Zeru Miski: El Entrenamiento de combate

1 1 0
                                    

Senti un ruido que me despertó. Eran pisadas en la hierba, de inmediato las reconoci como pisadas de perro gigante, pero eran varias y el sonido venia de todas las direcciones. Contuve mi nerviosismo para escuchar un poco mas, pues se acercaban lentamente y no quería apurarlos. El fuego seguía prendido pero había perdido fuerza, seguramente los perros se acercaban lentamente solo por temor al fuego aun encendido. Mire al anciano Vanberg, que seguía dormido dándome la espalda, comprobé su respiración (era muy anciano, morir en el sueño era una posibilidad) y sentí alivio de notar que solo dormía, pero por algún motivo, no despertaba. Intente despertarlo haciendo toda clase de sonidos con mi boca, pero el anciano no despertaba.
Me levante rapidamente y saque mi cuchillo para lucir amenazadora, mire a los perros a los ojos como vi que Vanberg habia hecho el dia anterior, pero a pesar de que logre algun tipo de resultado, el numero les daba confianza a los canes. Eran seis, tenia tres al frente mio y otros tres armando un circulo a mi alrededor por mi espalda. Mi mente intentaba dejarse llevar por la desesperacion, pero sin el anciano Vanberg para ayudarnos, la clave de nuestra supervivencia era que yo conservara la calma. Los perros siguieron acercandose y conclui que esto era alguna clase de prueba del anciano. Probablemente el se hacia el dormido a la espera de algun tipo de reaccion de mi parte, pero mi seguridad sobre esa idea se derrumbo por completo al ver la mano del anciano. Reposaba sobre su muslo con cuatro marcas que parecian una mordida de serpiente y por el color morado y verdoso que rodeaba las mordidas, todo parecia ser que estaba bajo los efectos de algun veneno.
Ahora debia lidiar con los perros y si lograba salir de esta, lidiar con el veneno que ahora recorria el cuerpo del anciano. Repase mentalmente mis herramientas y agradeci que los perros se acercaran lentamente y me permitieran darme el lujo de hacerlo.
La fogata aun tenia fuego, tenia mi cuchillo, los cuescos secos de las frutas comidas, muchas frutas aun frescas y tenia las cantimploras con agua; una con agua potable y la otra con el agua inflamable del lago. Sin pensarlo mucho tome los cuescos de las frutas y los empape en el agua del lago, corte un trozo de la enorme tunica de Morgan y lo moje en agua potable, luego me envolvi la mano con el y comence a pasar los cuescos por la debil llama que aun quedaba en la fogata. De inmediato ardian y asi los lance hacia los perros. Hice esto tan rapidamente y en tan corto periodo que llene nuestro alrededor de pequeñas fogatas que hicieron retroceder a los canes, pero no eran lo suficientemente intensas para hacerlos escapar. Me quedaban materiales suficientes para alejarme de ellos lanzando proyectiles, pero cargando al anciano Vanberg resultaria muy dificil.
Busque en la tunica del anciano algo que pudiese resultar util pero solo encontre un viejo baston plegable para caminar. Lo desplegue y resulto ser un baston de aproximadamente un metro. Corte mas trozos de la ropa de Vanberg (si saliamos de esta quizas se molestaria conmigo). Amarre mi cuchillo a uno de los extremos para convertirla en una lanza y en el otro extremo amarre un poco de tela empapada con el agua del lago. Los perros estaban detenidos, evaluando si valia la pena pasar entremedio de las fogatas hacia nosotros asi que ocupe el tiempo para cargar al anciano como pude sobre mi espalda, apesar de que resultaba bastante pesado, esperaba que lo fuese mucho mas (di gracias por que el mago fuese tan delgado). Una vez acomodada, tome la lanza y pase el extremo por lo que quedaba de fogata, convirtiendo ese extremo en una antorcha. Ahora debia decidir hacia donde ir. Tenia mucho mas cerca las montañas; adentrandome en la nieve o simplemente metiendome al lago inflamable o incendiandolo ahuyentaria a los perros facilmente. Pero llevaba al mago herido y aparentemente envenenado, irme a las montañas seria la decision correcta si estuviera sola, aseguraria mi seguridad pero me alejaria de la Dracopolis y atencion para el anciano. Por otro lado, si me acercaba en direccion a la Dracopolis, dificilmente llegaria a la ciudad, mis fuerzas no alcanzarian y la llama de la antorcha tampoco mientras los perros se mantendrian pisandome los talones, solo podria confiar en que algun Dragon nos viera desde lejos y nos rescatara.

La fogata se apago y era momento de actuar; comence a caminar hacia la espesura del bosque, lentamente, girando constantemente para comprobar la cercania de los perros a mi. Ellos continuaban formando un circulo al rededor mio, que se hacia cada vez mas pequeño mientras avanzabamos. Avanzaria mucho menos de lo que esperaba, asi que acerque la antorcha al follaje mas verde que tuve a mi alcance y espere (y rogue) que hiciera mucho humo, o al menos el suficiente para que los Dragones del muro pudieran verlo. Ojala entendieran que esto era una llamada.
Tristemente los Dragones no parecian darse por aludidos asi que puse el baston contra un tronco y lo quebre de una patada, puse la antorcha sobre un arbol, para que siguiera haciendo humo y el otro extremo roto lo empuñe como un arma. Puse a Vanberg contra un arbol, a mi espalda y me dispuse a pelear.

Del Angel al DragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora