42. Aquel que busca la verdad...

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N.A: Antes de leer este capitulo, recomiendo a todo el mundo que os repaséis el de Adam Y Eva. Hice algunos ajustes hace un tiempo y me parece que son pertinentes a lo que pasará a continuación. Ya avisé con anterioridad, pero lo repito para aquellos que se hayan olvidado. Quien quiera creer que este cuento tiene final feliz, que se quede con el capítulo del Sueño de una noche de verano. Para todos los demás, bienvenidos al descenso. Recordad mantener las manos junto al cuerpo y por favor, manteneos sentados en vuestros asientos.

Exael era más observador de lo que la mayoría de sus familiares pensaba. Si bien era cierto que vivía detrás de un libro y una máquina, después de milenios de existencia, era bien capaz de notar los tics de una persona nerviosa o preocupada. No hacía falta tener su coeficiente intelectual para comprender por qué su hermano mayor escondía sus manos temblorosas en los bolsillos de su chaqueta mientras llegaban al local. Él también estaría preocupado si regresase al lugar del incidente. En Nueva York aún era de día y, por lo tanto, no había show que presentar. Las puertas de entrada estaban cerradas y no se abrirían hasta la noche. De modo que, tuvieron que colarse con un poco de magia por la puerta secundaria destinada a los trabajadores. Antes de entrar, su hermano Loki cambió de etnia, para evitar ser reconocido. Bajaron unas escaleras que les llevaron por un pasillo de camerinos hasta el escenario del espectáculo, dónde varios hombres y mujeres en ropa deportiva practicaban los movimientos de una complicada coreografía. Delante suyo se hallaba la barra del bar y docenas de mesas rodeando su tribuna. Las sillas sobre las mesas y el fuerte olor a lejia indicaban que la señora de la limpieza acababa de terminar su trabajo.

— ¿Quiénes son ustedes  y como han entrado aquí?—Preguntó una mujer en inglés al descubrirlos.

Exael exhibió orgulloso su falsa placa del FBI mientras Loki, capaz de vender mentiras como si de aire se tratara, los presentaba:

—Yo soy el agente Cass Watson y este es mi compañero Phillip Marple. Quisiéramos hacerles unas preguntas sobre un incidente que tuvo lugar aquí a mediados de abril.

Mientras los trabajadores se reunían al rededor del escenario, preparados para ser interrogados, la curiosidad del diablo le llevó a preguntarle a su hermano mayor:

—Entiendo las demás referencias, pero, ¿de dónde ha salido lo de Cass? 

—Me decepcionas, Exa. Pensé que estabas más educado en el cine y la televisión. No conocer una serie que habla de ángeles y demonios como la de Supernatural es... Vergonzoso.

Ignorando la puya amistosa de su hermano, el científico inquirió curioso:

— ¿Salgo yo en ella?

—No. Pero no debería ofenderte. A mi me confunden con Gabriel, y a Gabriel lo pintan como un gamberro bajito y rubio... —Explicó Loki—.  Aunque la personalidad de Miguel es bastante acertada. 

Cualquier cosa que Exael fuera a decir quedó interrumpida cuando la dueña del local les informó de que ya estaban todos presentes. Siguieron las preguntas habituales, mientras todos los presentes intentaban recordar una fecha ya lejana en sus memorias. El demonio del engaño se percató de inmediato de que uno de los trabajadores dudaba entre hablar y mantener silencio. 

—Cualquier detalle, por pequeño que sea, puede sernos de ayuda —dijo, fijando la vista en el hombre indeciso—. Pero no se preocupen, no vamos a detener a nadie.

Esto pareció bastar para que el tipo, aún vacilante, confesase:

—Hubo un día, creo que fue el doce de abril, precisamente, que no pude ir a trabajar. Me pasé el día en cama, consciente, y hasta el día siguiente no me di cuenta de que no había avisado a nadie. Sin embargo, cuando vine al día siguiente nadie había notado mi ausencia. Todos aseguraban que había estado allí. Así que no dije nada.

Ángeles, demonios y otros seres de pesadillas (reeditando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora