You lying bastard!

Capítulo: 9

"Abandonado", Terruce yacía parado a un lado del auto. Desde ahí, su mirada recorría el lugar, primero: para ver si en algún punto estaban aquellos dos; segundo: para tratar de adivinar el rumbo tomado.

Desconociéndolo, el hombre se dispuso a abordar el vehículo. Por la calle que transitara iría a velocidad moderada para así poder distinguirlos en caso de que hubiesen optado por caminar. Inclusive, en la avenida principal podían tomar un servicio y...

Llegado eso a su pensamiento y conectado otro dato, Terruce aceleró para dirigirse al hotel. No obstante, ¿para qué llegar? ¿para seguir siendo la incomodidad de ella? ¿para alterarla más? – No – se respondió, pidiendo internamente que Jet estuviera con Candice, porque él... manejaría por un rato más por la curveada carretera una vez alcanzada ésta.

Samoa Americana era tan paradisiaca que valía la pena disfrutarla. Con ellos hubiera sido mejor, sin embargo, él también deseaba un tiempo a solas ¿para pensar? ¿qué? ¿en ella? ¿en cómo acercársele? ¿en cómo tratarse, sino con fines amorosos, al menos para llevar una pacífica convivencia?

El paso ya lo habían dado. Estaban casados, pero no por estarlo significaba que se la pasarían todo el tiempo peleando como perros o gatos o echándose en la cara los errores de ambos. No, él mismo reconocía que lo último no podía ser. Él mismo se lo había pedido a Jett, ¿entonces por qué diantres lo había reprochado? Porque de cierto modo ella así lo había decidido. Dejar a su hijo y no tener las intenciones de saber más de él. Que le importara un carajo lo que fuera de su vida y ella tan campante viviendo la suya. ¿Y él? Su excusa tenía una validez aunque fuera difícil de aceptarla.

Adonde Terruce fue llevado, o más bien enclaustrado, estaba rodeado de un campamento militar. La poca gente que él veía y conformaban "el país", lo miraban como bicho raro porque sus facciones eran "feas" para ellos. Su lenguaje también sonaba extraño pese a que los militares hablaran como él, quien para no sentirse solo en aquel desapartado lugar de la civilización conocida, comenzó a visitar el campamento. Primero para husmear y enterarse qué se hacía ahí. Después con las intenciones de usar sus sistemas de comunicación. Sí, eso iba a ayudarle mucho a saber de ella, y que ella supiera de él, sin embargo... nunca resultó. El día que quiso intentarlo, –consiguientemente de haber analizado todo–, fue atrapado y duramente castigado al señalarse de espía.

Su protector, el agente Mitch hubo ido a su rescate al percatarse lo había perdido de vista. Aclarada la razón por la que el joven estaba ahí, por algunos que lo golpearon se disculparon, ofreciendo otros una mano amiga que lo instruyó a defenderse de la hostilidad que le rodeaba. También a conocer la tecnología que tenían, con la condición de que no intentara comunicarse con nadie para evitar poner en peligro tanto su vida como las que había en el campamento, área restringida que lo viera crecer por los siguientes años, en los cuales Terruce fue olvidándose de un sentimiento para reemplazarlo por otro. Uno que no distaba del sentido por Candice. Sólo que él no lo direccionó a ella sino... a los que lo obligaron a vivir desterrado por tanto tiempo. Ese que no recuperaría, pero que a partir de cierto día no iba a desperdiciar. Había un plan al volver a su país de origen. Plan que con la aparición de ellos, es decir, Jett y Candice... todo venía a cambiar.

Por eso, sí necesitaba estar a solas. Debía pensar muy bien lo que haría desde ese momento. El Agente Mitch lo entendía y lo apoyaba a lo que estuviera dispuesto. Renunciar para realizar su vida, era una causa aceptable. Además su padre ya estaba vengado. Su nación a modo de agradecimiento le había devuelto su identidad. ¿Trabajo? desde la distancia podía realizarlo. ¿Casa? donde la quisiera montar. Samoa Americana le había gustado mucho antes de que Jett pidiera ir a la playa. Pero ahora con lo suscitado precisamente con el rebelde chico todo volvía a cambiar. Debía sacarlo de ahí y...