XVI

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Joe Joauven


Se pasea una y otra vez por la habitación en ese bonito juego de lencería que se ha comprado hace apenas dos días, un conjunto de piezas negras que contrastan con su piel blanca.
—Te juro que sé que algo va mal contigo...
—No es nada —cruzo los brazos detrás de mi cabeza y sigo observándola.
—Pero...
—Besé a Esmeralda —suelto por fin.
Sé que me observa, porque yo ya he retirado la vista.
—¿Hiciste qué? —me levanto y me pongo frente a ella.
—Ya lo escuchaste...
Nos observamos sin parar, sé que hay miles de palabras que no hemos dicho, sé que hay secretos que ella me oculta, lo puedo sentir, pero justo ahora, no quiero saberlos, quiero cegarme de lo que el tiempo ha hecho con nosotros, porque me niego a dejar lo que me podría hacer feliz, me niego a dejarla ir.
—Tengo algo que decirte... —le doy un beso lento y cuidadoso y tomo su cintura para pegarla contra mi cuerpo.
—Yo también tengo muchas cosas que decirte, pero no ahora... Hoy no, por favor —le ruego.
Sus preciosos ojos azules están tan atormentados que vuelvo a besarla para que no se aleje de mí.
—Solo déjame hacerte el amor... Déjame sentirte.
Asiente con la cabeza y un sentimiento desesperado me lleva a hacerle algo muy parecido al amor, algo que incluso podría decirse bello, pero también algo que se siente erróneo.



Jugueteo con su cabello y beso su frente una y otra vez, provocando que despierte del profundo sueño en el que se ha sumido, sus manos acarician mi mandíbula y besa mis labios con pequeños toques.
—Compré una casa... —murmuro.
Es verdad, lo había hecho, era una casa decente, en California, esa casa me cautivo por completo una vez que fuimos juntos Aarón y yo en un viaje de carretera.
Estaba frente a la playa e incluso tenía un pedazo de playa privada, el área era muy solitaria, y la casa estaba casi en ruinas; fue en extremo económica, pero era lo que más había querido en mi vida.
Un lugar tranquilo, un lugar callado, un lugar perfecto para estar con la persona indicada.
—¿En serio? —deja la Palma de su mano sobre mi mejilla y sonríe.
—Sí. Es un poco pequeña, pero hermosa, podrías pasar horas y horas viendo por la ventana y no cansarte de lo interminable que parece ser el mar cuando lo observas... Lejos del ruido, lejos de la ciudad...
—Me gusta la ciudad... —su voz perezosa me hace sonreír.
—Sé que te gusta la ciudad...
Se acomoda, de tal manera que queda con la vista al techo y tengo que incorporarme solo un poco para observar su rostro y la manera en la que muerde su labio.
—Tenemos que hablar... —murmura.
—No ahora... —me levanto de la cama evadiendo lo que desea decirme.
—Joe... —me pongo mi ropa interior y ella se levanta para ponerse su bata.
—Vi, no ahora.
—Pero es necesario que...
—¡He dicho que no ahora!, ¿¡qué parte no entiendes!? —exploto.
Mi grito me sobresalta hasta a mí y solo observo su mirada asustada.
—No podemos huir de la verdad, amor, esto no puede segu...
—Sí, sí puede seguir así. Podemos ser felices, Vi, podemos hacer esto. Podemos hacer que las cosas funcionen, hemos pasado por mucho, merecemos ser felices —suspiro y noto cómo trata de contener el llanto.
Un mar de recuerdos se agolpan en mi cabeza y por fin puedo emitir lo que quiero decir.
—Cásate conmigo...
—Joe... —cubre su rostro y me acerco hasta quedar frente a ella.
—Vi —me pongo en una rodilla y tomo una de sus manos—. Hemos pasado por mucho, hemos vivido tantas cosas juntos que este deseo es tan intenso como para pasarlo por alto. Cásate conmigo.
Dejo salir un par de lagrimas al ver la indecisión en su mirada y el dolor con el que me observa.
—Sí —deja salir una leve sonrisa y me incorporo para abrazarla.



¿Por qué lo había hecho?, es decir, creí que después de tener esa respuesta, me sentiría sereno, sentiría que ya nada podría salir mal con ella a mi lado, sentiría que todo estaba resuelto, pero la verdad era que no me sentía así en lo más mínimo.
¿Para qué un matrimonio?, es decir, era firmar un contrato que dijera que íbamos a amarnos hasta el final de los tiempos, era un contrato que me obligaba a amarla hasta en los peores momentos, ¿pero era necesario?, ¿era necesario hacerle esto a una persona solamente para asegurarnos de que no se fuera?, ¿era necesario que me hiciera esto a la persona que supuestamente amo y que ella me ama?, si eso era verdad, ¿por qué le había hecho esto?
¿Era ese deseo de plenitud?, ¿era ese deseo de posesión?, ¿era el vacío que sentí al vivir nuestra partida?, ¿eran los celos que frecuentemente me dominaban?, o... ¿Era ese deseo de venganza con una persona que me estaba haciendo casi lo mismo?
No sabía que era lo que me dominaba en estos momentos, pero sí sabía que no quería que Victoria se fuera.
No quería quedarme sin ella, y sin lo que fuimos y somos.
No quería quedarme con nada.
—¿Estás escuchándome? —Joel pregunta y persisto en golpear el saco con más fuerza.
—No, perdón, estoy muy distraído...
—Haz estado muy distraído últimamente —me detengo y lo observo por un segundo.
—¿Estuviste casado en algún momento? —nuestras miradas se cruzan.
—¿Perdón? —se sorprende por mi intromisión.
—Se que no hablamos de temas privados... Pero... Pensaste mucho el hecho de tu casamiento... Fue algo que pensaste por mucho tiempo, o solo fue un arranque de decir... Me quiero casar.
Se queda callado y sé que está sumido en sus recuerdos.
—Si, estuve casado, cuarenta años... Mi mujer, falleció... Nunca pudimos tener hijos, ella era mi familia, al final tuvo cáncer de mama y estaba muy avanzado.
Su pausa es más larga de lo que ambos quisiéramos.
—Ella era... Una mujer hermosa, la mujer más interesante que he podido conocer, era la clase de mujer con la que no te encuentras todos los días, pasaron meses para que pudiéramos estar juntos... Sus padres tenían mucho dinero, por supuesto, yo no —sonríe con nostalgia—. Esperaban que se casara con un empresario prestigioso, rico, de una buena posición social, pero la testaruda se enamoró de mi... De un pobre diablo con el único sueño de triunfar en el boxeo... No pasó mucho para que nos casáramos.
—¿Cómo averiguaste que era ella? —pregunto.
Sacude la cabeza demostrando su negación ante mi pregunta y responde.
—Eso no se averigua, no se piensa. Se sabe, un día desperté y lo supe, supe que quería que fuera ella quien despertara todos los días conmigo, supe que los dos sabríamos como reanimar esa pequeña chispa de amor cuando no nos quedara más fuego para ser consumidos, supe que era ella la indicada. Fue ella quien insistió en el matrimonio, quería un vestido, una ceremonia y verme en un traje, porque yo no usaba esas cosas. Pero por ella, me hubiera puesto un traje de payaso toda la vida, si hubiese querido...
—¿Crees en el matrimonio?
—Claro que creo en el matrimonio, pero no esperes a que tus sueños se conviertan en la necesidad de una casa,niños y dinero, porque eso no es el matrimonio... Cuando llegue esa persona, no dudarás ni un segundo, hijo... No habrán segundos pensamientos, solo existirá esa necesidad, ese deleite y esa éxtasis que solo una persona puede provocar. Porque cuando uno se casa o lo casan con la persona equivocada, se vive en el peor de los infiernos... Se pierde uno mismo y nos decimos que estamos haciendo lo correcto, porque lo es... Pero nuestra alma sabe que no.
Sé que habla de Esmeralda.
—Ahora... Basta de charlas y continúa golpeando el saco, hijo...
Obedezco y continúo con mi entrenamiento hasta que anochece y ya no puedo más.



Para cuando llego, el silencio es lo único que percibo en la casa, y de pronto, veo que Aarón deja algo que parece una nota en la mesa de la sala y me lanza una mirada de lo más preocupada.
—¿Se fue? —se instala un gran nudo en mi garganta.
—Creo que si, hermano...
—Devuélveme las llaves de mi coche —le pido.
—Joe...
—¡Dame las llaves de mi puto coche, ahora!





Espero que hayan disfrutado de este capítulo, espero que poco a poco, puedan ir entendiendo el hilo de la historia y a amar a los personajes como yo los amo.
Gracias por cada voto, comentario y demás, gracias por que ya somos más de 500 seguidores en mi perfil, y gracias porque esta historia ya está llegando a las 10,000 lecturas.
Nada es posible sin el apoyo de cada una de ustedes.
Las quiero.
B.

Lucharé por ti    |  (Eres hermosa para mí #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora