Zeru Miski: Hospitalizada

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Abri mis ojos y alli estaba totalmente recuperado el mago Vanberg (padre), sonriendome con su dulzura caracteristica. ¿Le habran contado ya sobre lo sucedido con su esposa?.

- Que bueno verla mas recompuesta señorita -dijo el anciano.

- ¿Tan mal me veia? -respondi incorporandome en la cama.

- Nariz rota, un trozo de su mano colgandole y un muslo perforado... y mucha sangre -medito el mago-. No creo que luciera muy bien -agrego riendo.

- ¿Y usted se encuentra mejor?.

- Asi es, totalmente recuperado, gracias a ti.

- Solo di aviso donde estabamos, no es la gran cosa.

- Eso y enfrentarte a una manada de perros gigantes, habiendo podido escapar y salvarte.

No supe que responder asi que solo le sonrei. La compresa de mi cara ya habia sido retirada mientras dormia, toque mi cara y ya no habia hinchazon y el dolor se sentia como si simplemente me hubiera dado un leve golpe. La compresa en mi mano aun estaba puesta, la levante un poco para ver la herida y esta ya casi habia desaparecido, las suturas tambien me las habian retirado durante mi sueño pero la cicatriz seguiria conmigo. Pase a ver mi muslo y este aun me dolia, las suturas aun estaban puestas.

- Esa herida es mas profunda -dijo el mago ayudandome a volver a poner la compresa en su lugar.

- Supongo que sera el unico recuerdo que me llevare de su adorable esposa.

- Zeru, escucha... -dijo el anciano poniendose un poco mas serio-. Shia Khi no te odia, tiene ciertos recelos contigo como con cualquiera que conoce por primera vez, pero no te odia.

- Pues lo disimula bastante bien.

- Mira -agrego acomodandose para comenzar una charla-. Todo lo que hizo mi esposa contigo hasta el momento en que la golpeaste, fue idea mia.

Me senti un poco decepcionada, pero de alguna forma me lo esperaba-.

- Lo que hiciste cuando estuviste conmigo no fue normal -continuo el mago-. Y debiamos asegurarnos de algunas cosas sobre ti.

- ¿Sobre mi? -no era lo que Rojo habia dicho-. Pense que querian probarnos a Sharar, Lothar y a mi.

- Con mi esposa eso dijimos a los Dragones -respondio el anciano-. Actue a espaldas tuyas a pesar de que salvaste mi vida y tuve un secreto contigo, me parece justo compensartelo contandote un secreto tambien.

- Disculpeme pero no estoy interesada en escucharlo -sacudi mi mano y me agarre la cabeza, no queria involucrarme mas en todo esto, solo queria estar con mis ... amigos.

- Hay un motivo especial por el que me preocupa que utilices magia con tanta facilidad -eso volvio a captar mi atencion-. Hubo otra persona que pudo utilizar magia sin que yo le enseñara nada aun. Pero los Dragones no saben mucho sobre eso.

No me costo mucho imaginarme a quien se referia. Nuevamente todo volvia a girar en torno a Juth Vanberg.

- ¿Y por que no les dijo que su hijo podia hacer eso? -pregunte asumiendo que hablabamos del mismo.

- Por que sabia la reaccion que tendrian los Dragones... y bueno, lo que sucedio despues les habria dado la razon. En cuanto vi que podias hacer magia sin entrenamiento, pense de inmediato en enviarte de regreso a casa para no arriesgarme a tener "otro Juth", pero lo que sucedio con mi envenenamiento y como enfrentaste a los perros gigantes para salvarme, me hizo dudar sobre esa idea. Asi que pedi a mi esposa que intentara que su sesion de entrenamiento contigo se pareciera lo mas posible a la primera sesion real que tuvo con Juth, que te llevara al limite.

Del Angel al DragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora