XIII

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Joe Joauven.

No puedo razonar al ver lo que está pasando a un lado de mi camilla, es capaz de matarla, es capaz de hacerle lo peor.
Presa de la ira, desconecto el suero de mi brazo y con fuerza me abalanzo sobe él, el dolor es tan intenso que siento casi como si me quemara.
Unos brazos me sostienen para separarme de él, y el enojo aumenta tanto que antes de ser desprendido de él, lanzó una patada a su rostro y veo cómo se cubre la cara con sus manos.
Volteo a ver a Esmeralda que me observa por una fracción de segundo y de pronto cierra los ojos.
Intento correr hacia ella, peor aún me sostienen los doctores y enfermeros, un fuerte piquete me empieza a marear y no puedo evitar luchar con la terrible sensación de quedarme dormido en un momento como este.
Pero no puedo, simplemente me dejo ir cuando Victoria entra a la habitación con lo que parece ser su comida.




Vuelvo a despertar en la camilla y a lo lejos veo a Victoria sentada en el sillón que utiliza para descansar y noto cómo se levanta y camina hacia mi.
—¿Cómo está...?
—Su padre vino por los dos, al parece está bien, los médicos fueron amenazados por su padre si era que hablaban de lo sucedido. Se la llevaron en contra de su voluntad.
Lagrimas de furia se resbalan por mis sienes y suspiro fuerte.
—Le volverá a hacer daño... La volverá a lastimar, no puedo permitir eso —mis ganas por ir a cuidarla son tantas que intento levantarme de nuevo, pero un dolor mucho más fuerte se instala en mi costado.
—Lo que necesitas ahora, es descansar... Maldita sea Joe, ¿qué estabas pensando?
Frunzo el ceño y la miro fijamente.
—¿Esperabas que me quedara sin hacer nada mientras la mataba?
Un silencio se instala ente los dos.
—¿Eso esperabas? —vuelvo a insistir.
—Claro que no, pero estas lastimado, y...
—Victoria, no puedo creer que esperaras que me quedara con los brazos cruzados.
—Hubiera sido más sencillo demandarlo y mandarlo a la cárcel, pero ahora no se podrá porque...
—Estás diciendo que debí dejarlo y después llamar a al policía...
—¡Sí! —grita enojada.
—No puedo creer que digas esto...
—Tienes una costilla rota, hematomas por donde sea, tenías el riesgo de tener hemorragias internas y no te importó, lo atacaste aún con el riesgo de...
Se queda callada y su mirada enfrenta a la mía.
—La quieres.
Frunzo el ceño y pienso en las palabras que acaba de pronunciar.
—¡No! —grito enojado, porque tiene razón.
—La quieres...
—La defendí como hubiera defendido a cualquiera. Es a ti a quien amo.
—Júralo.
Me quedo callado y me decido a responderle.
—Lo juro.




Victoria acomoda mi cama y enciende la televisión, besa castamente mis labios, para después salir de la habitación y preparar la sopa de pollo que me comentó.
Observo mi celular y lo tomo.
Varios mensajes de Tyler están en la bandeja de entrada, así que los abro solamente para enterarme que en cuanto termine mi recuperación, mis entrenamientos serán como una doble jornada todos los días,
Sin embargo no respondo, quiero hablar con Esmeralda y saber cómo se encuentra.
Aún con el temor de que alguien más me conteste el móvil, llamo.
Tal como esperaba, me manda directamente a buzón y lanzo el teléfono a algún lado de la habitación.
—¿Qué tal todo viejo? —Aarón entra a mi habitación y se sienta en el sofá.
—De la mierda.
—¿Qué ocurrió ese día que fui a visitarte?, tu novia estaba muy enojada.
—Y lo sigue estando —suspiro.
Un nudo se forma en mi garganta cuando recuerdo lo sucedido, cuando reproduzco la imagen de Esmeralda siendo atacada por Abel.
Le cuento todo lo que pasó en el hospital y estudio cada una de sus expresiones cuando empiezo a hablar.
—¿Por qué no llamaste a la seguridad del hospital?
—No tuve tiempo de razonar... Sólo actué y no pensé en que me tendría que quedar dos semanas en el hospital.
—Si es verdad que la chica no te interesa, no debiste hacer eso, tu estado de salud era crítico y no te importó. Sin embargo, no entiendo la molestia de Victoria.
—Piensa que quiero a Esmeralda...
—¿Y no es así?
—¡No! —grito.
—Lo sabía... Esa niña te estuvo atrapando todo este tiempo.
—Aarón...
—No quieras negar lo que es obvio, la chica te interesa, pero no quieres volver a luchar contra Abel y su padre por ella.
Me quedo callado.
—Tengo a Victoria...
—Y estoy feliz por ti, pero ¿qué pasará cuando ella se vaya a su ciudad de nuevo?
—Se quedará a vivir conmigo, compraré una casa y nos casaremos.
—¿Y ella sabe? —pregunta.
—No lo hemos hablado, pero estoy seguro de que lo ha contemplado.
—Por lo que me dijiste cuando te conocí, es una devota a sus estudios, si le piedieras que se quedara a vivir contigo, ¿crees que lo haría?, ¿crees que abandonaría su carrera, su ciudad, su familia por ti?
De nuevo me quedo callado.
—Discúlpame mi hermano, pero esas son fantasías infantiles. Cuando te conocí, dijiste lo suyo había terminado, que le hacías daño, que te hacía daño, si las cosas siguen siendo iguales, creo que es momento de que empieces a considerar las cosas con mayor detalle.
—¿Qué hago? —pregunto porque no estoy seguro ahora mismo de nada, porque me siento dividido, porque Victoria es lo que necesito, pero Esmeralda es lo que quisiera.
—Sonará como el peor consejo, pero sigue a tu corazón.




Lucharé por ti    |  (Eres hermosa para mí #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora