19. El Esperado Momento

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—No estás... — Dejó inconclusa su frase.

De momento todo dentro de él quedó estático y en blanco. Petra corrió a la cocina para llenar un vaso de agua y cuando regresó trató de ofrecérselo a su esposo. Estaba asustada debido a que Levi permaneció serio sin decir palabra alguna.

—¿Estás bien? — Se atrevió a contestar.

—Sí... eso creo. — Tomó el vaso de agua que le ofrecía su esposa pero no le dio ningún sorbo, en cambio, fijó su mirada en el insignificante vaso. Tomó aire para volver a hablar: — Petra, explícame... explícame cómo es que no estás embarazada.

—¿Recuerdas cuando dije que la prueba de embarazo falla pocas veces? Pues esta era una de esas veces — agachó la cabeza para ocultar las lágrimas que se escapaban de sus ojos. — Agendé una cita con el ginecólogo — dijo con voz temblorosa — y fue ahí que me enteré. — Esta vez no se reprimió y lloró sin consuelo.

Con esto que acababa de contarle Petra, estaba más que seguro que a Dios le encanta burlarse de las personas que viven como pueden debajo de él. A ese ser sobrenatural debía hacérsele muy gracioso ver cómo los humanos corrían por una interminable pista llena de obstáculos y terminaban cayendo de cara por culpa de algunos de estos. Maldito.

Extrañamente se sentía más decepcionado de lo que esperaría frente a la noticia. Ya se había hecho a la idea de ser padre. Sin embargo, ya no tenía por qué sentirse atado a Petra. Ya no había excusas de por medio; podía estar al lado de quien en verdad quería.

Aunque en este momento ella estuviera más triste que él, tenía que ser ahora cuando le dijera la verdad. Alargarlo solo lo empeoraría.

—Levi — llamó después de un largo silencio en el departamento —, podemos seguir intentándolo, yo.

—Lo siento.

—¿...?

Romper los sueños de otra persona no entraba en sus metas de vida, tampoco en sus ideales, pero tampoco podía seguir fingiendo algo que no sentía solo para hacer feliz a una persona, por más especial que esta fuera. Se iba a sentir la peor persona del mundo, pero ya había tomado una decisión, la de no retroceder.

Siempre trató de ser gentil con Petra; no quería lastimarla.

Sabía que ella encontraría la felicidad con alguien más, estaba seguro, por eso tenía que decirlo ya.

—Petra, perdóname pero yo... no seré el padre de tu hijo.

—¿Qué quieres decir?

—Es mejor que nos divorciemos.

El silencio volvió a inundar el alrededor de ellos dos. No sabía de qué otra forma continuar si Petra no respondía. Pero no tuvo que pensar mucho en ello, porque ella sí contestó a la petición que acababa de hacerle, solo que no lo hizo de ninguna de las formas en las que él esperaba.

—Cariño creo que estás algo confundido o no sé. ¿Quieres que te prepare un té o algo? — Preguntó amable, mostrando una dulce sonrisa y levantándose del sofá para dirigirse una vez más a la cocina. — Talvez no estás durmiendo bien y ahora dices cosas sin sentido.

Le dolió ver cómo Petra negó rápidamente lo que había pasado hace un rato. Esto no era sano para ella y cuanto antes lo aclarara, mejor.

—Petra. — La llamó esperando obtener una respuesta. Pero no la hubo. Era como si estuviese comprometida de lleno en su tarea de preparar té.

Tomó sus manos con delicadeza, impidiéndole de esa forma que abriera el sobre.

—Petra, sé que esto no es agradable de escuchar, para mí tampoco lo es decírtelo pero quiero el divorcio. Por favor, no hagas esto más difícil.

La persona Indicada para mí [Riren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora