«El primer corte es el más profundo»

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A la mañana siguiente todo parecía igual pero era diferente, la verdad había salido a la luz, no había vuelta atrás. Necesitaba saberlo todo, saber cómo eran, quienes eran, por qué nos dejaron. Habíamos hablado con Jenna y ella solo supo decirnos que nuestra madre tenía 16 años cuando nos dejó en la consulta de mi padre, que se llamaba Isobel.

Mientras desayunaba Elena me preguntó unas 3 veces como estaba, no lo soportaba, necesitaba espacio, respirar.

- Lo que necesito es que dejes de preguntarme como estoy. Asique Stefan solo le mintió en la cara cuando le dijo que le iba a ayudar a salvar al amor de su vida. Baya las mentiras se acumulan. Segunda fase, de tristeza a rabia, luego vendría la negación y vuelta a empezar.

- Katherine no está sola en la tumba, hay más vampiros dentro, vampiros que no pueden salir, arrasarían al pueblo.

- Supongo que tienes razón. No me gustaba la idea de mentirle, no me gustaba para nada. Estábamos haciendo una amistad, y yo odio las mentiras.

- Mira, te lo digo porque puede ser muy persuasivo y ahora os lleváis muy bien, necesitamos tu ayuda.

- Sí, tienes razón, no podemos dejar todos esos vampiros correteando por el pueblo. No quería vampiros sueltos, poner en peligro a la gente que quería.

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Había sido un día largo, demasiado largo, llegué a casa y oí voces en la cocina, olía delicioso, oh si, comida para tapar las penas.

- Mi padre tampoco aceptó a ninguna de mis novias, lo que hacía que me gustaran más, por supuesto. Esa voz...Damon estaba en mi cocina, haciendo la cena, charlando con Jenna, con un trapo en el hombro. Increíble.

- Hola Sara. La manera en la que dice mi nombre...porque tiene que tener esa voz.

- ¿Dónde te has metido? Jenna también estaba preocupada, tenían miedo que me derrumbara, asique su solución era atosigarme, no funcionaba.

- Cubrí a Matt para que viera a Caroline, así que mi turno en el Grill se alargó. Expliqué, había sido un día largo.

- Stefan y Elena, ¿no vienen? Había algo en la manera interrogante que me miró, sospechaba.

- Vendrán en un minuto.

Jenna fue por unas cajas que le pedí de mis padres para ver si encontrábamos algo asique yo me quede en la cocina con Damon.

- ¿Qué se supone que haces? Damon en plan hogareño, de eso nada.

- ¿Tardarán mucho?, no me gustaría que se perdieran esta cena familiar de la que yo disfruto inmensamente. Lo más raro es que si parecía disfrutar.

- No, vendrán enseguida, están investigando lo del grimorio.

- Asique te han puesto al día.

- ¿De vuestro plan? Si, por si lo había visto, soy una Gilbert ¿recuerdas?

Nuestros cuerpos se encontraron, cocina pequeña para un vampiro de ego grande.

- ¿Puedo confiar?

- ¿Qué?

- En ellos, ¿puedo fiarme? Estaba tan cerca que podía oler el wiski en su aliento. Me miraba intensamente.

- Llevo verbena, no funcionará.

- No intento obligarte, dime, ¿puedo fiarme? Damon confiaba en mí, lo hacía, y yo iba a mentirle y traicionarlo vilmente.

- Si, puedes. Y me di la vuelta y me puse a cortar, demasiado nerviosa, demasiado torpe que me corte en el dedo y sangre empezó a salir, mierda. Me di la vuelta, él estaba más cerca, sus ojos demasiado negros, pero sin rastro de dientes. Cogió mi dedo delicadamente, despacio, como esperando que lo detuviese, y luego lamió la sangre, cerró los ojos y suspiro, bajo, contenido, casi un gruñido.

- Veo que también confías en mí -su voz rasposa- solo quiero sacarla, ¿lo entiendes? Todavía sujetaba mi mano. Solo asentí- Entonces entenderás lo que haré si alguien se pone en mi camino. Y se alejó, y volví a respirar. Eso había sido lo más excitante que me habían echo en la vida.

Jeremy y Jenna entraron y aproveché para excusarme y subir al baño y recomponerme. Cuando vuelvo a bajar solo están Elena y Stefan.

- ¿Qué ha pasado, encontrasteis el libro?

- Casi, vámonos.

- ¿A dónde?

- A la tumba de mi padre. Explicó Stefan antes de que los tres saliéramos por la puerta rumbo al cementerio.

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Mientras Stefan cavaba yo me sostenía con los brazos, esto no estaba bien si se enteraba no me lo perdonaría.

- Vaya, que sorpresa. Damon nos encontró, su cara, estaba furioso.

- No puedo dejarte hacerlo. Stefan trataba de controlar la situación, pero con Damon todo es impredecible.

- Y pensar que por un minuto confié en ti. Le reprochó Damon a su hermano pequeño.

- Claro que no, sino no estarías aquí. Se defendió Stefan.

- Por supuesto que no, porque solo puedo confiar en mí mismo, eso me lo enseñaste hace mucho. Y luego me miró, dolido, decepcionado - Pero tú me engañaste.

No dije nada. No había nada que decir, esa era la verdad, le engañé.

- Bien ahora ¿qué hacemos?, no quedan muchas opciones. Si lo destruyes le arrancaré el corazón mientras tu querida Elena se queda mirando. Lo dijo mirándome, estaba furioso.

- No, no lo harás.

Corrió hacia mí, y estaba otra vez entre sus brazos- Es cierto, hare algo mejor, la convertiré- y antes de que pudiera asimilar sus palabras la sangre de Damon bajaba por mi garganta, espesa y caliente. No podía moverme, no podía pensar solo escucha a Elena gritar y llorar.

- No, déjala, por favor Damon. Te daremos el libro. Suplicó mi hermana.

- ¿Cómo puedo ahora fiarme de vosotros?

- Porque has hecho la única cosa que podía obligarnos

Stefan le dio el libro y yo corrí a los brazos de Elena, todo había terminado, incluso mi amistad con Damon.

«Veritatem Revelatam» Damon Salvatore [EDITADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora