Di que sí, mi amor. Serie Salamina Nº 7

6.

Mariana lo miraba con tal intensidad que incomodó a Mateo, él no lograba entender porque se tomaba tantas molestias por ella y por el bebé, pero así era.

La joven comía su postre, mientras lo escuchaba atenta a lo que él le estaba contando de su matrimonio y la horrible cuñada comprendió lo que él estaba viviendo y deseo poder ayudarlo.

___ Pero ¿Solo ella está atada a ti por la herencia? ___ preguntó Mariana confundida por la decisión de Marta.

___ Solo será una semana, ya los abogados tienen todo listo para pasarle los derechos de su herencia y ya no tendré que verla nunca más ___ dijo mientras bebía una taza de café y se deleitaba viéndola comer.

___ Y por eso es que quieres que te ayude, no crees que es mejor despacharla y ya ___ Mariana no le encontraba sentido en mentir sobre su falsa relación ___ ella se podría dar cuenta y eso la haría pensar cosas que no son y la motivaría aún más a buscarte.

___ No. La quiero lejos de mí y la única forma de que ella se aleje de mi es que me case con una mujer que no se deje manipular por ella___ él la miraba la veía cansada bostezaba y hacia un esfuerzo por mantener los ojos abiertos ____ una mujer como tú, que no te le amilanaste, la desafiaste.

Mateo se levantó y recogió las tazas y la coloco en el carrito y después se fue a una oficina que había en la suite y al regresar encontró a Mariana dormida de manera incómoda en el gran sillón. Al verla la tomo entre sus brazos y la llevo a la cama y la deposito con sumo cuidado para no despertarla. Tomando luego una frazada le cubrió las piernas y se quedó ahí absorto de pie a la cama, mirándola y pensando en cómo una mujer le estaba entorpeciendo su vida.

Se estaba sintiendo responsable de ella y tenía la necesidad de protegerla y pero aún más, él tenía que buscar la forma de que ella y su bebé estuvieran bien.

Jorge Cortez, era el padre de ese hijo que ella estaba esperando y haría hasta lo posible por ayudarles a que estuvieran juntos sin inmiscuirse, los pondría a trabajar en proyectos que los mantuviera más cerca y así darle la oportunidad para que ellos se organizaran.

Mateo torció la boca, todo parecía muy bien, pero esa idea a él no le gustaba.

Se sentó al lado de ella y tomo unas hebras de cabellos y la acomodo sobre la almohada y descubrió el cuello de la joven, el que se veía terso y su piel perfectamente blanca cubierta por una capa de finos vellos, y ahí había un lunar detrás de la oreja que tenía forma de media luna, el que se mantenía tapado por el cabello. Su mano se tensó al verla removerse en la cama, parecía que estaba soñando y murmuraba.

Se levantó y salió de la habitación, ahora más decidido que nunca a que ella estuviera protegida.

Mariana dormía pero sus sueños comenzaron a llevarla a la noche que ella misma decidió cambiar su vida.

Esa noche había tenido fiebre debido a la eminente amigdalitis que comenzaba en ella, tenía la voz muy ronca y bajita debido a la inflamación de su garganta.

Había estado pensando en por qué Mateo la despreciaba tanto, y sin darse cuenta comenzó a vestir el disfraz que con anterioridad escogió para la fiesta.

Consistía en tres piezas, era más parecido al vestuario de una bailarina exótica, la falda le llegaba a sus caderas y la tela caía de manera libre y vaporosa, la pequeñísima blusa estaba anudada al frente y dejaba descubierto el vientre y sus hombros.

Los vistió con lentitud, realmente no le apetecía ir y encontrarse con Mateo, le dolía que siempre la estuviera rechazando.

Miró la peluca rubia que estaba en la cama y la fijo con firmeza con en su cabeza, se maquilló con delicadeza___ suspiro___ ni para que se arreglaba___ pensaba con timidez y pesimismo.