres también, ¿cierto?
– Pero en estos momentos es ahora él quien me odia.
– Es que fue una bomba lo que le lanzaste.
– Lo sé – reconoció Candice dejando en paz el tenedor y haciéndose de la servilleta para limpiarse las comisuras y decir: – Pero tarde o temprano tenía que saberlo.
– Y ten por seguro que eso te lo agradecerá. Fue mejor ahora y no después de retomada su relación. Aunque debes estar consciente que...
– ¿... busque a otra mujer?
– Si su meta era aumentar la familia.
– ¿Lo crees capaz?
– No lo sé, mamá. Apenas lo conozco, sin embargo... no se te olvide que yo soy hombre.
– Lo que significa que tu teoría sobre los hermanos no aplicaría en tus hijos, ¿verdad?
– Tampoco lo sé. Quizá con el tiempo cambie de parecer y...
– Entiendo – dijo Candice, tomando el vaso próximo para beber de su contenido, y escuchando de su acompañante:
– Gracias.
– ¿De qué?
– Del lugar que me diste. Sé que te he juzgado duramente pero...
– Está bien – indicó ella. – Ninguno supo nada por haber tomado caminos diferentes.
– El de él fue obligado – se reveló.
– ¿Cómo dices? – Candice se intrigó. Y lo haría mayormente al oír:
– Algo pasó que lo hizo alejarse de ti e inclusive del continente americano.
– Pero se niega a hablar de ello.
– Porque es peligroso.
– ¿Cómo lo sabes?
– Él...
– ¡Jett! – lo llamó la jovencita que se acercara hasta madre e hijo y los interrumpiera.
– Priscila – la nombró él. Y Candice diría:
– No me la harás ésta vez, Jett, así que vuélvete a tu asiento – le ordenó con rigidez ya que el chico se había puesto de pie, y a la recién arribada se dirigirían ásperamente: – Nos da gusto que no te pasara nada, jovencita, pero hazme el siguiente favor, retírate de mi mesa y de mi hijo inclusive. Con una disculpa no bastará para olvidar el lío en que lo quisiste meter. Díselo a tu madre y también al imbécil que la acompaña.
Éstos recientemente habían llegado al establecimiento. La chica divisó al chico y...
– Lo sentimos verdaderamente – dijo la menor. Y la mayor no se mediría al amenazar:
– Verdaderamente lo van a sentir si vuelven a tender otra trampa para nosotros.
– Señora, yo...
– Jett – mencionó Candice un tanto irritada; y al movimiento de una indicación, hizo que el muchachito pidiera:
– Por favor, Priscila, retírate y déjanos a solas.
ESTÁS LEYENDO
You lying bastard!
Fanfiction¿Qué serías capaz de hacer por recuperar lo que es tuyo? Como siempre, es importante mencionar que la INÉDITA historia a leer es de mi original creación, empleando únicamente algunos nombres que corresponden a respectivos autores. Prohibida su repro...