XVII

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Joe Joauven

Lagrimas de furia se desprenden cada momento que doy un parpadeo, mi respiración esta agitada y el pánico que domina en mi cuerpo es tan intenso, que cada momento que cambio de velocidad, mi mano derecha tiembla con una extrema obviedad.
No podía perderla, no después de lo que le había pedido, no podía dejar que se fuera, no podía hacerme eso.
Conduje por lo que parecieron minutos eternos, conduje hasta que por fin pude calmarme.
Algo estaba mal conmigo, con nosotros, algo estaba por terminar aún cuando no había  comenzado del todo, lo único que podía sentir en este momento, era miedo.
Miedo de estar sin ella, miedo de ser abandonado, miedo a perder lo único que había servido en mi vida... Miedo a perder eso que me ataba a la tierra, miedo a volver a estar vacío, a experimentar el dolor que me acogía desde su partida, miedo de no volver a amar como la amaba a ella, miedo de perder la única fuerza más intensa que me levantaba.
No quería volver a sufrir por ella, no quería tener que buscar a alguien que me despertara la mitad de los sentimientos que ella despertaba en mi,  no quería que pasara el tiempo, y esa persona jamás llegara.
Ella no podía dejarme, no ahora que todo se derrumbaba a mi alrededor, no ahora que parecía que algo iba a tomar forma en mi vida, algo que se estaba construyendo para permanecer... Con su partida, todo volvería a ser como antes, oscuro, doloroso, eterno, todo volvería a ser destrucción.
Mi vida volvería a basarse en lo que era buscar a alguien a quien amar, y no quería experimentar eso de nuevo o tocaría fondo...
No quiero tocar fondo, no sin ella, no sin esto que despierta en mi.
O despertaba.



Estaciono mi auto y salgo corriendo de este para entrar por l puerta principal el hotel, la recepcionista me observa anonadada y veo cómo sostiene un teléfono, casi dispuesta a llamar a alguien que la ayude.
—Disculpe... —mi respiración agitada provoca que mis palabras apenas sean entendibles—. Busco a Victoria Lexington...
—Señor... No puedo darle esa información, lo lamento —recargo ambas manos en el mostrador la observo.
—Por favor, ayúdeme, necesito verla... Ella es... Importante, por favor, ayúdeme —ruego.
Veo la indecisión en su mirada y la manera en la que sus demás compañeros le lanzan miradas, nadie sabe qué hacer...
—Por favor —vuelvo a rogar.
Observa la computadora y me regresa la mirada.
—Bien... —mueve el ratón y teclea rápido, sus ojos vuelven a los míos.
—¿Y bien? —pregunto.
—Su check out es en dos horas. Su habitación es la 320, tercer piso.
—¡Muchas gracias! —troto hacia el elevador y justo cuando estoy por llegar, las puertas con algunas personas, son cerradas.
Tomo las escaleras y le agradezco a los entrenamientos que me han dado la resistencia para poder subir sin detenerme ni un segundo.
Recorro el inmenso pasillo y pronto encuentro la habitación que me han indicado, estoy por dar el primer golpe, pero la puerta es abierta y pronto se revela Victoria, que carga una mochila en su hombro, y una maleta de equipaje; a su lado, esta Alan observándome de arriba a abajo apenado.
—Vi... Creí que... Creí que te habías ido, creí que...
—Creo que voy a dejarlos solos, voy a estar en la recepción —dice Alan.
Vi toma su mano, pidiendo con la mirada que no nos deje solos, pero agradezco que Alan no le haga caso y tome su propio equipaje y vaya directo al elevador.
—Vi... —intento acercarme para darle un beso, pero ella pone una mano en mi pecho para separarme.
Frunzo el ceño y tomo su mano.
—No debiste venir a buscarme.
—Ni debiste dejarme...
—Tengo que irme —intenta pasar a mi lado y la intercepto para meternos en la habitación.
—No puedes dejarme Vi, no puedo hacer esto sin ti... No de nuevo, no podemos separarnos...
—Joe, yo...
—Vi, lo que sea que tengas que decirme, podemos solucionarlo, podemos contra esto y más, podemos seguir luchando por esto que tenemos.
—No es tan sencillo —niega con la cabeza una y otra vez y sus preciosos ojos azules se llenan de un llanto atormentado—, tengo una vida en Nueva York, tengo a mi familia, tengo a...
—Podemos irnos allá, solo, necesito unos meses para juntar el dinero y así comprar una casa, puedo darte lo mejor, estarías cerca de tu padre, cerca de tu universidad, en una casa hermosa y conmigo.
—Es que...
—¿Qué más quieres? —tomo sus brazos y ruego con la manera en la que la observo.
—Nada ha cambiado Joe, tu vida no se parece en nada a la mía, tienes incluso más problemas que antes. Antes sólo se trataba de una investigación que era constantemente arruinada por tu padre, antes se trataba de Kevin tratando de alejarte de mí, porque estaba enamorado de mi. Antes se trataba de tus simples celos y tu padre, antes era más sencillo si puedo decir.
—Vi, las cosas no son como las piensas, eres lo que necesito, no puedes dejarme... No puedes decir que...
—Las cosas no son como las pienso, son peores. Hombres adinerados te amenazan, estuviste en el hospital, estás enamorado de una mujer que se va a casar...
—Esmeralda no es nadie en mi vida, ella es... —miento.
—No me refe...
—Vi, no me dejes... No puedes... No... —pongo mi frente contra la suya y acaricio su rostro.
—Tengo que irme... Tengo cosas que... Arreglar.
—No —digo firme.
—No te estoy pidiendo permiso... Debo irme.
La intercepto y beso sus labios con una profunda necesidad.
Sin embargo, empuja mi pecho y el rechazo es tan fuerte, que una lagrima se me escapa.
—Tengo cosas que solucionar en Nueva York, eventualmente volveré, podemos hacer esto, pero antes de que quieras volver a huir de la verdad...
Mete la mano en su jean y me enseña un enorme anillo.
Algo se quiebra dentro de mi, algo deja de servir en mi interior, una fuerza sobrenatural me hace caer sobre mis rodillas.
—Adam me propuso matrimonio y yo... Le fallé, lo engañé contigo, le mentí y te mentí. Pero puedo solucionar esto, le diré la verdad y volveremos a estar juntos, tengo que hacer las cosas bien, Joe. No planeaba dejarte, pero es correcto hablar con la verdad.
—¿Cómo haremos que funcione? —se hinca frente a mi.
—Aunque quiera mucho estar contigo, tengo que regresar a la escuela y hablar con mis padres, podemos hacer esto, vendría a verte, y cuando quisieras podrías irme a ver... Prometo estar en tus peleas, prometo llamarte todos los días, pero no puedo abandonar todo por lo que luché tanto.
—¿Una relación a distancia?, ¿estás de broma?
—Es lo único que puedo ofrecerte por ahora.
—¿Haz escuchado la famosa frase: "amor de lejos, amor de pendejos"?, ¿cómo sabremos si esto va a funcionar?
—Intentándolo...
—No puedo dejarte ir... ¿Cómo podré estar tranquilo cuando hay otro hombre en a Nueva York, esperando por ti, esperando poner sus manos en tu cuerpo, esperando a besarte?  —las palabras que he pronunciado, son escupidas con el veneno que atormenta cada fibra de mi ser, con esos terribles celos que siempre me acompañan cuando se trata de ella.
—Vas a tener que confiar en mí.
—¿Tú confías en mí? —murmuro.
—Quiero hacerlo.
—Una relación a distancia... —era esto o nada, era esto tan pequeñito o volver al maldito vacío.
—No va a ser sencillo, pero podemos hacerlo...
—¿Podemos? —susurro.
—Podemos —afirma.
Y ya está, es algo único que me aferro, a su promesa, a su palabra y a esto.
—Tengo que irme al aeropuerto...
—Vale —me besa una última vez y se levanta del suelo.
—Victoria...
Esta vez yo me levanto y camino con sus cosas para ir al elevador.
Cuando las puertas de este se abren, pongo el equipaje dentro y ella entra.
—Te amo —murmuro.
—Volveré lo antes posible, amor, volveremos a estar juntos, lo prometo.
—Te creo —me quedo afuera del elevador, porque si entro en ese reducido espacio, no podré detenerme a hacerle el amor ahí dentro para asegurarme de que su palabra sea sellada con esa promesa que yo le haría.
Porque yo no estaba dispuesto a sellar dicha promesa.
—Te amo —murmura y las puertas del elevador se cierran.
La nota que me había dejado, no tenía nada que ver con lo que acababa de pasar, su nota me hizo perder toda esperanza.
De no ser por haberla perseguido, las cosas hubieran terminado muy diferente, y tal vez era como realmente debían terminar, pero era algo que no podía volver a vivir, era algo que esta vez no iba a poder soportar.

De no ser por haberla perseguido, las cosas hubieran terminado muy diferente, y tal vez era como realmente debían terminar, pero era algo que no podía volver a vivir, era algo que esta vez no iba a poder soportar

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Espero que les haya gustado el capítulo, que no me odien por todo lo que está pasando, las quiero mucho.
Disfruten la multimedia.
Y el mini maratón.
B.

Lucharé por ti    |  (Eres hermosa para mí #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora