11. El elixir delator

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—¡¿Qué?!

—Eren, baja la voz. — Me regañó Marco.

—Perdón esque... nada, nada. — Aclaré un poco la garganta antes de continuar. — Así que no perdieron el tiempo, eh. Dime todo sobre ese día.

—No, eres demasiado escandaloso, no te pienso contar nada. — Replicó como un niño pequeño, sacándome la lengua.

—Tch. Bah, tampoco me importa. — Dije cruzando los brazos.

—¿Ah no? — Preguntó y yo me limité a responder con un movimiento de cabeza de lado a lado. — Me parece muy bien entonces.

—Eso mismo pienso.

—...

—... Vamos, dimeee. — Supliqué sin poder contenerme más.

—Que no, ¿no es ya demasiado evidente el cómo pasó? Y quita esa sonrisa de tu cara, da miedo.

—Perdón. — Dije. Debí haberla hecho inconscientemente. — Es solo me que me siento satisfecho con mi trabajo como cupido. — Reí.

De repente recibí un golpe en la cabeza, volteé a ver quién era el culpable aunque era muy fácil predecir quién había sido: Jean.

—Dejen de perder el tiempo. Ah y... Eren, te recuerdo que tienes una reunión con el departamento de ventas en una hora. — Habló muy serio. Era increíble lo profesional que podía llegar a verse, de verdad muy sorprendente.

—No me lo tienes que recordar. — Pero no dejaría de ser molesto para mí.

—Sí, tengo qué, la última vez llegaste 20 minutos tarde.

—Ya dije que no fue porque se me hubiera olvidado... estaba en el baño.

—Claro y te tardaste tanto en cagar que llegaste tarde. Invéntate algo mejor que eso la próxima vez... tarado.

—¿Cómo me llamaste? Maldito bastardo egocéntrico... — Solté lo último en un susurro claramente audible, sin embargo, mi intención era la contraria.

—Ya me cansé. — Levantó su brazo, queriéndome dar un golpe, así que me levanté de la silla en la que me encontraba e hice lo mismo que él, pero antes de que cada uno cayera al suelo producto del golpe del otro, Marco nos detuvo.

—¡Basta! Parecéis niños. Aunque el jefe no esté aquí, no podéis hacer este tipo de escándalo.

—¿Oíste eso Jean? Nos llamó niños.

—Sí, eso parece. — Ambos nos miramos cómplices y cuando estábamos a punto de atacar a la presa... Reiner interrumpió el juego para decirnos que volviésemos al trabajo.

Faltando cinco minutos para la reunión, decidí entrar a la sala y esperar a todos desde ahí, sentado cómodamente, el único problema era que Levi solía ser muy puntual, no, más que eso, él ya solía estar esperando en la sala  y su sola presencia me ponía nervioso. Me sorprendí mucho la primera vez que lo vi, sentado ahí frente de todos, tratando de tomar una decisión concreta sobre el número de copias que debían venderse; se veía muy bien.

Cada vez que estoy en esa bendita sala, me distraigo mucho. Levi por sí solo ya es demasiado atractivo, pero verlo tan serio, formal, educado, decisivo, calculador y tan elegante con ese traje... demonios, lo jace jodidamente irresistible.

—¿Eren? — Habló una mujer al frente, sacando de mí todo pensamiento que llevara la etiqueta de "Levi" en él.

—Petra... — Pronuncié al reconocerla. Eché un vistazo breve a toda la habitación pero no había rastro de Levi, mi ánimo se vino un poco abajo, pero no podía dejar que Petra se diera cuenta.

La persona Indicada para mí [Riren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora