44. La parca llama dos veces

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Los primeros días tras la muerte de Exael fueron los más duros. El infierno se volvió un caos de emociones. Para Alejandro, que tan solo llevaba dos semanas habituándose a aquel lugar, la cosa solo se complicó todavía más. Habría acabado encerrándose en su cuarto alejado del resto del mundo de no ser porque tenía a Lucifer. Lucy, pues por culpa de Alexa seguía teniendo el sobrenombre metido en la cabeza, estaba muy mal, como todos los demonios y necesitaba ayuda. Al principio, Alex no sabía que hacer. No era nada hábil en un plano social o emocional. Sin embargo, pronto descubrió que solo  hacía falta que se pasara las noches abrazado a su demonio, recordándole que no estaba solo, para que este se sintiera mejor. Por primera vez en su vida, Álex se sintió emocionalmente útil. Aún así, por si acaso, compró varios libros sobre la superación de la perdida y se leyó diversos artículos psicológicos. También preparó crêpes para cincuenta personas (solo los hermanos más allegados a Exael) y dispuso una velada para que pudieran penar juntos. Luego, en su tiempo libre mientras su demonio iba a solucionar el desastre que se había montado en la organización del infierno, se dedicó a llevar las cuentas de galerías Ferrera. No porque se hubiese marchado de casa iba a dejar de ayudar a su hermana. De hecho, si no fuese peligroso, subiría a la tierra todos los días a trabajar. No obstante, de hacerlo, era posible que alguno de los arcángeles se lo llevara por mantenerlo a salvo de Lucy. Si eso sucedía, quien sabe cuándo volvería a ver a su demonio. De modo que se dedicó a trabajar desde el inframundo. Tras tres semanas, por desgracia, se encontró con que no solo ya no le quedaban más cuentas que mantener en orden, se había pasado todo el Battlefront y los cuatro CD's de Monkey Island. Un día, mientras decidía entre ver "La princesa prometida", "El club de los cinco", la segunda temporada de "La víbora negra" o jugar a "Portal", recibió una llamada inesperada de Laura. Al parecer, ésta quería realizar una sesión de fotos con los artistas más famosos que el infierno podía ofrecer, y esperaba que él pudiese ayudarla a buscar, convencer y organizar a los pintores y escultores. 

Alejandro se dirigió hacia el edificio de la familia demoníaca silbando al ritmo de Panic! At the Disco, que sonaba a todo volumen en sus cascos. Cuando llegó al ático, pico al timbre varias veces sin obtener respuesta, antes de descubrir que la puerta estaba abierta. Fue bastante extraño que nadie le recibiera, pero no tanto como lo que se encontró al entrar en el salón. Al lado del parque de la pequeña Lucia flotaba un portal de bordes azulados y final indetectable. ¿Tenía Laura un compromiso previo y se había olvidado de avisar? ¿Le había ocurrido algo malo a Satanás y por eso habían mandado a buscarla? Aunque en su mente sabía que lo correcto sería esperar, llamar a la mujer o solicitar ayuda si ella no contestaba, su curiosidad siempre vencía en estas situaciones. El portal se iba haciendo más pequeño con cada segundo que pasaba, cerrándose para él y cualquier otro, y Álex no quiso perderse lo que había al otro lado. Corrió hacia su interior y se encontró dando vueltas en el aire en un túnel de luces y colores muy distinto a cualquier otra cosa que hubiese vivido con anterioridad. Viajar solo por un portal no se parecía en nada a hacerlo con Lucifer. No sentía suelo sobre sus pies ni control sobre su dirección. Imágenes daban vueltas a su alrededor, pero pasaban tan deprisa, que se convertían en poco más que luces y colores. Oía mil y una voces y sonidos, todos entremezclados creando un coro musical que no desafinaba en ninguna nota. Alejandro recordó la primera vez que de pequeño vio "Charlie y la fábrica de chocolate" en casa, y cómo le había confundido y aterrorizado en viaje por el río de chocolate al interior del túnel. Supuso que si aquel día hubiese visto la escena con una sobredosis de LSD, esto es lo que su mente habría creado. Sin embargo, no le asustaba. Al contrario, se sintió fascinado por todo a su alrededor. De pronto, el interior del portal comenzó a cerrarse a su alrededor, estrecharse hasta que parecía que las paredes de música e imágenes iban a aplastarle. Álex intentó empujar contra ellas, pero sus manos y pies las atravesaron, y antes de que pudiese saber lo que pasaba, había caído fuera del túnel, que seguía allí a lo lejos, al interior del espacio sideral. Calló a velocidad de la luz entre planetas, constelaciones y supernovas, hasta que su espalda chocó contra un suelo de madera y en el interior de una habitación de tonos tostados. Tardó varios parpadeos en acostumbrarse al cambio. Suspiró aliviado cuando comprendió que volvía a estar en algún lugar con gravedad terrestre y hogueras en las casas.

Ángeles, demonios y otros seres de pesadillas (reeditando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora