XI

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Joe Joauven

Conduzco con ella tomada de mi mano y con dirección a la enorme casa de Tyler; anoche le comente de todo lo que hacía en mi día a día y en qué momento comenzaba mi rutina diaria, así que despertarla no fue una tarea exactamente fácil, sin embargo aquí está.
Sé de sobra que aún hay muchas cosas que no hemos hablado, pero mi necesidad porque conozca cómo es mi vida ahora, es en extremo fuerte.
—Estas casas se ven muy...
—Lo sé, en un futuro estaremos viviendo en una de esas,Vi —le doy un beso al dorso de su mano, y noto como observa la ventanilla fijamente.
Cuando por fin nos permiten el acceso a la casa de Tyler, me preguntan por mi acompañante, y el guardia de mala gana nos deja pasar.
Extrañado por su conducta, nos dirigimos al comedor de Tyler y al cruzar el pasillo, un brazo me desprende de Victoria y me acorrala contra la pared.
—¿Creíste que no me iba a enterar, marica? —Tyler me acorrala contra la pared y tengo que voltear a ver a Victoria para hacerle saber que estoy bien, pero veo como toma un cubierto de la mesa y me observa asustada.
—Cálmate —pido.
—No me pidas que me calme, hijo de...
—No te decía a ti.
Tyler voltea a ver fugazmente a Vi y vuelve su mirada hacia mí, sin importar nada.
—Anoche Abel me dijo todo.
—¿Ah sí?
—No volverás a acercarte a Esmeralda, de una vez te lo advierto, si tú comes en mi mesa, entrenas en mi gimnasio, es por que te he contratado, no somos amigos, no somos familia, simplemente soy tu jefe y respetarás cada una de las reglas que imponga. ¿Te queda claro? —me aprieta un poco más contra la pared del pasillo y asiento.
—Me queda claro, pero quiero que le pidas a tu hija que no vuelva a correr a mis brazos, cada vez que la obligas a hacer algo con ese patán, es a mí a quien recurre.
—Yo me encargaré de ello...
—¡¿Papá?! —la voz de Esmeralda revienta la burbuja en la que los tres nos hemos sumido.
—Dile a papi que me suelte, ¿quieres?
—Suéltalo.
Y al instante los brazos de Tyler ceden.
—¿Quién es ella? —señala a Victoria y la observa fijamente.
—Papá, te he dicho que si traes a tus niñas a casa, no me agrada tener que verlas en la mañana, no me interesa saber con quién te estás acostando.
—Esta vez no soy yo...
—Ella es Victoria, mi novia.
Los ojos asustados de Esmeralda, observan fijamente a la igualmente asustada Victoria
—Vamos a desayunar, que hoy todos tenemos cosas por hacer y más tu —me observa fijamente y nos obliga a todos a sentarnos en la mesa y engullir un poco, después de todo lo acontecido.

Golpeo el saco una y otra vez y de vez en cuando volteo a observar a Victoria que se pase por todo el equipo del gimnasio y empieza a trotar levemente en la caminadora, para después pasarse a la smith y hacer un poco de calentamiento en las rodillas y agregar peso al aparato.
Sin poder ignorarlo, también observo sus piernas fuertes y glúteos bien tonificados.
Volteo hacia el otro lado y esta Esmeralda levantando sus brazos y estirando sus piernas de una manera sorprendente, y no sé porque, pero me molesto interiormente por voltear a verla y fascinarme por sus movimientos tan gráciles y sencillos.
Podía notar a miles de metros que estaba muy molesta conmigo, y por un lado eso me alegraba, me alegraba saber que ella no era la única que podía hacer enfurecer, dañar o...
—¿Disfrutando el espectáculo? —pregunta Joel y me golpea fuerte en la pierna con una toalla enroscada.
—Yo... — observo a Victoria y a esa mirada que me lanza cuando se agacha por una pesa.
—Ambas son hermosas hijo, pero puedo decirte que Esmeralda es una mujer hermosa y muy leal. Ella no se dará por vencida, eso te lo puedo asegurar...
—¿Por vencida?
—Yo no dije nada... ¡A la pera!
—Pero...
Me lanza una frívola mirada y me dirijo rápido a la pera.

Esmeralda termina su entrenamiento y veo cómo toma sus cosas enojada y golpea mi hombro con fuerza cuando pasa a mi lado con dirección al baño.
Por otro lado, veo a Victoria que se recuesta en el suelo cansada y me acerco a ella.
Me tiendo en el suelo a su lado y observamos el techo juntos.
—Tenemos que hablar —susurra.
—Lamento lo de esta mañana, eso no debió pasar; no volverá a pasar, lo prometo.
—No quiero verte en problemas, ni que te lastimen.
—Boxeo —digo entre burlas.
—Sabes que no me refiero a eso... —me voltea a ver y le sonrío.
—Solo tú me puedes lastimar...
Ignora lo que digo y se levanta para tirar de mi brazo y llevarme directo a las duchas que ahora están desocupadas.
Saca mi camiseta y se quita la suya, pronto nos desnudamos y nos metemos a la ducha que nos recibe con un fuerte chorro de agua fría y ambos estallamos en risas.
—Sexo en la ducha... —susurra y muerde mi labio inferior.
—Sexo duro en la ducha...
Escuchamos la puerta del baño abrirse, y como toman una maleta.
Con sonrisas en el rostro esperamos a que la persona salga del baño pero se tarda solo un poco, pronto escuchamos la puerta abrirse.
—Pongan el seguro, los puede atrapar Joel.
Sale del baño y Victoria vuelve a besarme.
—Hazme el...
No la dejo terminar y hago que rodee mi pelvis con sus piernas y la recargo contra la fría pared del baño.
Un suspiro fuerte sale de su garganta y se burla.
—Lo hiciste al propósito —sonríe.
—Claro que no —una sonrisa casi de borracho soy capaz de notar en mi rostro y la beso despacio.

Bajo del auto para que revisen la cajuela y enseguida llega una camioneta de quién estoy seguro, el dueño es Abel.
Baja rápido del vehículo y me intercepta para empujarme contra la puerta del conductor de mi auto.
Me golpea en el rostro una sola vez, y lo empujo con la fuerza necesaria para apartarlo de mi.
—Abel, déjame hablar —pero otro de sus puños golpea mi cara haciendo que la voltee con violencia.
—Tu lo pediste.
Golpeo una y otra vez su rostro y él hace lo mismo conmigo.
—¡Paren, por favor! —grita Victoria a mis espaldas y la volteo a ver furioso, porque no debía salir del auto, porque se lo que Abel es capaz de hacer.
—Es linda, es tu mujer y yo siempre seré un bastardo.
Me empuja con fuerza y sus guardaespaldas me sostienen con fuerza.
Se acerca a Victoria y tira de su brazo con fuerza, forcejeo con los dos hombres que me sostienen pero no logro hacer que me suelten.
Vi lo golpea una y otra vez en el rostro cuando se le acerca, pero no logra apartarlo y no puedo evitar gritar de furia cuando la besa y ella lo empuja una y otra vez.
—¡Suéltala! —grito.
Sin detenerse, empieza a acariciarla en contra de su voluntad mientras la besa y es cuando puedo desprenderme de los dos hombres, correr hacia él, tomarlo por el cuello y arrojarlo contra el suelo.
—Eres tan miserable...
—No somos tan diferentes —sonríe triunfal y cuando estoy por golpearlo, sus hombres me separan y me sostienen para darle acceso fácil a mi torso y rostro, para así golpearme innumerables veces.
Veo a Victoria a lo lejos sacar su celular y llamar con lágrimas en los ojos.
Todo empieza a tornarse borroso y me dejo ir, justo cuando unos ojos verdes me observan asustados y me sostienen la mirada haciendo que intente concentrarme en su voz, pero no lo logro.
Es Esmeralda, eso lo sé, eso es lo único que sé antes de dejarme llevar.
Esmeralda.

Espero les esté gustando.
B.

Lucharé por ti    |  (Eres hermosa para mí #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora