Nada…
Siento que me jalan fuertemente del brazo, abro los ojos y estoy detrás de Leonardo, me está protegiendo como si fuese una oveja que se metió a la cueva de los lobos.
Me siento inútil, una tonta. ¿Como vine sin protección? Y por eso ahora estoy aquí sie do defendida por este hombre de ojos claros.
—¡Dejenla por favor!— Casi suplica Leo, sus manos tiemblan puedo notarlo, sin embargo no digo nada.
—Tengo mucho trabajo, Leonardo llévatela de aquí—toma un cigarro de alguna parte y lo enciende—ah y vigila mejor a tu novia que no la quiero volver a ver aquí.
Leonardo me tomó de la muñeca para sacarme de aquí, sus mano se aferra tan fuerte a mi muñeca que me hace daño, Leo parece realmente enojado.
Estamos a punto de dejar la oficina cuando Jev me llama.
Me volteo de inmediato, no quiero que piense que le tengo miedo.
Sus ojos tan grises como los míos me observan con furia, su cabello castaño está envuelto en una nube de humo, no queda nada de lo que un día consideré mi hermano, este no es mi familia es mi enemigo.
—No creas que este mal rato te lo voy a dejar pasar.
—Vete al diablo—Le digo de vuelta.
—Vayámonos de aquí—Me sugiere Leo.
Leo me arrastra afuera del local, aun sigue agarrándome de la muñeca, me esta lastimando así que tiro fuerte y me suelto.
—¿Qué te pasa suéltame?
—¿Te volviste loca?, como se te ocurre venir aquí sola—Me reclama enojado.
—Lo mismo te pregunto yo a ti, ¿qué haces aquí?
—No me quieras responder con una pregunta, ¡Te iban a matar!—Exclama en un intento por hacerme ver lo grave de la estupidez que hice.
—¿y? Que importa, ahora responderme¿qué hacías aquí?—Lo interrogó.
—Vi la nota y vine a hablar con él—Responde simple.
—No tienes que defenderme de nada, yo puedo sola; no te necesitó.
—Deberías agradecerme yo te salve,Roberto estaba dispuesto a dispararte—Pone cara de indignación.
—Osea que te tengo que agradecer.
—Porque te comportas asi tan autosuficiente como si sólo importas tu.
—Deja en paz, si tan necia soy para qué me persigues. ¿por qué vienes a defenderme? y para colmo a decir que soy tu novia.
—No le dije que eras mi novia, y si aun sigo aquí es porque te quiero.
—Seamos sinceros Leo, nadie quiere a nadie—Lo miro a los ojos y noto que mis palabras salen más crueles de lo que pensé.
—No se si nadie quiere a nadie pero yo te quiero a ti—Su mano toca mi mejilla de una forma agradable.
—Deja eso por favor—Le retiró la mano de mi.
—Esta bien pero con una condición.
—¿ahora que?—Pregunto esperando lo que va a decir.
—Que vayamos a dar una vuelta.
—Claro que no, contigo ni a la esquina.
—Te salve así que me debes una.
Estamos en la acera del frente del local de Jev, Leo ya no parece enojado más bien divertido con la situación, se acerca a mi hasta quedar frente a mí, sus manos acariciaron mi mejilla como la última vez que me beso, la única diferencia es que no permitiré que me bese, en cambio Leonardo solo me abrazaba suavemente, es muy extraño estar así, Leo tiene sus mano en mi espalda, una de ellas desciende lentamente hasta mi bolsillo trasero y saca mi llave rápidamente, lo empujo y tiene una sonrisa en sus labios, en momentos como estos es cuando más quiero golpearlo.
—Devuelvemelas—exijo.
—Ven por ellas—Me reta juguetón.
Hago el amago de quitarselas pero el las eleva, puedo golpearlo y quitársela pero voy a jugar a su juego.
—Una cosa es que tengas mis llaves y otra es que me suba contigo.
—Si no te subes yo te subiré a la fuerza—me advirtió señalando el auto negro.
—Inténtalo y verás como te saco los dientes.
—En el caso de que me golpees me veré obligado a besarte. Estás advertida.
Siendo mis mejillas arder por la vergüenza desvío la mirada para evaluar las ofertas, por un lado puedo golpearlo e irme pero corro el riesgo de que me bese y por el otro me puedo ir con él en paz y sin arriesgarme a que pase algo.
—Entonces…¿ que elegiste.?
No respondo, solo me acerco a el y le pegó en las costillas con todas mis fuerzas, él no dice nada, ni siquiera se queja solo se dobla en silencio, al parecer ya se está haciendo inmune a los golpes. En su boca se forma una sonrisa como la del guasón, se lo que he provocado.
Leonardo viene hacia mi lentamente, me levanta y me tira encima del capó del carro brutalmente, mi trasero duele por el golpe en el capó, Leo me tiene sujetadas las manos y no deja de acuchillarme con esos hermosos ojos de infarto.
—¿Lo quieres de la manera difícil?—Susurra cerca de mi oído haciendo que mi corazón se paralice.
—Suéltame por Dios estamos en la calle—Le recuerdo intentando sacarme.
—No importa, además no viene nadie—Responde.
Paso mi vista a la calle y como él dijo no hay ni un alma en pena ni siquiera nadie del taller de Jev.
—No quiero que me involucren contigo—Expreso con mis ojos puestos en los suyos.
—Tarde—Acuna sus manos en mi cara.
Sus labios chocan con los míos fuertemente, sus manos sueltan las mías, me empuja contra su pecho quedando aprisionada. Sus labios son suaves y exquisitos tal y como la última vez que los probé.
Me separo de él observando cómo sus ojos siguen fijos en mis labios y no puedo evitar que una corriente me recorra todo el cuerpo.
—¿Te vas a ir conmigo?—Preguntó acariciando mi cabello.
Todo mi ser se estremece y no dudo ni un segundo, se la respuesta, estoy segura de lo que quiero, y lo que quiero es estar con él.
—Si—Respondo sabiendo que después de esto no habrá vuelta atrás.
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Jace
RomanceArrogante, Odiosa, mal hablada, grosera y violenta es como Leonardo describe a Jace, la mujer que con un golpe le robo el aliento.