La terraza de su misma habitación fue el lugar idóneo para cenar. En lo que Terruce, –vía telefónica–, ordenaba sus platillos a degustar, Candice, –consiguientemente de haberse amado–, corrió a asearse. Al estar lista, se invirtieron los papeles, yéndose él al baño y quedándose ella para recibir sus alimentos.
Arribados, la mujer despidió al camarero. Previamente y cordial, el empleado se hubo ofrecido a atenderlos; sin embargo y a pesar de agradecérselo hasta monetariamente, no se aceptó, siendo ella quien se hiciera cargo de arreglar la mesa. Una redonda y muy acorde con la ocasión, habiéndose robado de una jardinera dos gardenias blancas y puestas en un vaso con agua.
Colocado el arreglo en el centro, ella miró lo que representaba aquello: su primera cena juntos ¿de cuántas? de muchas se esperanzaba, sobretodo que las venideras incluirían al tercer miembro de su familia: Jett, ese muchachito hijo de ellos que en su habitación dormía por estar cansado; y que una vez despertara también sería alimentado. Por el momento ellos dos: Terruce, –quien regresaba y por la cintura la abrazaba–, y Candice, la cual al sentirlo ofreció una mejilla que fue besada, aspirando ambos y de cada uno sus agradables aromas, y a la vez sintiendo la pareja la frescura del viento oceánico que soplaba en ese instante.
Por percibirlo un poco frío, ninguno tuvo intenciones de desapartarse, permaneciendo así los Gran por varios segundos; y fijos sus ojos en el negro horizonte salpicado de puntos luminosos.
Los que en el firmamento se deslizaban, rompieron el momento al comentarse:
– En lo que cenamos, estaría bien ver lo de nuestro vuelo de regreso.
– Si tú gustas – se dijo; y posteriormente un cuerpo se movió.
Debido a la intención de partida se cambiaba de opinión:
– No, mejor comamos.
– ¿Estás segura?
Un "sí" Candice hizo con la cabeza; y tomando a Terruce de la mano lo guió hasta su asiento, no permitiendo que él le ayudara con la silla.
Acatando la orden de sentarse, pues él se sentó, recibiendo a continuación dos cosas: un beso en la frente por haber sido obediente y, la servilleta que sería puesta en un muslo.
– Gracias – extendió Gran; y sonriente la vio realizar el siguiente movimiento: destapar el platillo que yacía frente al varón.
– Espero te guste – dijo ella; en cambio él:
– Lo haré por el simple hecho de haber sido puesto aquí por ti.
Con el complemento, Candice sonrió, tomando casi enseguida su lugar en la mesa. Pero en lo que ella se acercaba con la silla, Terruce destapó el platillo. Al instante siguiente, él decía:
– Buen provecho, amor.
– Buen provecho... cariño.
Mirados y sonreídos ambos, se dispusieron a comer, comentando conforme lo hacían casi nada. Pero eso sí, bocados de comida se compartían, reflejándose en sus rostros tanto el gusto como el disgusto de lo probado. Y es que uno de ellos había pedido pastel de riñón; y aunque la cocción y preparación era perfecta, se exageraba hasta el grado de dejar vacía una copa de vino para eliminar, al beberlo, un sabor. Sensación que no producía la ensalada de piña y langosta a la plancha del vecino, el cual terminaría dando la mitad de su plato a su compañera al estar ésta mete y mete el tenedor.
Con tal de que comiera, Terruce se daba por lleno. También lo satisfacía estarla viendo. Tenerla a su lado. Amarla como ya lo había hecho, y seguir haciéndolo con el transcurso del tiempo. El de ese día terminaría pronto; pero antes de, en lo que disfrutaban un postre, él se encargó de hacer las reservaciones de avión.
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You lying bastard!
Fanfiction¿Qué serías capaz de hacer por recuperar lo que es tuyo? Como siempre, es importante mencionar que la INÉDITA historia a leer es de mi original creación, empleando únicamente algunos nombres que corresponden a respectivos autores. Prohibida su repro...