La persona Indicada para mí [Riren]

12. Corriente

—¿Qué ha pasado? — Pregunté mientras trataba de abrir los ojos lentamente. Poco a poco fui capaz de ver el rostro de Petra, aunque algo borroso, no solo ella se veía así, sino más bien toda la habitación. Tardé un rato en enfocar bien todo a mi alrededor.

—Te desmayaste. — Respondió. Sí, era lo más lógico, hasta podía intuirlo yo mismo.

—Me refería al por qué, pero da igual. — Me sorprende que no me haya llevado a un hospital con lo paranoica que suele ser con este tipo de situaciones. — ¿Y Eren?

—Cuando salí del restaurante, era él quien te estaba sosteniendo. Estaba asustado y yo también, por suerte, un señor en el restaurante era doctor.

—Demonios, dime que no estuviste gritando por ayuda.

—Pues si quieres no te lo digo. — Sonrió inocente. — Pero gracias a eso esque estás ahora aquí y en perfecto estado. Eren pudo irse tranquilo a casa.

Eren... a penas y recuerdo haber visto su rostro, de hecho, no recuerdo nada de lo que ocurrió después de haber entrado al restaurante. Sé que me estaba sintiendo raro por esa cosa que me dio Hanji, pero no recuerdo nada más.

—¿Tienes hambre? Al final no comimos nada.

—Sí... no estaría mal.

—¿Qué preparo?

—Lo que sea está bien, gracias.

Se levantó del borde de la cama y fue hacia la cocina. Me quedé acostado, sin hacer nada más que mirar el techo. Decir que con todo eso mi mente quedó en blanco, sería una gran mentira de mi parte, en lo único en lo que mi cabeza podía pensar era en qué hacer conmigo mismo, con Eren con Petra. El hecho de tan siquiera estar pensando en esto, en vez de seguir adelante como si nadie, con ojos color turquesa, interfiriera en mi vida, era señal de que no quería renunciar a Eren, de que no quería reprimirme.

Imaginé las diversas posibilidades y ninguna de ellas tenía que ver conmigo disfrutando falsamente de un matrimonio que ya no tenía un camino por delante más que el que solo uno de los dos como pareja, fantaseaba.

Ahora, si le confieso mis sentimientos a Eren, lo más seguro es que se aleje de mí y si opto por decirle la verdad a Petra primero... no, de momento es imposible para mí saber el resultado de ello. ¿Hablar con los dos al mismo tiempo es una opción? No, supongo que no.

—¿Por qué tan pensativo? — Había estado tan sumergido en mis ideas que ni siquiera había notado cuándo fue que entró a la habitación.

Puesto que no soy capaz de obtener una respuesta clara de mí mismo, es hora de hacer una pregunta hipotética, sin que sea notoria. No sé cómo se me pueden ocurrir estas ideas.

—Esque ayer vi una serie y ¿sabes? El esposo de la protagonista se enamoró de otra persona... Tu... ¿qué opinas tú de eso?

Se acercó con una bandeja en las manos y la dejó sobre la mesa al lado de la cama.

—¿Yo? — Se quedó pensando. — Talvez era inevitable, enamorarse de alguien no es algo que tú controlas, ¿verdad?

—Sí... eso creo yo también. — Respondí. Petra podía ser una mujer muy comprensiva y empática, pero no sé si estando en la posición de la falsa protagonista que inventé e la nada, podría reaccionar de la misma forma.

—Lo que sería de verdad imperdonable es el engaño. — Sentí que el ambiente de repente se volvía frío, frío, y que yo, me había petrificado de un solo golpe. — Lo mejor es hablar de frente. — Lo sé, eso ya lo sé joder, pero, ¿cómo hacerlo? Esto no ha sido de mucha ayuda.