Zeru Miski: Una Noche en la Dracopolis

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El juicio al que estaba siendo sometido Juth finalmente termino y todos comenzaron a salir del Bastion Principal.
El Dragon Rojo y Sharar venian primero y se aproximaron a nosotros. Tras ellos venia la celda en la que nos transportaron (obviamente, Juth venia dentro). A la izquierda de la celda estaba la guerrara llamada Shia Khi (aun con su rostro inexpresivo como una piedra) y a la derecha venia el mago Vanberg. Y finalmente tras la celda venia caminando lentamente el Dragon Eternidad y flotando como si fuese una pluma, y serpenteando por el aire, el Dragon Barbado.
Cuando se aproximo Sharar a nosotros no supe como reaccionar, pues no sabia si seguiria perturbado por las palabras de Juth. Pero en primera instancia, ni el ni el Dragon Rojo pronunciaron palabra alguna, solo se quedaron parados frente a nosotros y voltearon a ver a los otros Dragones.

- ¡Morgan Vanberg, Shia Khi! -exclamo el Dragon Eternidad-. Tal como solicitaron, no veo impedimento para que ustedes conduzcan a su hijo a prision. Pero como medida de seguridad, Barbado les acompañara.

La celda paso frente a nosotros, moviendose cada vez mas rapido gracias a la fuerza sobrenatural que deduje era producida por el mago Vanberg o el Dragon Barbado. Shia Khi se subio sobre ella y el mago Vanberg abordo a Barbado. Los tres junto a la celda salieron rapidamente del complejo que comprendia el Bastion Principal y pronto los perdi de vista.

- ¡Señorita Zeru Miski! -exclamo el Dragon Eternidad, con una voz tan potente que hizo que se me pusiera la piel de gallina-. ¡Usted y yo conversaremos ahora!.

Solo atine a agachar la cabeza y caminar en direccion al Dragon, no sin antes mirar a Lothar con desesperanza. Sin chistar estaba obedeciendo a esta extraña tortuga, pero era lo mas sensato de hacer en ese momento. La autoridad de este Dragon era innegable y por lo que habia visto hasta el momento por como se referian al Dragon Eternidad y tambien por las pinturas en los pasillos del Bastion y la pintura en la habitacion de Gildo, este Dragon parecia estar por sobre Barbado y Rojo en lo que a autoridad se referia.
En resumidas cuentas, no era buena idea enemistarse o parecer una rebelde frente a este Dragon. Si al acercarme a el su plan era devorarme de un mordisco, pues deberia afrontarlo.
Llegue caminando con temor frente a el, pero intentando parecer lo mas segura posible. El se quedo frente a mi, con una mirada indescifrable. No habia hostilidad en su mirada, tampoco amabilidad, solo habia experiencia. Sus ojos parecian los ojos de alguien que habia vivido cientas de vidas, miles de experiencias y visto cosas horribles y tambien maravillosas. Los ojos de alguien que no podia ser engañado.

- ¡No soy la novia de Juth! -exclame de inmediato, sin rodeos-. ¡Te lo juro!, el me salvo, es cierto y me siento en deuda con el, pero nada mas.

- Tranquila señorita Miski -respondio el Dragon Eternidad, armando una mueca en su solida mandibula que parecia una especie de sonrisa-. Se que dice la verdad. He presenciado los engaños de mentirosos mucho mas habiles que Juth. Se reconocer cuando miente.

- ¿Entonces ...? ... ¿Estamos bien? -pregunte algo mas tranquila.

- Nunca hemos estado mal señorita -respondio con voz calida-. Pero si Juth se dio el trabajo de salvarla y ademas de mentirnos en su nombre, aun cuando haya sido solo como una broma. Son antecedentes suficientes para creer que hay algo especial respecto a usted. Algo que Juth pudo ver y que nosotros tambien deberemos reconocer.

El Dragon me miro con curiosidad, como intentando entender algo acerca de mi que nisiquiera toda su experiencia podia revelarle. Algo que este Dragon de cien vidas no podia reconocer pero que Juth reconocio tan solo al cruzar su mirada con la mia unos segundos.

- Me imagino que es inutil preguntarle que es lo que usted tiene de especial -agrego el Dragon que termino con su inspeccion visual.

- ¡No les mentiria, te lo juro! -respondi rapidamente.

Del Angel al DragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora