«Momento de incertidumbre»

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- Me estás ignorando. Me reprochó Damon tan pronto le abrí la puerta de mi casa.

- Tus seis llamadas perdidas, lo siento he perdido el móvil. Usar su sarcasmo en contra suya se sentía francamente bien.

- ¿Stefan está aquí, y tu hermana? salió a cazar al bosque y no volvió, pensé que estaría aquí. Estaba preocupado, genuinamente preocupado por su hermano.

- ¿Qué? Elena gritó desde lo alto de la escalera. ¿Dónde está?

- No os va a gustar lo que estoy pensando. Contestó el vampiro con una cara de preocupación que hizo que mi estómago se encogiera.

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- ¿Por qué coño nadie me dijo lo de los vampiros de la tumba? Esperábamos a Damon en su coche mientras el miraba en la casa de Pearl.

- Ayer estabas encerrada en tu habitación con Caroline y hoy no te he visto, ¿cómo iba a decírtelo? Vimos venir a Damon y Elena salió disparada.

- ¿Qué ha pasado dónde está?

- Lo tienen ellos y no puedo entrar. Nos explicó un Damon empapado por la tormenta.

- Yo puedo entrar. Dijo Elena.

- ¿Por qué están haciendo esto qué es lo que quieren de él? Pregunté.

- Tenemos que hacer algo. Elena estaba desesperada

- Damon tienes que sacarlo. Supliqué.

- Lo sé- me contestó mientras me miraba intensamente a los ojos- pero no sé cómo hacerlo. Él también parecía desesperado.

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Fuimos a buscar a Alaric sl instituto.

- Sí que pareces vivo. Damon en modo vampiro.

- No puedes herirme. Se defendió mi profesor de historia.

- Claro que puedo. Contestó con un tono de voz que me pareció demasiado sexy.

- Señor Saltzman lo necesitamos. Le supliqué.

- Ayúdenos por favor. Le pidió Elena.

Le explicamos la situación, no parecía muy convencido.

- Entraríamos nosotras pero... empecé a explicarle.

- Vuestras vidas son valiosas. Repuso Damon.

- No es mi problema. Nos contestó Alaric y lo cierto es que no podía culparlo, le estábamos pidiendo que arriesgara su vida.

- Es una pena porque la jefa de grupo podría decirte algo de tu esposa, pero... eres un cobarde... vámonos. Damon era el rey del chantaje emocional.

- De acuerdo, os ayudaré. Accedió a regañadientes.

Volvimos a la casa del bosque, pero esta vez con un plan.

- Profesor de día, cazavampiros de noche. Se burló Damon, revisando el arsenal que tenía Alaric.

- Te lo debo a ti. Se defendió el cazador.

- Méteme allí y yo lo sacaré - Explicó Damon - Cuando entre tu sal pitando, lo único que harías si te quedas es estorbar.

- Iré con vosotros. Elena estaba decidida.

- Te cubro. No iría sola a una casa llena de vampiros.

- De eso nada. Bramó Damon.

- No es el momento de hacerse el héroe, no puedes detenerme, es Stefan.

- Si Elena va yo voy.

- No - le salió un grito - esperareis en el coche ¿vale?

- Podemos sacar a Stefan mientras tú los distraes. ¿Por qué era tan terco? Protesté, realmente creía que podíamos servir de algo.

- He dicho que no, tengo que poder entrar y salir, no puedo detenerme a pensar en tu seguridad, sino será un baño de sangre.

Cuando llegamos Damon y Alaric salieron y yo asentí a Elena, entraríamos por Stefan. Cuando estaban a mitad de camino Damon retrocedió, abrió el coche y me sacó, arrancó mi collar a pesar de abrasarse la mano y me dijo.

- Vas a quedarte en este coche, si los vampiros vienen arrancarás a toda velocidad e irás a casa de donde no saldrás. Después me miró fijamente unos segundos y me soltó.

- ¿Qué le has hecho? Bramó Elena.

- No va a venir.

- Eso no era necesario.

- Lo era, si quieres morir por Stefan, bien hazlo pero no arrastres a tu hermana contigo. Y se marchó sin mirar atrás.

- No puedo creer que me haya obligado, Elena ¿a dónde vas?

- Voy a buscarlo.

- No, podrías morir.

- No, volveré.

- Pero si los veo, me ha obligado a irme. Llévate las llaves, las llaves del coche.

- Bien.

- Vuelve. Nos abrazamos y se fue.

Un rato después vi venir a Stefan y Elena,

- Elena las llaves rápido

Pero un vampiro los alcanzó y clavo una estaca a Stefan, estaba aterrorizada, las lágrimas empezaron a salir, Stefan no se levantaba, Elena también lloraba y luego la vi alimentarlo, dándole de su sangre, y me sentí como una espía en un momento intimo como ese.

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- ¿Cómo pudiste obligarme? Damon me dejó en casa, tan pronto puse un pie en el porche me di la vuelta y hablé por primera vez desde que dejamos a Elena y Stefan en la pensión.

- Porque ibas a entrar, tu corazón iba a mil por hora, te dije que te delataba, no me arrepiento.

- Eres un cabrón arrogante. Iba a entrar pero me agarró por el codo, me puso muy cerca.

- Ponte como quieras, ódiame un poco más, pero esta noche te mantuve a salvo, y lo volvería a hacer. Demasiado cerca, mi móvil sonó

- Hola Jer, ¿qué ha pasado? Oh no... Vikie, la habían encontrado...

«Veritatem Revelatam» Damon Salvatore [EDITADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora