Capítulo 23

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Mantuve mis labios cerrados para evitar que el beso se profundice, pero como si se estuviera burlando de mi pobre intento de resistencia, William deslizó sus manos por mi pecho hasta llegar a mis pezones. Sus dedos agarrandolos y estirandolos con fuerza, causando que abriera la boca por el dolor y permitiendo que su lengua entrara.

No podía respirar, y sin importar cuanto intentara empujarlo, sus brazos me agarraban firmemente; impidiendo que me alejara de él.

Mi cuerpo temblaba por sus toques, trayendo consigo los desagradables recuerdos de lo que había sucedido en mi habitación con Gilbert. Recordando aquel sentimiento de impotencia y desesperación, me invadió un miedo que esperaba no volver a sentir después de haber sido salvado por Jack.

No se cuanto tiempo golpee su pecho hasta que finalmente soltara mis labios, en lo cual trate de recuperar el aliento. Algunas lágrimas caían por mis ojos y sentía mi cuerpo débil en sus brazos.

—¿Nervioso?—susurró, empujando mi cuerpo sobre la cama—. Relájate, pronto te sentirás bien.

Levantó mi camisa, dejando mi pecho al descubierto ante sus ojos. Me miraba como si estuviera observando algo hermoso, devorando cada parte de mi ser con solo su mirada.

Deslizó sus manos desde mi abdomen hasta mi pecho, acercando su rostro para lamer y mordisquear mis pezones.

—¡Ah, duele!

Ignorando mis quejas, William continuó trabajando en mi pecho mientras sus manos bajaban lentamente hasta llegar a mi trasero, sorprendiéndome.

—¡No!—exclamé, sintiendo como sus manos comenzaban a acariciar y apretar mi trasero—. ¡Detente, no sigas más!

Mis labios volvieron a ser sellados por los suyos. Sus manos comenzaron a rondar por mis muslos hasta llegar al cierre del pantalón, quitándomelo, para luego tirarlo hacia un lado de la cama. Dejándome solamente en ropa interior.

Separó nuestros labios y se levantó, sentándose a horcajadas sobre mi mientras se quitaba la polera, dejando su torso al descubierto.

Su cuerpo era delgado, pero se notaba que se ejercitaba por su abdomen marcado y fuertes brazos, demostrando la diferencia de fuerza entre ambos. Tenía cicatrices en sus brazos, abdomen y cintura, los cuales parecían haber sido hechos por la hebilla de algún cinturón.

Mi atención, que estaba dirigida a las cicatrices en su cuerpo, se desvió al bulto que estaba entre sus pantalones. Era obvio de que se trataba y lo que sucedería después, por lo que trate de alejarme solo para ser detenido.

—Eres tan hermoso —murmuró, acercándose y besando mi frente.

Acarició mi rostro, sonriendo, para luego introducir dos de sus dedos dentro de mi boca. Lo miré confundido y planeaba morderlo para que sacara sus dedos de mi boca, pero su otra mano presiono mi cuello ligeramente, en modo de advertencia de que si hacía algo, no saldría ileso.

No tuve más opción que dejarlo mover sus dedos dentro de mi boca, sintiendo como jugaba con mi lengua.

—Dilata bien estos dedos —susurró—. De esa manera no será doloroso para ti cuando te comience a preparar.

Me incomodaba la extraña sensación de tener algo en mi boca sin poder cerrarla, pero no importaba cuánto intentara alejarlo o retirar sus dedos, su cuerpo no se movía ni un centímetro.

No fue hasta después de unos cinco minutos que liberó mi boca, solo para deslizar su mano por debajo de mi ropa interior hacia mi parte trasera.

—¿¡Qué estás haciendo!?—La sensación de algo ajeno entrando por detrás despertó alarmas en mi cabeza, causando que me agitara—. ¡Saca tus dedos de ahí!

—Shhh, pronto te sentirás bien. No te preocupes y relájate, Basil.

Introdujo otro dedo más al terminar sus palabras, sorprendiéndome. No importaba cuanto me moviera o le gritara, no paraba de jugar con sus dedos en mi trasero. La sensación era tan rara e incómoda que incluso intenté darle un cabezazo para detenerlo.

Cuando vi que finalmente se detuvo, pensé que me había salvado. Solo para verlo tomar algo del mueble al lado de la cama; una pastilla.

—No planeaba recurrir a esto, pero no me dejas más opción. No quiero terminar haciéndote daño—comentó, metiendo la pastilla en su boca y agarrando mis mejillas con su mano.

Antes de poder reaccionar, juntó nuestros labios en un beso, en el cual sentí como algo caía por mi garganta. Comencé a toser apenas pude, pero no había forma de expulsar la pastilla que entró ya en mi sistema.

—Con esto, ya no tendrás problemas para sentirte bien.

No entendía sus palabras ni que me hizo tomar, pero unos minutos después, sentía como mi cuerpo se calentaba y mi respiración se agitaba. Mis ojos se empañaron por el calor de mi cuerpo y unas ganas de tocarme a mí mismo me invadía.

No tenía que ser un experto para saber qué era lo que William me había dado.

El hecho de que mi cuerpo fuera invadido por la lujuria no era lo que más me tenía preocupado en estos momentos. Lo que más me preocupaba era que la persona frente a mis ojos ya no era William sino... Jack.

Acosado Por Un Psicópata [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora