A pesar de haber sido interrumpida en su comer, lo exageradamente ingerido le traería a Candice sus consecuencias, iniciadas éstas con la abrupta noticia de que dejaban Samoa Americana para abordar rápidamente el gigantesco buque que los llevaría hasta "Puerto Protegido".
Presa de los nervios ya que muy convencida no estaba con la respuesta dada, ella empezó el ascenso por las escalinatas. Sin embargo, a mitad de ellas, Candice se detuvo para sostenerse, con una mano: de la baranda y, con la otra: el abdomen debido a un dolor estomacal.
Jett, por ir emocionado también de visitar el histórico Pearl Harbor, no lo percató y siguió vereda arriba. En cambio Terruce, quien venía detrás, sí lo hizo y se acercó a preguntar:
– ¿Qué pasa?
Antes de responder, ella hizo un gesto de dolor. Posteriormente llamó a su enfermedad:
– La comida –, para no decir el atracón que dio luego de mucho tiempo de no hacerlo.
– ¿Cuál? – preguntó él de manera intrigante.
– La de hace rato.
– Pero... ¿no estabas a dieta? – Gran indagó; y su esposa, en lo que negaba con la cabeza, confesaba:
– La rompí. Y ahora siento un agudo dolor aquí –, unos dedos se clavaron a la altura de la boca del estómago. Viéndolo, él –quien en ese tiempo juntos no la viera haciéndolo– quiso saber:
– ¿Hace cuánto que no comías?
– Una... semana – reveló Candice inclinándose hacia el frente.
– ¿Y cómo has sobrevivido? – cuestionó Terruce ayudándola a sostenerse.
– A... base de líquidos, licuados, pastillas y...
– Ya. Las dichosas ensaladas verdes.
– Era... un tratamiento nuevo... inventado por mi mamá.
– ¿Y qué voy a inventarle yo si algo malo te pasa?
– No me pasará nada. Sólo... ¡ay! – se quejó de nuevo Candice, la cual se encogió.
En esa posición, él le recomendaba:
– ¿Por qué mejor no te enderezas? Quizá se trate de...
– No – ella lo interrumpió al saber ciertamente a lo que se refería. – Esto es... diferente.
– Pues si lo es... vayamos a arriba y que el médico te atienda. Pero presiento que algunas infusiones e inclusive un baño caliente te harán sentir mejor.
– ¿Y cómo lo sabes?
– Porque también soy humano – Terruce sonrió, – y de vez en cuando padezco lo mismo. Es más... enderézate – se inclinó para levantarla. De frente, se invitó: – Vayamos al bar. Ahí te pediré algo que te ayudará con la digestión. Algo que te servirá después de cada una de tus comidas ingeridas y la renunciación definitiva de esas dietas.
– Pero si las dejo... volveré a mi tamaño normal.
– ¿Y? – él no le tomó importancia; en cambio ella...
– ¿Qué aspectos tuvieron tus novias?
– Deja lo recuerdo – fingió el mustio. – Ah sí. Una tenía un brazo extra. Otra cinco ojos...
– ¡Terruce, idiota! ¡Hablo en serio!
– Yo también
– Con eso... ¿tratas de decirme que no las tuviste?
ESTÁS LEYENDO
You lying bastard!
Fanfiction¿Qué serías capaz de hacer por recuperar lo que es tuyo? Como siempre, es importante mencionar que la INÉDITA historia a leer es de mi original creación, empleando únicamente algunos nombres que corresponden a respectivos autores. Prohibida su repro...