Capítulo 3.1

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Star

Los papas de Marco habían llegado a la casa, yo me tuve que tranquilizar un poco ya que les tenía que decir un pretexto creíble acerca de la desaparición  de su hijo, ya que eran más de las 6 de la tarde y es la hora en la que Marco llega de su entrenamiento, y no quería preocuparlos.

Me mire al espejo para darme un último vistazo para asegurarme de que todo estuviera en su lugar. Todo estaba perfecto. Ya no tenía los ojos rojos o hinchados por el llanto. Baje y vi a sus papas en la sala disfrutando de la televisión.

- ¡Hola familia Díaz! - deje de manera animada para no levantar sospechas.

- ¡Star!, ¡querida! - respondían ambos al mismo tiempo.

- ¿Por qué tan arreglada vas a algún sitio? - Me preguntaba la señora Díaz.

- Sí, me quede de ver con Marco después de su clase de karate, vamos a ir a una fiesta esta noche en la casa de uno de nuestro compañero que hoy es su cumpleaños -ambos se miran y yo solo observe en cada una de sus miradas duda.

-No nos habían comentado que iban a salir esta noche -decía el señor Díaz con un tono de duda en su voz.

-Lo que pasa es que todo fue de imprevisto, la fiesta se planeó hoy en clases -decía con poca seriedad que ni yo misma me creía -así que todo fue súper rápido.

-Pues es verdad que ustedes los jóvenes son así -afirmaba la señora Díaz -pero que raro ya que Marco siempre me envía un mensaje cuando suceden este tipo de eventos.

-Tiene toda la razón, pero a Marco se le olvido cargar su celular en la noche y es por eso que no tenía batería, y dejo cargando su celular, ya no se iba a alcanzar a cargar en el poco tiempo que está en la casa. Porque tenía su clase de karate después de la escuela.

- ¡Oh!, ya veo -decía la sé lo Díaz con tono de comprensión.

Ambos se miraron por unos segundos, como si se estuvieran hablando con la mirada, comentando tal vez el pésimo pretexto que me inventé, cuestionándose, si creérselo o no, yo me sentía nervios en todo mi cuerpo.

-¿Estas segura que estás diciendo la verdad? -al fin habían dado su veredicto, la señora Díaz tiene un buen olfato para detectar las mentiras, sabía que ella iba a ser la más difícil de convencer.

- ¿O es que Marco y tu van a pasar una cita romántica está noche? - soltó de golpe el señor Díaz.

Al escuchar esa deducción sentí un gran rubor en todo mi rostro y tartamudeaba al hablar.

- Como se les ocurre tal cosa, Marco y yo... - decía con la cabeza baja por temor a que vean mi cara que me la imaginaba toda roja por la situación - Marco y yo no tenemos ese tipo de relación.

Sus padres sólo soltaron una pequeña risa, me imagino que fue por verme en tal modo.

-Está bien Star -empezaba a hablar la señora Díaz -pueden ir a su "fiesta repentina" -lo decía con un tono de sarcasmo.

-Diviértanse en su "fiesta sorpresa" pero no lleguen tarde -comentaba el señor Díaz.

-Okey lo prometo -decía aún con la cabeza baja, un podía sentir el calor en mi cara -llegaremos temprano lo prometo.

En ese momento me giré  y camine hacia la salida, camine un par de cuadras y abrí un portal hacia mi cuarto en el Castillo, entre y me quite la bolsa que llevaba puesta, la avente y cayo quien sabe dónde,  me recosté sobre mi cama y me coloqué una almohada encima de mi cara. Aún no superaba mi rubor al pensar en que Marco y yo hiciéramos ese tipo de cosas. Tomar su mano y pasear en una noche sólo hablando de nosotros, por un momento sentí que mi corazón daba un pequeño salto. Pero después de unos minutos esas imágenes se desvanecían ya que regresaba a la fría realidad donde él ya no está conmigo. En ese momento comencé a llorar de nuevo.

Sólo por esta noche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora