Capítulo 8

87 1 0
                                    

Al final acabamos cada uno por un lado, solo era cuestión de tiempo. Liam y Diana se perdieron hace un buen rato. Los demás están bailando y yo… yo no sé muy bien qué estoy haciendo. Me paseo por las mesas de bebidas en busca de una para mí. Otra. Sé que dije que no bebería nada, pero Mary me dio para probar de la suya y… todo el mundo con vasos en la mano… pues eso. Que ya van tres. En seguida veo que un camarero empieza a dejar cosas sobre una mesa. Lleva delantal, camisa y pajarita. Tiene que ser un camarero. La otra opción es que sea un pingüino, pero es menos probable. Mi curiosidad se apodera de mí y aligero el paso hasta que llego a esa mesa. En el centro hay una cubitera con hielo, y alrededor de ésta, muchas botellas diferentes.

- ¿Bella? – alguien pregunta. Puede que no sea para mí, pero aún así me giro.

Vaya, sí era para mí.

Cuando veo a Niall acercarse una sonrisa crece en mi rostro. Besa mi mejilla y ésta crece aún más. Se dirige hacia la mesa que tengo detrás. Coge un par de botellas y llena su vaso.

- ¿Qué es? – pregunto.

- Pruébalo – dice, con una sonrisa torcida. Cojo el vaso de su mano y doy un trago.

- mmm – el líquido refresca mi garganta, provocando una sensación buena, me gusta.

- ¿Quieres uno? – al oír eso suspiro.

- Ya he bebido mucho.

- ¿Cuánto es mucho? No veo que te estés rodando por el suelo – oír eso me hace reír.

- Pero es que…

- En realidad quieres uno.

- Ya. Pero tengo que aguantarme.

- ¿Por qué?

- Porque… bueno… no está bien que… yo borracha no… - por más que lo intento no consigo formar una oración convincente.

- Bella, no tienes excusa – suelta el vaso en la mesa y se apoya sobre ella – Deja de pensar en qué debes hacer y qué no debes hacer. Haz lo que te venga en gana y ni siquiera te preguntes por qué. Es verano, sólo diviértete – Niall coge mi mano y me hace dar una vuelta, quedando frente a él. Río – puedo decir que desde que llegaste aquí no haces más que pensar en qué pasará o qué debe pasar. ¿Qué importa?

Debe ser el alcohol lo que le hace ponerse tan profundo. Bueno, nunca me he parado a pensar así. Supongo que una parte de mí sabe que él tiene razón en lo que dice.

- Tú y yo vamos a bailar – continúa – vamos a bailar mientras bebes uno de éstos. ¿Vale?

Pienso y pienso y me rindo. Entre risas nos acercamos a la pista y nos hacemos un hueco. Como es normal, no puedo parar de reír cuando estoy cerca de Niall. Su forma de bailar es graciosa. No baila muy bien. Yo tampoco. Me encanta.

Pasado un rato, una chica rubia se acerca y se mete entre Niall y yo. En segundos está devorando su boca. ¿Hola? Niall me pide perdón con la mirada y yo sonrío para decirle que todo está bien. ¿Qué voy a hacer?

Debo irme de allí cuanto antes.

Una vez fuera del mogollón respiro tranquila. Pero qué cerda. Decido no pensar mucho en ello y me voy hacia una hoguera, a sentarme en un banco.

Estoy mirando no sé dónde cuando veo que Zayn se ha sentado un par de bancos más allá, solo.

- Hola, preciosa – dice cuando me ve acercándome.

- Zayn.

- Perdón, perdón. ¿Por qué te molesta tanto?

- No sé.

- Gran explicación.

Nuestra conversación, a menudo interrumpida por silencios, da mil vueltas. Supongo que ninguno de los dos está lo suficientemente sobrio como para decir algo coherente. La música comienza a ser molesta.

- Arg, qué dolor de cabeza – digo, suspirando.

Nuestras miradas están fijas en el cielo. No se ven muchas estrellas, así que estará cubierto de nubes.

Durante un rato ninguno dice nada. Entonces siento una mano en mi rodilla. Zayn acaricia mi pierna lentamente. Sonrío. Se siente bien, muy bien. Noto cómo se acerca más y más. Sentir su respiración en mi cuello hace que me estremezca. Sé qué está haciendo, pero es tan agradable que ¿por qué retirarme? Un delicado beso en mi cuello me hace abrir los ojos. Incapaz de borrar mi sonrisa, me aparto un poco y busco los ojos de Zayn. “Es verano, solo diviértete” me recuerda mi subconsciente.

Los besos en mi cuello suben a mi mandíbula, y yo misma acorto el espacio que queda entre nuestras bocas.

Sus suaves labios chocan una y otra vez contra los míos, y el profundo sabor alcohol inunda de nuevo mi boca. Nuestras lenguas se encuentran y se acarician, de una forma lenta al principio, pero enseguida eso se acaba. La presión de su mano sobre mi muslo desaparece y siento que se cuela bajo mi blusa. Juguetea en el borde de mi pantalón y amenaza con invadirlo.

“Bella, por favor, piensa qué es lo que estás haciendo” Miles de emociones se agolpan en mi cabeza en un segundo. Yo no soy así. Esta no soy yo. No sé por qué estoy dejando que todo esto ocurra, solo sé que no estoy haciendo nada por impedirlo.

Rápidamente me deshago de los labios de Zayn y de su agarre. Él me mira, confundido.

- ¿Pero qué mierdas te pasa? – él me grita.

- Zayn… yo… yo no sé que acaba de pasar – las palabras salen atropelladamente por mi boca – pero yo… no, no voy a hacerlo.

- ¿Y por qué no lo has dicho desde el principio? ¿A qué estás jugando? – el Zayn que yo conozco no hablaría así. Está muy, muy borracho.

No puedo contestar, no puedo hacerlo. Por más que la busco, no tengo respuesta. Y antes de que siga gritándome, salgo de allí. Simplemente corro. De pronto siento que mi cabeza va a explotar. Esto es demasiado. Manejar esta situación es demasiado, demasiado para mí.

No, no quiero pensar. Lo único que quiero hacer es llegar a mi habitación y dormirme. Quiero meterme en mi cama y no salir nunca. ¿Qué es lo que acabo de hacer? Maldigo la hora en la que esas malditas palabras salieron de la boca de Niall.

¡Joder!

Literalmente me arrastro hasta el árbol más cercano, dudo que pueda levantarme. Apoyada sobre el tronco, miro mis rodillas. El pantalón se ha llenado de tierra al caer al suelo. Las manos me escuecen, tengo una buena herida en la derecha.

Esto es horrible. Necesito tranquilizarme, y de veras lo intento, pero no puedo. Son las cuatro de la mañana, y yo estoy aquí, borracha, sobre un árbol, y sola. Recordar lo que acaba de pasar con Zayn no hace más que hundirme más en este pozo que he construido yo sola. Bella, gilipollas.

Un grito sale de mis labios, y no hago nada por controlarlo. Y finalmente las lágrimas llegan.

“Bella, ¿qué estás haciendo?” grita mi subconsciente en medio de profundos sollozos. “Dime, ¿qué pensarías si fueras paseando y te encontraras a alguien en este estado? Dime, dime que pensarías”

Levanto la cabeza y seco mis mejillas. Debo de tener una pinta horrible. De muerto viviente.

Durante el camino que lleva a la cabaña mi cabeza no para de pensar. Al fin y al cabo es lo que hago continuamente, pensar en todo. Pienso y pienso. La sensación del aire fresco en mi cara es agradable. Poco a poco la tranquilidad vuelve a mí. Me doy cuenta de que mi reacción ha sido infantil, y tengo ganas de pegarme. ¿Pero esto forma parte de la mierda de estar borracha no? Estás en lo más alto y llega un momento en el que solo caes.

El camino se hace  largo, camino despacio. No veo a nadie en ningún sitio, y lo agradezco.

Entro en la cabaña. Está oscuro, aún no ha llegado nadie. ¿Por qué me extraño? Decido comer algo, seguro que me sienta bien. No hay punto de comparación a cómo me sentía cuando salí corriendo de allí y cómo me siento ahora mismo aquí, comiendo un poco de pan con mantequilla. Lo siento lejano, y tan sólo ocurrió hace… ¿una hora? Harta de comerme la cabeza subo a mi habitación, quiero dormir. Dormir, dormir y dormir.

Our songDonde viven las historias. Descúbrelo ahora