Zeru Miski: Los Vanbergs

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El dia era oscuro, pero era una oscuridad forzada. Una oscuridad provocada por nubes de cenizas y polvo que cubrian el cielo en su totalidad. Un cataclismo habia sucedido aqui. No habia otra explicacion para lo que veia. Me encontraba parada en medio de una pradera totalmente quemada. Hasta donde mis ojos podian ver, solo veia ruinas de lo que otrora fuesen edificios, quemados hasta sus cimientos, por llamas que de alguna forma fueron capaces de consumir sus estructuras. El suelo era negro y las cenizas eran tantas que parecia nieve negra que me llegaba casi a las rodillas. Al horizonte vi las montañas del norte, tan negras como la ceniza a mis pies y tras ellas, nubes de humo y cenizas que se aproximaban impulsadas por el viento, que era tan caliente que sabia debia quemarme la piel, pero por algun motivo no lo hacia. En ese momento lo recorde, este era uno de esos sueños. Ya lo habia tenido antes. Era un sueño que podria calificarse como pesadilla por lo que veia, pero yo estaba en el sin ninguna sensacion, sin ninguna opinion, solo observando. Recorde que en este sueño al darme vuelta siempre habia algo detras mio, me di vuelta rapidamente y ahi estaba. Un hombre sentado en un trono de escombros. Solitario mirando a travez de mi, como si yo no existiera, con su mano derecha reposando en el pomo de una espada plateada y brillante, que era lo unico diferente al negro o gris en todo lo que veia. El hombre carecia de expresion, su rostro me parecia familiar, pero sabia que no pertenecia a nadie que hubiera visto jamas en mi vida. Esta vez pense unos segundos en todos a quienes habia conocido estos ultimos dias, pero tampoco, su cara no pertenecia a ninguno de ellos.

Entonces recorde donde estaba, lo que habia sucedido y me desperte bruscamente. Pero sin preocupacion, si no con ansias. Por algun motivo (obviamente Sharar) me sentia exitada de estar ahi y saber mas de donde estaba. Encontraria la forma de comunicarme nuevamente con mi abuelo para expresarle que estaba bien, pero luego del sueño reparador, ahora la idea de quedarme en la Dracopolis y conocer mas de ella no me parecia para nada desagradable (y mejor aun si era con Sharar).
Me levante muy animada, directamente hacia la gigantezca ventana de la habitacion, que hoy por la mañana parecia aun mas gigantezca. Abri las ventanas de par en par y la luz del sol de la mañana y el viento frio de esas alturas, golpearon mi rostro, me senti revitalizada. Luego de que mis ojos se acostumbraron a la luz, me asome mas hacia el balcon para contemplar la Dracopolis, que ya estaba totalmente activa, con Dragones volando de aqui para alla. Era dificil distinguir la ciudad desde esa altura, pero tambien lucia activa, con las chimeneas encendidas y Dragones y humanos que parecian pequeños puntos a lo lejos, moviendose de aqui para alla en las calles.
Me di vuelta rapidamente hacia la habitacion, subitamente nerviosa. No sabia que hacer, deseaba asearme antes de ver a Sharar ... ¿Vendria a buscarme? ... ¿Tendria que salir sola a recorrer? ... ¿Quizas tendria que pasar toda mi estadia con Lothar? (eso ultimo no me estimulo mucho, me agradaba Lothar, pero no era muy estimulante su compañia). Pero al volver a la habitacion vi que en uno de los sitiales que estaban junto a la puerta estaba un anciano sentado, con un Guerrero Dragon a su lado. Al verlos mejor, note que era el anciano Vanberg y Shia Khi, los padres de Juth.
No supe que decir. Sabia que la situacion de su hijo debia perturbarlos y que no estaban pasando un buen momento. Pero la mirada del mago Vanberg era tan dulce como la primera vez que lo vi y la mirada de Shia Khi era tan fria e impenetrable como la recordaba del dia anterior.

– ¡Buenos dias! –exclame mas fuerte de lo que hubiera deseado, pero eran mis primeras palabras del dia y salieron mas fuertes de lo que planeaba–. ... Espero que Juth se encuentre bien ... –¿de donde habia salido eso?, lo ultimo que querian era que me entrometiera en todo el asunto de Juth, tonta Zeru.

– Pensamos que querrias asearte y cambiarte de ropa –respondio Shia Khi con una voz aun mas fria que sus ojos– Indicando unas extrañas ropas que habia dejado sobre la cama.

– Mi mujer tambien agradece tu preocupacion por nuestro hijo, jovencita. –agrego Vanberg riendo suavemente.

Shia Khi hizo caso omiso de la broma o de su intencion. Pero Morgan Vanberg parecio no incomodarse. Eran una pareja muy extraña, el luciendo tan anciano y ella tan joven, de hecho si sonriera, Shia Khi se veria casi tan joven como Sharar, pero su edad se denotaba en sus ojos frios y experimentados, mas que en su rostro o facciones.

Del Angel al DragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora