Capítulo 15

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Como si no tuviera nada que hacer, me tiro en mi cama, pero me incorporo rápidamente al darme cuenta de una cosa: vuelve a ser lunes. La clase de James.

Rápidamente me cambio de ropa y me pongo algo más decente que mi chándal gris. Escojo unos shorts color pastel y una camiseta con la sisa un poco baja (lo disimulo utilizando una banda) con un estampado en el mismo tono. No me preocupo mucho por el calzado.

Recojo la partitura del cajón y corro fuera de la cabaña sin despedirme de nadie. Llego tarde. Me percato del bochorno cuando dejo de correr. Miro al cielo. Hay nubes, pero no parece que vaya a haber una tormenta.

Empujo la puerta que lleva al interior del aula con un poco de miedo. Por suerte, aquello es un caos y nadie parece darse cuenta de mi retraso. Localizo el piano y voy hacia él  intentando no chocar con las personas que andan de un lado a otro, pero una mano robusta atrapa mi hombro en el camino.

- Aquí estás, jovencita.

Me giro lentamente ante esa grave voz.

- Sea donde sea que estabas, olvídalo y ponte a ensayar. Te necesito para una cosa.

 - ¿Qué cosa?

- Tenemos que acompasar las guitarras con el piano, y cambiar un par de cosas con ese bajo – dice, señalando con el pulgar a alguien detrás de él.

- Mmm vale.

La clase de hoy es indefinida, y la conexión que tengo con algunos compañeros hace que quiera tocar una y otra vez. Por alguna razón, hay dos bajos. Uno de ellos resulta tocarlo Kim, que me reconoció enseguida. El otro, lo tiene una chica llamada Sarah, que tiene algunos problemas. Intentamos ayudarla, repitiendo varias veces, y pronto deja de equivocarse. Hasta que lo conseguimos nos echamos unas cuantas risas.

- Podemos ir a comer las tres… si volvemos después juro que lo haré bien del todo.

Con la carita que pone Sarah se me hace imposible negarme.

- La bocatería está en frente. ¡James! – grita Kim - ¿Podemos comer aquí?

- Lleváis ya dos horas y media de clase, podéis dejarlo ya – dice desde el otro lado de la habitación.

- Entonces no iremos a una simple bocatería – puntualizo.

- Vamos – sonríe Kim.

El rato de la comida me sirve para conocerlas mejor. Son las primeras amigas que hago, además del grupo de Eleanor, y me siento bien. Me gusta la forma en que se expresa Kim. De repente, sus palabras comienzan a agitarse en mi cabeza, seguidas de una melodía desconocida. Y empiezan a llover ideas.

“Esto a Harry le va a encantar” me digo.

Pago mi parte de la comida y salgo disparada de allí hacia un lugar en el que sé que tendrán papel, y un bolígrafo. Y en la mesa más cercana me pongo a escribir.

Primero anoto todas las ideas interesantes en una esquina de la hoja, y después pienso en las estrofas incompletas de Harry. Relleno hojas y hojas con entusiasmo, y me pregunto si le gustarán. Mi móvil vibra constantemente, pero me da igual.

Para cuando salgo del establecimiento son casi las siete de la tarde. Meto los papeles en mis bolsillos sin preocuparme por no arrugarlos y comienzo a andar hacia la cabaña.

El móvil vibra una vez más. Niall. Y no solo un mensaje, ya van tres. Decido que lo mejor será una llamada.

- Niall.

- Por fin – suena aliviado, pero divertido.

- ¿Qué pasa?

- ¿Eh? Nada.

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